l pasado 15 de mayo, el papa Francisco dirigió en la Plaza de San Pedro del Vaticano la ceremonia de canonización de María Rivier, fundadora de la Congregación de la Presentación de María. Para celebrarlo, ayer el colegio gasteiztarra de esta orden celebró una eucaristía dirigida por el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, y un almuerzo posterior en el que las familias disfrutaron en un soleado ambiente del homenaje a la santa.

María Rivier nació el 19 de diciembre de 1768 en Montpezat-sous-Bauzon, una aldea situada en el sur de Francia, y siendo muy niña una caída desde su cama la dejó incapacitada. En 1774, María empezó a andar repentinamente y desde entonces se caracterizó por su fe cristiana. Apenas había alcanzado la mayoría de edad cuando, en el periodo de la Revolución Francesa conocido como El Terror, se vetaron las órdenes religiosas en el país. Ella decidió entonces, un 21 de noviembre de 1796, fundar la Congregación de la Presentación de María, que hoy, más de dos siglos después, cuenta con 141 casas en 21 países de todo el mundo. Su enseñanza se basa en la evangelización de los más jóvenes y en el cuidado de los más pobres.

Ya en 1982, el papa Juan Pablo II la beatificó y el pasado 15 de mayo tuvo lugar la canonización que ayer se festejaba en el colegio de la calle Cruz Blanca.

Durante la eucaristía, Elizalde recordó que María Rivier "desde niña se sintió amada incondicionalmente por el Señor", y aseguró que el de ayer, en plena celebración además de la Ascensión, era "un día grande para todos".

Efectivamente, la capilla del colegio vitoriano estaba a rebosar de religiosas, alumnos, padres y abuelos que no quisieron perderse la celebración, una ocasión para la que se ha editado un libro en euskera y castellano, Todo por amor, en el que se narran de forma amena y didáctica las vivencias y enseñanzas de la santa, una publicación ilustrada para los más pequeños.

En la misma se recogen sentencias de Rivier como la que dice que "una antorcha encendida enciende otra y quien ha encontrado a Jesucristo no desea más que darlo a conocer al mundo", o la que emplaza a tener "un gran corazón" para experimentar "una verdadera alegría".

Terminada la misa llegó el momento de disfrutar de un almuerzo bajo varias carpas instaladas en el patio del centro escolar, durante el que las familias celebraron el "día grande" de su comunidad.