Vitoria - A una edad muy temprana, con apenas 12 años y medio, lo que supone un año por delante que en el resto del Estado, los menores alaveses se inician en el consumo del alcohol y a partir de los 15 ya lo han probado casi nueve de cada diez adolescentes. Éstas son algunas de las conclusiones de la encuesta realizada entre mayo y junio a un total de 2.023 alumnos de 14 centros de Secundaria de Álava, excepto Vitoria, promovida por el Instituto Foral de Bienestar Social de Álava y los ayuntamientos de Llodio y Amurrio, cuyos resultados presentaron ayer la diputada de Servicios Sociales, Marian Olabarrieta; el alcalde de Llodio, Natxo Urkixo; la alcaldesa de Amurrio, Josune Irabien, y el autor del estudio, Vicente Fernández, de la empresa Sasoia.
Este inicio precoz “preocupa” a Olabarrieta, quien recordó “sus repercusiones en la salud y el desarrollo de la persona”, por lo que esta encuesta debe servir para mejorar, creando “un espacio de reflexión en el que familia, escuela y comunidad”, estudien y analicen la puesta en marcha de “acciones preventivas, eficientes y coherentes con la realidad de nuestros pueblos”. En este sentido, la diputada avanzó que sus resultados ayudarán “a diseñar los futuros programas de intervención con la población joven para dotarlos de herramientas saludables”, gracias a la colaboración interinstitucional.
No en vano, el informe es revelador en cuanto a que el 62% de los adolescentes encuestados de Llodio, Amurrio, Agurain, Oion, Lapuebla de Labarca, Laguardia, Nanclares de la Oca, Murgia y Labastida, declara haber bebido alcohol alguna vez en su vida. El análisis también constata cómo crece el número de jóvenes que toman estas bebidas a medida que se incrementa la edad, con lo que a los 12 años “uno de cada tres lo ha probado”, entre los 12 y 13 años se dispara a un 48% y a partir de los 15 años entre 8 y 9 de cada diez han probado el alcohol. Por sexos, los hombres comienzan a beber antes que las mujeres, para ser sobrepasados por éstas a los 13 años.
Los inductores La influencia del grupo sigue siendo clave en ese primer consumo de alcohol, con un 61% de los consultados que asegura que quien se lo facilita es el grupo de amigos, seguido, llamativamente por su padre o madre (18,9%), “para controlar lo que beben”, como aclara Fernández, y de otros familiares (6%) o sus hermanos (2,7%). El responsable de este estudio también se ha sorprendido al ver que entre el tipo de alcohol consumido destacan los destilados de alta graduación (rones, vodkas, whisky...), con un 32,9%, “con un modelo de consumo más anglosajón de bebidas de alta graduación al perderse la tradición del txikiteo”, seguidos de licores de menor graduación (28%), kalimotxo (23%) y la cerveza (11,6%).
Si bien, la mayoría (siete de cada diez jóvenes) no se emborrachan, sí que son comunes los “atracones de alcohol”, es decir, tomar cinco o más bebidas en un periodo corto de tiempo, donde la tasa aumenta al 32%.
Una vez más, el papel de la familia es fundamental, como factor de prevención, ya que produce en los menores una “normalización” del alcohol, cuando ven a sus progenitores beber. “Si los padres beben mucho, los hijos también y viceversa”, subraya Fernández. Al respecto, destaca el dato de que un 29% de padres y un 15% de madres lo toman frecuentemente. Y el positivo entre el 75,27% de los chavales que dicen nunca haberse emborrachado que son los que se llevan bien con su familia. De ahí la importancia de activarlas como uno de los motores más potentes en la prevención del consumo entre menores.