vitoria - Cualquier recurso sirvió ayer para protegerse del sol y del calor durante el pistoletazo de salida de las fiestas de La Blanca. Las previsiones meteorológicas se cumplieron y, al igual que ha sucedido durante casi todas las jornadas de este inicio de agosto, la temperatura alcanzó los 30 grados en la capital alavesa durante buena parte del arranque festivo, ocasionando más de un sofoco entre sus participantes. Según Euskalmet, la máxima del día se quedó precisamente en esa treintena, aunque sin duda el calor ambiental fue mucho mayor a medida que la ciudad se sumergía en su particular éxtasis. De ahí que los outfits elegidos para asistir a la bajada de Celedón, donde todo volvió a empezar, se pareciesen en muchos casos a los de una jornada playera.

Bañadores, sandalias -el veto al vidrio las ha devuelto definitivamente al arranque festivo-, gafas de sol, abanicos, gorros, sombreros, viseras y hasta flotadores de todos los diseños y colores imaginables estuvieron bien representados en la Plaza de la Virgen Blanca y sus aledaños, donde tampoco faltaron la crema solar y otros complementos como las pistolas de agua para protegerse del sol y sobreponerse a la temperatura ambiente. Sin duda, un buen inicio festivo para los numerosos vendedores ambulantes que se apostaron en las inmediaciones de la explosión festiva. Por fortuna, durante casi toda la tarde no dejó de correr una agradecida brisa que alivió -y mucho- el calor.

En previsión de las altas temperaturas y de una notable afluencia a la Virgen Blanca al tratarse de una jornada de sábado -finalmente no fue mayor que otros años-, fueron numerosas las cuadrillas que adelantaron su llegada a la plaza para hacerse con uno de los cotizados sitios con sombra que proporcionan los edificios que dibujan la entrada a las calles Correría, Zapatería y Herrería.

agradecidos manguerazos Al mismo tiempo, y desde más de media hora antes de que Celedón iniciase su descenso desde San Miguel, los bomberos apostados sobre un camión situado en la zona sur de la plaza no dejaron de aliviar a los asistentes con refrescantes manguerazos de agua. El dispositivo de emergencias municipal se completó con un hospital en plena Plaza Nueva atendido por personal sanitario y dos ambulancias, otro vehículo sanitario y otro de Bomberos en la cercana calle Mateo Moraza y tres ambulancias más en el entorno de la plaza General Loma y la calle Prado, así como tres puestos de sanitarios distribuidos por la Virgen Blanca y dotados con sendos desfibriladores. Quienes prefirieron vivir el inicio festivo desde un segundo plano pudieron protegerse bajo la sombra de árboles como los de la propia Prado.

Cuando el cohete tomó los cielos de Gasteiz y Celedón inició su descenso, una explosión liquida tomó los cielos de la Virgen Blanca ayudando a refrescar todavía más a los asistentes, que posteriormente se dirigieron a cumplir con otro de los rituales de todo 4 de agosto: Pedir agua, lanzada desde cualquier recipiente, a todo vecino que contemple el ir y venir desde un balcón del centro o el Casco Viejo de la ciudad. Mientras tanto, muchos otros prefirieron darse un improvisado chapuzón en fuentes como las ubicadas frente a la Catedral Nueva, cuyos chorros fueron uno de los elementos más deseados de la tarde.

El caluroso arranque festivo de este año 2018 pasará también a la historia por haber servido para rodar unos planos de la versión cinematográfica de El silencio de la ciudad blanca, la exitosa novela de la autora Eva García Sáenz de Urturi.