- La travesía de Azazeta se ha transformado radicalmente para tratar que los vehículos que atraviesan en ambos sentidos el pueblo que da nombre a ese puerto de la comarca de la Montaña Alavesa lo hagan a una velocidad no superior a los 50 kilómetros hora. Ahora es el turno de los conductores, el momento para que asuman la peligrosidad en la que han vivido los vecinos y por la que se manifestaron en varias ocasiones reclamando medidas a las administraciones.
Ayer se dieron por finalizadas las obras de urbanización y calmado de tráfico de la travesía de la carretera A-132 a su paso por Azazeta para mejorar la seguridad vial en este tramo tras una inversión de 258.109 euros. Este proyecto, que ha desarrollado la Diputación Foral de Álava, incluye nuevas aceras, paradas del autobús en ambas manos de circulación y un paso de cebra con semáforo, se enmarca en el Plan foral de inversiones extraordinarias para fomentar el equilibrio territorial.
Por esa razón, el diputado foral de Infraestructuras Viarias y Movilidad, Javier Hurtado, y la diputada foral de Equilibrio Territorial, Irma Basterra, acudieron a Azazeta para visitar la travesía y conocer en persona el resultado de las obras. Hurtado y Basterra recorrieron los distintos puntos del tramo junto con el alcalde de Maeztu y presidente de la Cuadrilla de Montaña Alavesa, Anartz Gorrotxategi; el presidente de la Junta Administrativa de Azazeta, Raúl Rituerto; y representantes de los grupos junteros, escuchando las explicaciones del director foral de Infraestructuras Viarias. Hurtado explicó que esta intervención incorpora a esta travesía distintos elementos de calmado de tráfico para disminuir la velocidad de paso de los vehículos, itinerarios peatonales seguros mediante aceras y un paso de cebra regulado por semáforo, y mejores accesos al núcleo. "El objetivo es mejorar la seguridad vial de este tramo para personas conductoras y, sobre todo, para peatones", concretó. Por su parte, la diputada Basterra recordó que la solución de este punto negro "era una reivindicación histórica de los vecinos. La seguridad vial y el calmado de tráfico facilitan el día a día y proporcionan calidad de vida para los pueblos, y eso es también equilibrio territorial", subrayó.
La obra, iniciada en 2019, dota a la travesía de aceras, dos espacios para su uso como parada de autobús y accesos más cómodos al pueblo a la altura del lavadero, con la eliminación de ese lugar como aparcamiento de coches de manera desordenada. Este conjunto de actuaciones persigue facilitar itinerarios peatonales seguros y hacer ver a los 3.500 conductores que circulan diariamente por esta travesía que atraviesan una zona urbanizada y deben ajustar su velocidad al límite de 50 kilómetros por hora.
La intervención ha tenido lugar en un tramo de 253 metros de longitud de la carretera N-132 que atraviesa enteramente el núcleo urbano dando lugar a una calzada de 6,5 metros (dos carriles de 3,25 metros) dotada de una mediana reductora de velocidad de medio metro (mediana pintada sobre la calzada) y arcenes de un metro. Asimismo, incorpora nuevas aceras que, en función del espacio disponible son de dos metros de anchura. Respecto a la creación de dos espacios, uno en cada sentido, para su uso como parada de autobús, estos espacios, de casi 40 metros de longitud total, disponen de cuñas de entrada y salida y de un amplio espacio para que escolares y personas en general puedan permanecer en el lugar son correr peligro. Finalmente, y en colaboración con el Gobierno Vasco, se ha instalado un semáforo con pulsador junto al nuevo paso de peatones para cruzar con seguridad entre las zonas urbanas del núcleo.
Ahora toca controlar si se cumplen los requerimientos de velocidad, ya que de no ser así, la Diputación volvería a solicitar la instalación de un radar sancionador, como se había pedido inicialmente y a lo que el Departamento de Seguridad contestó que se realizara la obra de mejora previamente.
Los componentes de la Junta Administrativa, algunos de cuyos miembros estuvieron ayer durante la visita se mostraron agradecidos por el esfuerzo de esa obra realizada por la Diputación Foral. "No es la circunvalación que habíamos solicitado inicialmente, pero hemos visto el interés en solucionar el problema", comentaba uno de ellos. El problema, en el que coincidían los representantes del pueblo, es la inseguridad que les genera el dejar la responsabilidad de reducir la velocidad a los conductores "porque unos por despiste y otros porque conducen de esa manera no lo respetarán y seguiremos pasado miedo para cruzar la carretera".