“Con restricciones, pero a disfrutar”. Así lo señaló uno de los Celedones de Oro que paseó por las calles de Vitoria para festejar el tercer día de las no fiestas. Una celebración que comenzó con una visita a antiguos compañeros en el cementerio, como es habitual, pero avanzó con la parsimonia que protagonizó el día de ayer. Y es que es innegable pasar por alto que, una vez llega el 6 de agosto, la ciudad comienza a adquirir una calma muy dispar a los días previos. La atmósfera sigue ahí, potenciada por los turistas que se animan a visitar el centro de Gasteiz, pero la representación de los alaveses se ha visto mermada en 2021.
“Falta la música, los conciertos, el paseíllo...”. Ante todo se unía en armonía pero ahora el ambiente está “desdibujado”. De esa manera contempló ayer la mañana Berti, de la cuadrilla Bereziak, que junto a sus compañeros de aventura resaltaban entre las terrazas de la Plaza España con sus botoneadas camisas, abrazadas por la blusa que todos los años desempolvan los veteranos vitorianos. Explicó que muchos de sus camaradas se han marchado o siguen trabajando, algo bastante recurrente este año entre las cuadrillas gasteiztarras, que se suma a ese “silencio” que se percibió en las calles durante las primeras horas del día.
Durante una reflexión sobre los pasados 365 días, Berti quiso recordar que el año pasado, en esta misma fecha, toda la población estaba sumida en una completa “indefinición” respecto al virus. Ahora existe un colchón de seguridad, de que conocemos a qué nos enfrentamos, reforzado con la pauta de vacunación que continúa gracias al incansable trabajo de los sanitarios, aún en estas fechas festivas. Por todo ello, el veterano blusa quiere seguir disfrutando de lo que se pueda con seguridad, sumándose a las comedidas celebraciones a través de los actos repartidos por la ciudad, impulsado por un optimismo que logra contagiar con la eficacia del bicho.
Por otro lado, quienes también agradecen un pequeño respiro mañanero son los locales hosteleros de la parte antigua de la capital, aunque el trabajo no se detiene. Había que prepararlo todo de nuevo para que los clientes, gran parte de ellos procedente de lugares lejanos a Vitoria, pudieran disfrutar una vez más de los pintxos, las cervezas y los vinos que no paran de salir de las tabernas durante toda la semana. Limpiando y colocando las mesas tras la celebración nocturna del día 5, algo más tranquila que en el pistoletazo de salida de las fiestas, cuando “se notaba que la gente tenía ganas”, como explican desde el bar Apolo. En ese sentido, al realizar una previsión de la afluencia de sedientos y hambrientos ciudadanos para los próximos días, un gran factor a tener en cuenta, como es habitual en Gasteiz, es la temperatura.
A primera hora de la tarde, cuando los comensales que poblaban los bares y restaurantes de la Kutxi deslizaban el último trozo de pan para rematar sus platos, la calle parecía la otra cara de la moneda que se vivió las anteriores dos jornadas. Si durante la previa del descenso imaginado de Celedón y la celebración del día de La Blanca lograr un asiento tenía tantas posibilidades de éxito como que los integrantes de las cuadrillas se hidrataran a base de agua, ayer se pudieron observar una o dos mesas por cada local a la espera de nuevos clientes. Muchos gasteiztarras no repitieron zona a la hora de comer, por lo que, hasta bien entrada la tarde, no era necesario pasear zarandeando la mirada en busca de un hueco en los santuarios del buen beber. Todo ello con el comedimiento y respeto que estos tiempos requieren, y teniendo en cuenta que los vecinos hosteleros, que bastante han aguantado durante los últimos meses, y se enfrentan a situaciones complicadas para organizar la gran afluencia de personas en los aledaños, también tienen derecho a tomarse un respiro y ser tratados con el máximo decoro.
Este contraste de imágenes que se perciben en el centro y la parte antigua de Gasteiz a lo largo de la jornada, respecto a las que inundan las redes una vez se pone el sol refleja una vez más que el respeto a las medidas vigentes sí se cumple en la capital, aunque no lo parezca. La labor de múltiples trabajadores y trabajadoras que, desde primera hora del día, se esfuerzan para intentar que la situación no se desboque entre los clientes, no solo jóvenes, sino de todas las edades, hambrientos de un pellizco de libertad tras 3 meses de confinamiento domiciliario y otros 13 de confinamiento emocional, es esencial. En ese sentido, tanto los gasteiztarras como los turistas que disfrutaron del tercer día de las aún extrañas festividades de 2021 siguen intentando aprovechar las oportunidades que se presentan para desconectar de una época en la que se torna difícil ver la luz. Por ello, como Berti, el optimismo es la mejor herramienta para sacar el máximo partido a estas no fiestas.