o son muchos sus habitantes, pero lo cierto es que Laguardia encabeza el motor del turismo en el País Vasco junto con el resto de localidades de Rioja Alavesa y de sus instalaciones de restauración, hostelería, alojamientos, comercios, empresas especializadas en enoturismo y bodegas.

Sin embargo, resulta evidente que su competitividad y su rendimiento están en la franja del peligro. Y no por su gestión, sino por la falta de clientes impuesta por la pandemia y la falta de apoyos para sobrellevar lo que ha sido una crisis de Estado.

Para ayudar a alzar la voz la Asociación para la dinamización de empresas de Laguardia, Dela, ha invitado a sus asociados a salir a la calle y ha impulsado encuentros con las administraciones para buscar remedios a la crisis, pero poco han podido lograr.

Javier Ruiz es el secretario general de la asociación, y propietario de la firma Pepita Uva, y la valoración que hace de la situación no es muy halagüeña: "La verdad es que estamos pasando un momento complicado. Laguardia es un municipio muy turístico y muchas de las tiendas sí que lo han notado: las carnicerías, las panaderías o las vinotecas como en este caso Pepita Uva. Nosotros vivimos muchísimo del cliente y tenemos mucho comercio, somos muchos los que estamos en la asociación, más de 30 establecimientos, y al final somos un municipio de 1.500 habitantes, con casi 30 bares y la situación se nota mucho. De hecho hay días que muchos no abren€ Aún pudiendo".

Durante estos meses pasados comercio y hostelería se ha movilizado para mostrar su preocupación por el derrotero al que se estaba llevando a estas actividades a causa de las medidas tomadas por la pandemia y la falta de ayudas oficiales. Semana tras semana los propietarios de estos establecimientos, que son el motor de la villa medieval, han estado saliendo a la Plaza Nueva con sus pancartas y su preocupación, tratando de ser escuchados.

Sin embargo "nos han atendido, tanto Gobierno Vasco como la Diputación. Nos hemos reunido con Turismo, Comercio y Consumo, y es verdad que te atienden pero no te dan soluciones, ni tampoco hemos recibido muchas ayudas, incluso locales. Por eso está siendo complicado".

Esa situación llevó a los emprendedores a salir a la calle. "Empezamos con SOS-Rioja Alavesa. Todos sabemos que es una comarca pequeña y el estar cerrados es como estar en tierra de nadie. Estuvimos en el municipio con una incidencia superior a 400, y por tanto cerrados desde octubre, y en estos meses sí que se ha notado el que la gente de Bizkaia, la de Gipuzkoa, no han podido venir hasta días previos de Semana Santa, aunque después volvimos a ser cerrados. Por todo eso está siendo complicado y duro", explica Javier Ruiz.

Desde la institución local se puso buena voluntad para ayudarles a través de dos campañas de bonos. La primera destinada al comercio en general y la segunda, recién iniciada, para comercio y hostelería por separado. Son unos bonos a los que pueden acceder los empadronados mayores de 18 años. Sin embargo, el problema "es que hay mucho comercio y mucho bar y al final es una cantidad que puede servir, pero en este caso es para la gente local, los clientes locales, que ya los tenemos. Por eso creo que debería haberse planteado interpueblos, ya que hay mucha gente de otras localidades, o de otras provincias, que podrían comprar. De todas formas, es una cantidad que se agradece, porque es un dinero del municipio, que repercute aquí mismo y es para la gente que vive y trabaja aquí".

Es cierto que hay muchas empresas que han optado por el teletrabajo y muchos los que han encontrado en el comercio electrónico una salida para sus productos. Pero Laguardia necesita a la gente presencial, porque "es un municipio donde hay muchas bodegas para visitar y si no hay turistas la gente se ha tenido que ir a los ERTE, como es el caso de mi trabajadora de Pepita Uva, porque es imposible mantener puestos de trabajo. Y al igual que mi empleada, muchísimos otros establecimientos tienen a todos sus trabajadores en ERTE". Y esto es especialmente duro "porque llevamos ya un año".

En el caso concreto de Javier Ruiz, su actividad no solo se centra en la vinoteca, sino que también realiza un gran trabajo desarrollando visitas por la villa medieval, entre otros lugares "para enseñarles todos esos rincones ocultos o colaboramos con otros establecimientos y mostramos bodegas, incluida la nuestra, y la gente nos comenta que no entienden que en espacios abiertos no permitan grupos de más de seis personas". Explica que las visitas que han podido realizar han estado completas, pero en ocasiones han llegado dos familias "de cuatro adultos y dos niños y tenemos que decirles que lo sentimos, que no podemos", porque con el guía se supera el aforo. Afortunadamente "la gente que ha venido ha sido muy respetuosa, muy cuidadosa, al menos en Laguardia. Han venido con mascarilla, respetando distancias y nosotros aplicando todas las normas de higiene, aforos€". Eso conlleva una pérdida de beneficio que Ruiz calcula, con respecto a 2019, en un 35 por ciento.

Con respecto a la posible presión de las administraciones para el cumplimiento de las medidas, Javier Ruiz responde que "nos han apretado bastante las tuercas a toda la comarca" refiriéndose al cierre de poblaciones. Y pone como ejemplo a Vitoria en el día de San Prudencio, una fecha en la que muchas personas podrían haberse desplazado a la villa amurallada. Pero esa ciudad, que tiene más o menos el 80 por ciento de la población de Álava no pueden salir: "yo estoy ahora mismo en la calle, en Laguardia, y no hay nadie. En un día de fiesta, esto estaría lleno de gente".

Pero lo que ahora quieren comercio, hostelería e instituciones, es mirar hacia adelante, al futuro. "Hemos aguantado un año -afirma Javier Ruiz-, pero la fe la tenemos y las ganas de trabajar, siempre. En Laguardia tenemos la suerte de que no ha cerrado ningún establecimiento, a pesar de tantos problemas. Y es que al llegar esta Semana Santa vimos que estábamos mejor que el año pasado, cuando estuvimos confinados en nuestras casas, y pudo venir gente". Otra cosa es "cómo están nuestros bolsillos. Mi madre y mi padre siempre decían 'si quitas y no pon, se acaba el montón'. Y a nosotros, en estos momentos, el montón se nos ha acabado.