agurain - Las costumbres y tradiciones conforman un conjunto de oportunidades para estrechar vínculos afectivos entre generaciones al recordar las raíces y transmitir el legado de los antepasados, pues son parte de la herencia cultural. Preservar las tradiciones significa preservar la identidad. De ello saben mucho en Agurain donde un año más rememoraron ritos ancestrales locales como son el Rosario de la Aurora y la procesión de la Virgen de Sallurtegui. Coincidiendo con el Lunes de Pascua, decenas de fieles se congregaron para rememorar una fiesta que se remonta cientos de años atrás y cuyos ingredientes principales son el Canto de la Aurora, la procesión de la Virgen por el Casco Histórico de la localidad, el reparto de chocolate y un bollo con chorizo. Todo para festejar la aparición de la virgen en el caserío del mismo nombre que se encuentra a varios kilómetros de Agurain. Actualmente, esta imagen se conserva en la parroquia de Santa María, desde, donde aún de noche, partieron los auroros.

Un año más, el Lunes de Pascua en Agurain es tiempo de fiesta y recogimiento. Los salvaterranos felicitan a la virgen la Resurrección de su Hijo, del mismo modo que el Viernes Santo se la acompaña en su dolor y soledad. Su origen podría remontarse a la Guerra Civil que celebraba el encuentro entre la Virgen y Jesús Resucitado. Las imágenes todavía se guardan en la parroquia de Santa María de la localidad.

El documento más antiguo en el que aparece esta festividad data de 1597 pero, sin duda, su celebración es anterior. Actualmente el lunes de Pascua es festivo, pero no era así hasta hace treinta años, entonces el día de Sallurtegui empezaba a las 5.00 horas con el canto de la aurora, porque los participantes en él tenían que entrar a trabajar a las 8.00 horas.

El repiqueteo de las campanillas resonaba intramuros entre cánticos de aquellos que año tras años luchan por mantener una de las tradiciones más arraigadas en la localidad. A las siete en punto de la mañana los auroros, bien arropados para guarecerse del intenso frío y de la niebla matutina, emprendían su recorrido por las distintas paradas.

Fieles a la tradición un grupo de hombres y mujeres, los auroros, recorrieron las calles de la villa precedidos por uno de ellos, que porta un farol, anunciando su paso con una serie de campanillas, mientras José Antolín Ibañez de Opacua, más conocido como Pepe el juez que fue concejal del Ayuntamiento de Agurain, transportista, comerciante de patatas, gran conocedor de las tradiciones del pueblo dirigía los cantos de los auroros.

En el mes de septiembre del año 1997 a los 75 años abandonaba su puesto de Juez de paz, puesto que le granjeó gran respeto entre la ciudadanía local. Su labor comenzó en 1976 con el levantamiento del cadáver de un chico que se había tirado a la vía del tren y tenía la cabeza partida. En su dilatada trayectoria asistió a numerosos actos de conciliación o embargos, entre otros. Hoy en día, con más de 96 años, sigue siendo el alma mater del Rosario de la Aurora y de los rezos a la patrona de Agurain para que esta tradición centenaria no haya desaparecido del pueblo.

A lo largo del recorrido se repitió incesantemente la pegadiza melodía. “Ya ha salido Jesús del sepulcro, el infierno queda lleno de pavor. El pecado y la muerte vencidos, abiertas las puertas del cielo están hoy. Alegrémonos, aleluya, aleluya, aleluya, que ha resucitado nuestro redentor. Cristianos venid, devotos llegad, a rezar el rosario a María si el reino del cielo queréis alcanzar”, repetían una y otra vez en cada una de las paradas, que con el continuado crecimiento de la villa han ido aumentando con el paso de los años. Después, en cada parada se reza un Ave María y Gloria Patri. Seguidamente se entona una canción cuyo origen se ha olvidado. “Salvaterranos, venid gozosos, en este día a saludar a vuestra madre la virgencita, que en Sallurtegui tuvo su altar”. A lo largo del recorrido que concluyó en torno a las 8.20 horas se fueron sumando fieles a la procesión. Además, un grupo nutrido de fieles esperaba en el interior de la iglesia de Santa María donde la imagen de la Virgen de Sallurtegui esperaba la llegada de vecinos y visitantes engalanada para la ocasión con una pulcro manto de claveles rojos y blancos.

Los hombres, sobre todo de edad avanzada, fueron los encargados de coger los faroles que posteriormente precederían la procesión. Este año se han sumado a la iniciativa un grupo de jóvenes de la localidad que han participado por primera vez en los actos. Marta, Julene o Iker se atrevieron a portar los pesados faroles.

En cabeza van doce faroles, que representan el pater noster, portado por el joven Ander, las diez ave marías y el gloria de un misterio del rosario, cada uno portado por un vecino de la villa. Detrás, la imagen de la Virgen sobre unas andas adornadas con flores. Los fieles cantan la Salve.

La talla de madera dorada y policromada de 93 x 36 x 33 centímetros y datada en el primer tercio del siglo XIV en su particular visita anual a las principales calles de la localidad para regresar, entorno a las 9.00, a la iglesia de Santa María de Agurain donde permanecerá hasta el próximo año no sin antes recibir las congratulaciones de sus vecinos y pedirle “su bendición para con el pueblo”. Este año formó parte del cortejo una furgoneta de la Ertzaintza, que veló en todo momento por la seguridad de los presentes, entorno a dos centenares. La procesión entraba en la plaza de Santa María de Agurain cuando el panadero se disponía a descargar los 400 bollos de pan con chorizo que posteriormente iban a ser repartidos entre los más pequeños de la localidad.

Con los años las cosas han cambiado y así lo atestiguan los más ancianos del lugar que recuerdan que en el pasado eran los padrinos los que compraban el bollo de Sallurtegui a sus ahijados. Un obsequio a partir de bollo con chorizo y huevo que hoy en día reparte el Ayuntamiento. Este año con el objetivo de dar a conocer a los niños y niñas el tradicional bollo, que solía ser un regalo de los padrinos y madrinas, costumbre que ha ido decayendo en los últimos años se repartieron pequeños txoripanes a los más pequeños.

Un grupo de fieles muestra su devoción por la virgen acudiendo a la segunda misa de la jornada en la Ermita de Sallurtegi que se halla en la actualidad como caserío de su nombre a unos dos kilómetros al sur de Agurain, y fue la parroquia de un despoblado desaparecido o “mortuorio” abandonado posiblemente antes del siglo XVI. En el año 1258 el rey Alfonso X el Sabio la donó junto a otras aldeas a Salvatierra. Se conserva frente al caserío una estela, de la Inmaculada, del siglo XVII, con una inscripción ilegible.

Como vigía en su atalaya, allí por siglos en la ermita ha estado Nuestra Señora de Sallurtegui presidiendo la vida religiosa y social de Agurain siendo patrona de ella. La imagen de Nuestra Señora de Sallurtegui fue trasladada el siglo XIX a la capilla del hospital municipal de la Villa y cuando el edificio se destinó a otros servicios, con tal motivo se efectuó el traslado a la Iglesia de Santa María donde recibe culto cada Lunes de Pascua.

Ya por la tarde en el mismo caserío de Sallurtegi, o Sallurti como les gusta llamarlo a los del lugar, se repartieron refrescos y sidra. Un año más, Agurain demostró que esta popular fiesta se ha convertido en un importante reclamo social para estrechar relaciones y pasar un rato divertido con amigos y familiares.