Con el paso del tiempo desaparecen muchos oficios, y llegan otros nuevos según las necesidades que van surgiendo en la sociedad alavesa.

Hace unos años en Vitoria no habíamos oído hablar de profesiones que hoy en día son muy demandadas tales como desarrollador de software, analista de big data, especialista en e-commerce o gestor cloud.

El mercado laboral está cambiando a marchas forzadas, e implica la desaparición de empleos que hace unos años eran de lo más estables en la ciudad.

Hace 30 años había dos profesiones que eran muy habituales en las calles de Vitoria y Álava, y que sin embargo, hoy en día apenas ya pueden escucharse sus sonidos tan particulares.

¡Una bombona al 6ºB!

Hablamos del repartidor de butano y del afilador, dos empleos que a la mayoría nos traen recuerdos entrañables de nuestra infancia en Vitoria.

"¡Una bombona al 6ºB!". Así se llamaba al repartidor cuando escuchabas desde casa que el camión había llegado al barrio. Por la ventana y a gritos diciéndole cuál era tu vivienda.

El repartidor, bombona al hombro, te la subía hasta la puerta de casa. Un oficio que obligaba a tener unas condiciones físicas inmejorables para poder cargar decenas de bombonas a diario, teniendo en cuenta que la bombona tradicional con la carga de gas pesa 26,5 kg.

A lo que hay que añadir el estrés que conlleva buscar aparcamiento continuamente en las ciudades para cargar y descargar.

¿Y cómo nos enterábamos de que había llegado el camión al barrio? Por el inconfundible sonido de las bombonas al ser golpeadas por los repartidores. Cómo olvidarlo.

Hoy en día, el cambio de cocinas en los hogares, que han pasado de butano a inducción en muchos casos, ha provocado que los repartidores no se vean como antes. Eso sí, el butano siguen siendo una opción en restaurantes y demás establecimientos de comida, ya que garantiza mejores opciones a la hora de cocinar.

El chiflido del afilador es universal

¿Y quién no se acuerda del sonido tan especial del afilador cuando se ponía debajo de tu casa? Un comerciante ambulante que ofrecía sus servicios de afilar cuchillos, tijeras, navajas y otros instrumentos de corte que tuvieras en casa.

Llegaba con su bicicleta o en moto llevando montada en la parte trasera o delantera el esmeril mecánico con una piedra de afilar, un instrumento que ha ido evolucionando y perfeccionándose.

Y se anunciaba con una especie de chiflido muy característico. De hecho, el pito original del afilador es un sonido universal ya sea en América, Asia o Europa.

Como curiosidad, hay gente mayor de Vitoria que dice que cuando suena el afilador va a llover.

Hoy en día es muy difícil oírlo tan a menudo como antes en las calles de Gasteiz, quizás más en los barrios tradicionales como Coronación, Casco Viejo, Sansomendi o Zaramaga.