El covid-19 ha creado todo un abanico de perfiles, desde aquellos que han dejado de lado su adicción al juego con el cierre de salones y casas de apuestas, a los que se han trasladado al ámbito online, pasando por los que han recaído con la reapertura de estos establecimientos. Sin embargo, si algo han notado desde Asajer (asociación alavesa de jugadores en rehabilitación) es un repunte en las consultas por el abuso de Internet y los videojuegos, ya que la pandemia ha ocasionado que se usen más las pantallas. De ello, habla la psicóloga Ana Herrezuelo, que recuerda que el juego está asociado con las emociones.
En este año de pandemia, ¿han notado un aumento en las consultas relativas a la adicción a las tecnologías, videojuegos, etc.?
-Evidentemente, en la pandemia el uso que se está haciendo de las pantallas es mucho mayor por parte de toda la población. Sí que es cierto que últimamente hay más llamadas de padres y madres que han mostrado preocupación, porque igual durante el confinamiento no han puesto los límites que habían puesto antes de ese momento, y cuando los han intentado poner, se han encontrado con dificultades. Recibimos bastantes demandas relacionadas sobre todo con pantallas, videojuegos, etc. Sí que hemos apreciado un aumento.
¿Los adultos también hemos aumentado ese consumo?
-En adultos igual lo que hemos apreciado más es el juego online. En personas que ya pueden tener un problema con el juego, ha sido una época en la que igual se han apoyado más en videojuegos, pero también han recurrido más a ese juego online, algo que ha aumentado. Hemos apreciado que ha habido personas que han contactado con la asociación porque querían autoprohibirse el juego. Y cuando se trata de videojuegos a nivel de una llamada ya clara, nos encontramos más con adolescentes, que eso no significa que en los adultos no haya habido abuso. Pero suelen ser más los padres y madres de adolescentes los que contactan con la asociación, y más con chicos que con chicas.
¿Qué es lo que nos alerta de que nos encontramos frente a una adicción a las pantallas, videojuegos, etc.?
-Lo primero que podemos apreciar es que puede haber un exceso de tiempo. Siempre se ha considerado que más de dos horas seguidas no habría que estar por tema de salud y rendimiento, y generalmente cuando alguien de forma continuada invierte cuatro horas diarias, podríamos hablar de un abuso. Y si son más de siete, hablaríamos de adicción. Pero esto tiene que ir unido a otros factores, que afecte a las actividades cotidianas: sueño, estudio si son escolares, trabajo si son adultos, en su relación con los iguales, etc. Y algo que se ve de forma importante en el caso de las pantallas es la relación con la familia. Suele ser muy complicada y conflictiva, y puede haber incluso situaciones de violencia o amenazas de que “si me quitas la pantalla, me tiro por la ventana”.
En su página web, en asajer.org, describen las diferentes sintomatologías de las adicciones en diferentes ámbitos (Internet, videojuegos, juego, etc.). ¿La edad es un factor determinante para que estos se desarrollen?
-Por ejemplo, hay algunas situaciones como cuando hablamos de las tecnologías, que nos las podemos encontrar con más frecuencia en jóvenes y adolescentes porque las usan con mayor frecuencia. Pero puede ocurrir a cualquier edad. Lo que pasa es que las tecnologías forman parte de la vida cotidiana de los adolescentes. En general nos encontramos, cuando gente nos solicita ayuda, que con más frecuencia se producen a esa edad, porque no es solo el uso que se haga de la tecnología, sino también que en el uso de la tecnología pueden encontrarse con otros riesgos como la privacidad, acoso, suplantación de identidad. Uno cuando es adolescente puede llegar a situaciones de más riesgos. En esa medida, la edad sí puede ser un factor importante, pero ha habido adultos también que han conocido a alguien por Internet y les ha pasado algo que podría pasarle a un adolescente.
Comentaba que más de siete horas de uso podría ser considerado una adicción. ¿Como padres, ante esta señal de alerta, cómo deben actuar?
-Nosotros en la asociación apreciamos que cuando hablamos de tecnología, cuando hacen demanda es porque la problemática ya es importante. Es como que todavía no hay la concienciación suficiente por el hecho de que como es algo que forma parte de lo cotidiano y en mayor o menor medida todos las usamos, no consideramos que puedan producir riesgos. Además, no significa que todos tengan una adicción. Puede haber alguien que pudiera cumplir ciertos criterios que nos harían pensar que puede tener una adicción, pero luego nos damos cuenta de que por la edad que tienen hay ciertos comportamientos que pueden formar parte del hecho de ser adolescente, y en las adicciones tecnológicas hay un concepto que es el de la pseudo adicción, porque puede haber un exceso de uso, pero como se produce en edades en las que puede haber un exceso de cosas, en la medida en que cumplen años se ve que van abandonando las tecnologías y centrándose en otras cuestiones. Sí hay un porcentaje de personas que igual no dan ese paso evolutivo como lo esperado y se quedan un poco atascados en ese momento. Te puedes encontrar con gente que puede tener ciertas dificultades con sus iguales porque igual han sufrido una situación de acoso y han encontrado su refugio en las redes sociales, que les permiten tener cierta relación social.
Ahora que el acoso traspasa también las fronteras digitales, ¿cómo les afecta todo esto?
-El ciberacoso es más frecuente de lo que pensamos. Hay personas que han sufrido el acoso y se ha trasladado a la red; en otras personas se ha quedado solo en el acoso y en otras ha surgido en la red. Generalmente las personas que lo sufren y tienen alguna problemática, lo llamativo es que les cuesta salir de lo virtual, porque podemos pensar que sería lógico que si te está haciendo daño podrías salir y evitarlo. Pero te encuentras con que les cuesta mucho hacer eso. Creo que llegan a ese tipo de situaciones porque permanecen mucho tiempo involucrados en lo tecnológico. Lo que pasa en la calle al final se ve reflejado también en la red; las envidias, las mentiras, etc. Cualquier problema que está en la calle está en la red con lo positivo de que lo que ocurre online deja constancia y nos permite que a la hora de poner una denuncia tengamos en qué apoyarnos.
Habla de que cualquier problema que ocurra en la calle también está en la red. En ese sentido, cualquiera podría pensar que con el cierre de los salones de juegos esa actividad se habría reducido. Pero, ¿se ha trasladado a Internet?
-Por ejemplo, se ha apreciado que algunas personas que no podían jugar de forma presencial y que hasta ese momento su práctica era presencial, han recurrido al juego online. Luego hay personas que han podido iniciarse en esta pandemia. En algunas personas ha tenido de positivo que ya llevan un tiempo en recuperación y este periodo les ha tranquilizado por no poder jugar. Lo llamativo también es que mientras no pueden jugar no han jugado y aparentemente no han tenido grandes dificultades, pero en cuanto han vuelto a abrir allí estaban. Se veía que cuando me lo prohiben no tengo tanta dificultad para no jugar, pero cuando depende de mí las dificultades son mayores. Eso sí que nos ha llamado bastante la atención. En este último caso, son situaciones externas a uno las que hacen que me frene en el juego, pero si es la propia persona la que tiene que controlar, no lo hace porque no tiene ese control interno. Eso se ha visto en la pandemia. Como ves, el abanico de circunstancias ha sido muy variado, porque no es lo mismo el que acaba de tomar conciencia del problema que tiene, el que lleva ya tiempo tratando de controlar su situación y el que se inicia, porque también hay gente que se está iniciando en este momento.
¿Hay algo que os esté preocupando o llamando la atención especialmente en esta era del covid?
-Vemos que nos da la impresión de que todavía es algo que no ha emergido del todo. Se están empezando a apreciar ciertas cosas, pero más adelante igual vamos a ver una repercusión más importante en lo que se refiere a la parte más emocional, con las alteraciones emocionales como puede ser la ansiedad, las alteraciones en el estado de ánimo. Hablamos ahora de la fatiga pandémica. Más allá de que tengas o no ganas de jugar, la repercusión de lo que estamos viviendo en el día a día. En ese sentido, la población sería más vulnerable porque de por sí ya el juego está muy asociado con lo emocional. Algo tan simple como que si he tenido una discusión con mi pareja y me he ido a dar una vuelta, ahora las alternativas que uno puede tener de escape son algo menores y uno puede tener más limitación. Todo eso creo que todavía no se ha evidenciado del todo. Todavía no se ha visto del todo la repercusión que está teniendo esta pandemia en las personas que tienen adicciones, porque a algunas les ha dado tranquilidad por no tener tantas opciones de contactar con ciertas sustancias o el juego, y hemos visto aspectos positivos como que tienen más vida familiar y eso se ha valorado para algunos adolescentes que igual antes del confinamiento tenían ese problema con las pantallas y en el confinamiento han tenido a sus padres, y han podido jugar incluso a juegos de mesa en familia. Algunas comentan que han jugado a juegos de mesa toda la familia. Ha tenido también esos aspectos positivos.
“El ciberacoso es más frecuente de lo que pensamos (...) Lo que pasa en la calle, al final, se ve reflejado también en la Red”
“Hemos apreciado cómo algunas personas que no han podido jugar en las casas de apuestas han recurrido al juego ‘on line’”