as puertas de la pizzería Dolomiti se abrirán hoy domingo y en torno a su mesa volverán a congregarse los gasteiztarras amantes de este plato típicamente italiano. Sin embargo esta jornada es especial para Paco Galdós, su hija Patricia y la docena de personas que forman el pelotón de trabajo de un conjuntado equipo.
Hay que retroceder cuatro décadas en el calendario, al 1 de agosto de 1981, para rememorar la jornada de inauguración de lo que fue la primera pizzería de Gasteiz. Al frente del proyecto y tirando de la grupetadespués de colgar la bicicleta tras once años de exitosa trayectoria profesional y firmar en carreteras italianas algunas de sus más memorables gestas. Las tierras transalpinas terminaron por inocularle ese gusto por la gastronomía italiana, a pesar de que su primera intención tras dejar el profesionalismo fue "abrir un estanco en la calle Paraguay, donde vivíamos, aunque me denegaron la concesión", rememora para DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Esa negativa inicial le hizo cambiar el enfoque hacia un restaurante italiano, y un viaje a Verona le puso definitivamente en la senda su nueva etapa profesional. "Un apasionado del ciclismo, Gino, me llevó a una pizzería de las afueras de Verona y allí me enamoré de aquel sitio con su horno de leña. Me vine a Vitoria para cambiar el proyecto y abrir una pizzería", comenta satisfecho Galdós con la perspectiva de estas cuatro décadas. Los inicios fueron "difíciles" en una ciudad como Gasteiz al comienzo de los años 80 del pasado siglo. "Mis amigos desconocían este tipo de comida, no se sabía lo que era la pizza e incluso venía gente al restaurante y pedían una pizza para cinco personas", rememora con humor el exprofesional que vistió los maillots del KAS y Kelme.
Aquel sábado 1 de agosto abrió sus puertas el Dolomiti "con un horario inicial de 18.00 a 00.00 horas" y una anécdota que se mantiene tan fresca en la memoria de Paco Galdós como la pasta que sirve de base a sus más de 37 pizzas de la carta. "Eran las seis de la tarde y no teníamos ni pan, ni cambios para las vueltas de ese día", esboza con una sonrisa. El problema del pan se solventó con un meteórico viaje a la panadería de El Hornero, en la calle Sancho el Sabio, donde hacerse con las provisiones necesarias.
A partir de ese instante la apuesta por la "calidad de los productos" y el esfuerzo de Paco Galdós primero y, desde hace ocho años, de su hija Patricia han convertido a Dolomiti en una referencia gastronómica de la ciudad. "Aquí todos los días son de carrera y no hay ninguna cuesta abajo", enfatiza un Paco Galdós, que durante muchos años ha estado poniendo fin a su jornada laboral pasada la una y media de la mañana "o incluso las tres", recuerda. Durante estas cuatro décadas han tenido que atravesar momentos complicados del negocio como la crisis entre 2008 y 2011 "solapada con la gran reforma del local que afrontamos en el año 2009", recuerda Patricia Galdós, que tira ahora del pelotón, aunque con la atenta mirada y asesoramiento de su padre.
A pesar de todos los puertos que han tenido que superar desde 1981 ninguno es tan duro e interminable como en el que llevan inmersos desde la irrupción de la pandemia. "Tuvimos que adaptarnos al cierre, a la comida a domicilio y los pedidos para sobrevivir", explica Patricia. Sin embargo, se muestra convencida de que la pandemia "va a suponer un punto de partida nuevo y un corte con el pasado que nos va a servir para aprender".
Una fecha tan redonda como las cuatro décadas están sirviendo para vivirlas de manera singular. La fachada luce una decoración especial y también el interior. Además buscan la interacción de la clientela en las redes sociales y quienes compartan algún recuerdo o momento singular optan a llevarse una de las comidas o cenas que sortea Dolomiti.
"En la hostelería todos los días son de carrera, con puertos, falsos llanos y no hay cuesta abajo"
Exciclista y fundador de Pizzería Dolomiti
"Llevo 21 años en el negocio; me encanta y disfruto mucho, además de estar con mi padre"
Gerente de Pizzería Dolomiti