El hábitat de los frikis de toda índole que durante 27 años y medio han conformado la fauna y la flora de la librería Ronin de Vitoria llora estos días la pérdida de este mítico establecimiento de la calle Pintor Apellániz porque su propietario, Rubén de Miguel, acaba de anunciarles primero a ellos, a todos esos fieles clientes, que baja la persiana para siempre.
De esta manera, Vitoria pierde a una de sus grandes librerías especializadas en cómics, juegos de rol, juegos de cartas coleccionables, figuras, wargames y una de las más especiales también al centralizar los campeonatos que se celebraban en Gasteiz. "Queríamos que fuese un punto de unión de gente con las mismas inquietudes y gustos y creamos torneos para que el juego estuviera vivo", destaca su propietario, Rubén de Miguel, quien intentará cerrar este mes de abril, aunque por la respuesta que está teniendo de la gente, "tendré que abrir algún día de mayo porque me están diciendo que les está dando mucha pena y quieren hacer un torneo de despedida".
Lo que le ha llevado a tomar esta dura decisión es la inevitable en estos casos: "La librería no daba lo suficiente como para sacar dinero. Iba aguantando poco a poco. He intentando compaginarla con la sala de escape de Dragonborn (de la que es socio y que está justo al lado derecho de su comercio), pero llega un momento en el que no puedo estar trabajando de lunes a domingo y algunos días hasta 12 horas", explica De Miguel.
En el año de Magic
MagicSu comercio, en concreto, abrió sus puertas un 10 de septiembre de 1994, con fiesta de inauguración incluida, en el año en el que llegó al Estado el juego de cartas Magic: El encuentro, y lo hizo bajo el nombre de Ronin que significa samurái que no tiene señor, "con lo cual indicábamos que éramos una librería independiente, sin franquicia, y hacíamos referencia a la cultura japonesa que empezaba a tener auge por los mangas y nos gustaba".
Hasta ahora, clientes fieles la librería Ronin seguía teniendo "pero cada vez menos. Estaban los de toda la vida, pero iba perdiendo a los que tenían hijos y los que se iban a vivir fuera... También hay otros que han visto que era más fácil o barato comprar por internet".
Y las nuevas generaciones, las de los videojuegos, teléfonos móviles y Youtube. "Y también han empezado bastante a encarecerse estos productos, lo que es complicado para los que quieren empezar. Esto no deja de ser en el fondo una tienda friki y ahora el frikismo lo puedes encontrar en cualquier sitio", argumenta.
Dura decisión
Así que con todo el dolor de su corazón, tomó la decisión de cerrar en agosto, "el duelo ya lo he pasado", declara. Si bien, estas últimas horas se le están haciendo algo más duras: "Ayer envié un WhatsApp para avisar a mis clientes que cerraba y es cuando me han contado la pena que les daba".
Pondrá fin de esta manera a estos 27 años y medio de actividad, "como el club de los 27", precisa con humor, del negro, en clara alusión a todas esas celebridades que se fueron a la tumba a esa tierna edad: Kurt Cobain, Jim Morrison, Jimi Hendrix, Janis Joplin... "Y ahora la librería Ronin", agrega.
Con solo 21 años
De Miguel solo tenía 21 años cuando la abrió. Desde muy joven supo lo que quería y a qué quería dedicarse para hacer de su profesión un hobby. "Desde los 16 años me he estado moviendo en los juegos de rol, en una época en la que te veían como una cosa rara. Tenía unos gustos, unas inquietudes, que me gustaba compartir con la gente y ya, cuando tenía 18 años, creamos la Asociación para la divulgación, promoción y enseñanza de los juegos de rol. Tiempo de Dragones, y hacíamos actividades, jornadas, eventos... La mayoría de los que fueron a esas charlas luego fueron clientes míos. Hicimos una, por ejemplo, en relación al asesino del rol para calmar a los padres explicando qué era un juego de rol, para que supieran que la gente no va matando por ahí, porque querían saber qué era lo que estaba pasando".
Lo mejor de todos estos años y lo que más va a echar de menos es la gente "que nos hemos conocido aquí, incluso han salido cuadrillas porque encontraban gente con sus mismos gustos. Ha sido más allá que una tienda. Era como una parroquia a la que venía gente que cuando tenía un rato se pasaba a ver quién había".
Por eso su mensaje final no puede ser otro: "Creo que Ronin ha sido más que un negocio. Ha sido un punto de encuentro. Se creó una comunidad muy bonita. Gracias a toda esa gente que he visto y conocido en Ronin". Él, por su parte, ya les está echando de menos.