Vitoria - Para la suerte de la gastronomía alavesa, el restaurante Ikea, uno de sus buques insignia, continuará su extraordinario legado una vez que el empresario local Gonzalo Antón, referencia en la capital con otro grande como el Zaldiaran, concretara ayer la compra del histórico inmueble de la calle Portal de Castilla a la familia Ramos Berriozabal. Después de un periodo de total entendimiento y sintonía entre ambas partes que en las últimas semanas había quedado pendiente únicamente de los flecos propios de una operación de estas características, el hostelero de Miranda de Ebro asumirá definitivamente la gestión de su nuevo local el próximo 1 de mayo, si bien desde hoy comenzará a trabajar de manera conjunta con la anterior propiedad para garantizar una saludable transición. Está por ver a partir de ahora si Gonzalo Antón decide entregar la gestión del emblemático local a un tercero o compagina él mismo el día a día de igual modo que hace en el local de la Avenida Gasteiz.
En cualquier caso, la adquisición del Ikea, que incluye además del propio local de dos plantas las dos viviendas superiores, supondrá el mantenimiento de la propia marca así como su actual plantilla -formada por nueve trabajadores-, que deberá asumir a partir de ahora la filosofía del único hostelero que en estos momentos posee una estrella Michelin en Vitoria.
Pero es que además supondrá la continuidad de una trayectoria que vio la luz hace hoy 42 años con un coqueto local en la calle Paraguay que fundaron dos familias de hosteleros: José Ramón Berriozabal y Blanca Serrano y Fidel Ramos y Mari Ángeles Berriozabal. Cuatro emprendedores de bandera que catapultaron al Ikea hasta convertirlo en una referencia de la gastronomía vasca, que tocó el cielo en 2010 con la obtención de una estrella Michelin. Un merecido reconocimiento que poco después perdería tras el fallecimiento del que era su jefe de cocina, JR Berriozabal.
reto conseguido La continuidad del singular establecimiento que en su día diseñó Xabier Mariscal -creador de la mascota Cobi’92, entre otros- también supone un motivo de satisfacción para la propia familia, que hace un par de años volvía a cerrar filas sobre su gran proyecto de vida tras asumir su gerencia en un momento muy delicado. Entonces, el restaurante, que estaba en manos del mismo grupo que gestionaba la cadena hotelera Silken, se encontraba inmerso en un proceso concursal que amenazaba el cierre, de ahí que la familia fundadora, esta vez junto a los hijos de Berriozabal, asumió el reto de rescatar su casa, dirigirla, estabilizarla y dejarla en las mejores manos posibles. “El objetivo fue dotar a esta casa del sostén y la seguridad necesarias que le hicieran seguir escribiendo y ampliando su increíble historia, una meta que creemos haber cumplido tras el acuerdo alcanzado, de modo que estamos muy satisfechos porque el Ikea seguirá abriendo sus puertas y deleitando a personas del mundo entero con sus creaciones”, destacaba ayer la familia en un post colgado en su cuenta de Facebook. El testigo está dado y el futuro del restaurante parece estar asegurado. Gonzalo Antón tiene la llave.