El primer contenedor para el almacenamiento en seco del combustible gastado de Santa María de Garoña salió de la fábrica de Ensa en Maliaño (Cantabria) y llegó a la central nuclear poco antes de las 17.00 horas del martes. Se trata del primer envío del pedido inicial de cinco contenedores que irán llegando cada dos o tres semanas hasta el mes de julio.

Después del verano se realizarán las pruebas funcionales con los contenedores en la central y está previsto que la carga de los mismos se realice en el primer trimestre de 2022. Posteriormente irán llegando otros.

Estos primeros fueron encargados en 2012, pero sufrieron modificaciones para mejorar sus características siguiendo indicaciones del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y por eso se han retrasado hasta ahora.

Doble propósito

En concreto, el contenedor ENUN 52B es un contenedor metálico universal de doble propósito (almacenamiento y transporte) que puede albergar hasta 52 elementos. Se trata de un vaso o cuerpo metálico rodeado de un blindaje neutrónico y está provisto de dos tapas de cierre mediante pernos y su vida de diseño es de 50 años. En su interior dispone de un bastidor en el que se introduce el combustible gastado. Miden casi cinco metros de alto, tienen un peso cargados de 72 toneladas y su diámetro es de 2,09 metros.

El combustible gastado de la central nuclear de Santa María de Garoña, se encuentra en la piscina de la instalación, y debe ser almacenado o encerrado en unos contenedores especiales que tuvo que autorizar el Consejo de Ministros.

Según decidió el CSN, se autorizó a la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, S.A., S.M.E. (Enresa) la celebración de dos contratos para la fabricación y suministro de contenedores para el almacenamiento en seco del combustible gastado de las centrales nucleares de Almaraz (Cáceres), Trillo (Guadalajara) y Santa María de Garoña (Burgos). Los contratos se adjudicaron a la empresa española Equipos Nucleares, S.A., S.M.E. (ENSA).

La razón de esta compra es que, en las centrales nucleares, tras las recargas, el combustible gastado extraído del reactor se almacena en piscinas que se encuentran ubicadas en el interior de las mismas.

Para garantizar la continuidad operación de las centrales en explotación, cuando la capacidad de las piscinas se acerca a su saturación, o para permitir el desmantelamiento de una central, cuando ésta ha cesado su explotación, como es el caso de Santa María de Garoña, el combustible gastado se introduce en contenedores y se deposita en un almacén temporal individualizado (ATI) construido en la propia central.

El contrato

El contrato tiene como objeto suministrar 44 contenedores para el almacenamiento del combustible gastado de la central nuclear de Garoña. El valor estimado del contrato es de 127.600.000 €, el plazo de ejecución 5 años. Los contenedores que llegarán a partir de 2023 son del mismo tipo que los 5 que fueron adquiridos por Enresa en 2012 y que fueron autorizados por el Ministerio previo informe del Consejo de Seguridad Nuclear y de los que el primero llegó el martes a la central.

Las necesidades de contenedores se han planificado teniendo en cuenta lo previsto en el borrador de Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), y el Protocolo firmado en lo relativo a las fechas de cese de la operación de cada uno de los reactores. En el caso de Garoña, Enresa y el titular de la central, Nuclenor, trabajan para planificar y acometer su desmantelamiento a la mayor brevedad posible y de hecho, está en información pública el proyecto de la fase 1 del desmantelamiento.

Trabajos iniciales

Entre los trabajos iniciales destacan los de extracción del combustible gastado de la piscina y su almacenamiento en seco, para lo que es preciso adquirir los contenedores correspondientes, para poder ejecutar el desmantelamiento de esta central.

Las compras de los contenedores se realizan con cargo al Fondo para la financiación de las actividades del Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR), que se nutre de la prestación que satisfacen los productores de los residuos. En el caso de las centrales nucleares en explotación, la cuota que abonan es el resultado de multiplicar la energía generada por cada central por una tarifa fija unitaria.