Zalduondo - La historia escrita de Zalduondo no recoge las aportaciones hechas por las mujeres a pesar de ser un municipio con más de mil años. La localidad alavesa fue lugar de paso estratégico durante la Edad Media y hasta finales del siglo XVII. No obstante, la labor y aportación de las féminas ha sido invisibilizada durante siglos. No se les ha concedido el valor merecido en lo que respecta al sostenimiento de las familias. Tampoco se han reconocido sus aportaciones e iniciativas en los ámbitos social, cultural y político. El Ayuntamiento de Zalduondo, junto a Laia Eskola, la Diputación Foral y AZ participación, han elaborado un documental ensalzando la figura de las mujeres que viven en la localidad. “Para completar la historia contada necesitamos recuperar las historias de las mujeres. Este documental es un homenaje a las mujeres de hoy a las de ayer”, explican.

En Zalduondo, la agricultura ha tenido y tiene una importancia vital. En el mundo rural las mujeres siempre han trabajado dentro y fuera del hogar. Trabajaban duro en el campo y cuidando el ganado, además de dedicarse al cuidado de los hijos e hijas y encargarse del mantenimiento de la casa. En el documental se recogen testimonios de mujeres de la localidad de diferentes edades, profesiones y modos de ver la vida. Una de ellas es Asun Ruiz de Azua, que pese a haber nacido en Heredia, recaló con apenas dos años en Zalduondo con sus tíos. “Madre no hay más que una y yo, por suerte, he tenido dos. Mi madre y mi tía Bittori”, reconoce.

Clara Mujica, por su parte, asegura en el vídeo que “yo siempre he vivido contenta. Ahora se vive mucho mejor. No vas a comparar lo que se trabajaba antes. En el campo era una tortura. Ahora está la maquinaria”. A lo largo de los años las mujeres se han erigido en principales cuidadoras de los hijos y de sus progenitores. De hecho, algunas cuidadoras de ayer se han convertido en cuidadoras de hoy. Así lo atestigua Maribel Aracama. “Iban los chiquillos a la escuela a Araia y entonces te quedabas tranquila a cuidar los padres”, recuerda.

Mariló Madrigal, con estudios de magisterio, llegó a Zalduondo desde Madrid después de contraer matrimonio con un agricultor del pueblo con el que ha tenido una hija. “Yo ahora veo a las mujeres más empoderadas. La mayoría trabaja fuera de casa y los hombres colaboran en casa. La mujer de campo siempre ha cargado con el cuidado de los hijos, la casa y labores del campo”. Después de todos los años como vecina de esta pequeña localidad de la Llanada, Madrigal reconoce que “hice un cambio a mejor. Dejar una gran urbe y recalar en un pueblo pequeño era algo que siempre había querido. Estoy encantada”. Arantxa Imaz suscribe las palabras de Mariló y reconoce que “siempre tratamos de conciliar para que los dos estemos con la niña”, aunque apunta que “tengo la ayuda también de mi madre”.

Mercedes Durán narra en el documental su trabajo con la lana de ovejas como su lavado a mano con jabón, su posterior tendido y elaboración de colchones. Esta mujer siguió la estela de su marido desde su tierra natal. El trabajo hizo que Lorena Montano dejara Colombia y recalara en Zalduondo al conocer a su marido. “Aquí tengo trabajo y una familia. Estoy fenomenal. No lo cambio por nada”, señala al tiempo que afirma que “nunca me he sentido rechazada. Me han acogido muy bien”, destaca.

En la localidad siempre hubo tiempo para una vida social rica, tal y como recuerda Ruiz de Azua. “Fueron bibliotecarios Martín Martínez de Ordoñana y José Antonio López de Aberasturi. Cuando este último se fue de bibliotecario se quedó esa plaza vacía y me apunté para suplirlo. Ahí empecé mi vida social en 1978”, explica sin dejar de apuntar que en los últimos años las mujeres han estado más activas en la vida social del pueblo. “En 1974 se creó una asociación cultural. Al principio sólo había hombres, pero en 1980 nos metimos tres mujeres en la junta. Estábamos 7 hombres y 3 mujeres”. También recuerda aquellas partidas de brisca que organizaba los sábados. “Yo no decía que era ni para hombre ni mujeres, pero sólo se apuntaban mujeres. Los hombres preferían pasar el tiempo en el bar o se sentaban”. En el pasado, algunas jóvenes impulsaron el teatro en el Ayuntamiento para lograr dinero suficiente para mantener la iglesia limpia y decorada, tal y como recuerda Aracama. “Yo trabajaba de criada en las comedias. Iba toda la gente a vernos porque era la única cosa que había. El dinero que sacábamos era para comprar tela para hacerle a la virgen un manto, una alfombra roja para el altar?”.

La sociedad Zeledon Toki de Zalduondo, que se hizo en la escuela de chicas, ha sido y sigue siendo un punto importante de reunión de los vecinos desde hace 40 años. “En ese momento nos dejaron ser socias a las chicas solteras, pero cuando se casaban, la llave pasaba al marido”, rememora Ruiz de Azua.

Las mujeres han empezado a participar de manera activa hace pocos años como en los carnavales rurales. “A mí me hizo mucha ilusión porque la generación anterior a la mía no tuvo esa opción, Entonces, nosotras tuvimos la oportunidad de salir de oveja y fue muy importante porque rompimos con los moldes. Antes sólo salían hombres y las mujeres tenían otro papel”, comenta Ana Imaz.

Aitana Iradier fue, según cuenta, la primera chica que salió hace dos años cargando el mástil donde empalan a Markitos hasta el momento del juicio. “Llevamos una máscara y cuando llegamos al palacio y me quité la máscara oí comentarios porque la gente se esperaba que fuera un chico. Fue un momento emocionante y reivindicativo”, recuerda.

Los procesos se han dado de manera natural en Zalduondo, tal y como recuerda Arantxa Imaz, con su incorporación a la cuadrilla de blusas Los Txispas de la localidad. “Siempre hemos salido chicos y chicas juntos y de todas las edades. Un día comentaron que había que había que poner dinero (5.000 pesetas) para hacer txispas y mis primas y yo también nos apuntamos. No hubo ningún problema. Lo tomaron como normal, pese a que en anteriores generaciones las mujeres no habían participado. Hacer las fiestas juntos fue algo natural”, considera.

El último espacio al que han accedido las mujeres es el político. Belén Larrea fue la primera concejala en 1979 y en la siguiente legislatura, Loli López de Sabando. Tuvieron que pasar otros 28 años para que otras dos mujeres accedieran al cargo. Son Rosa Pérez y Celsi Martínez de Albéniz, quien se congratula de que en determinados espacios, como las veredas, “somos más”. Con todos estos testimonios, recogidos en el documental, la localidad de Zalduondo reconoce y visibiliza el trabajo y los avances de las mujeres en el pueblo. Vivencias y aportaciones con las que las mujeres han contribuido a la identidad del pueblo.