Gasteiz - Licenciada y doctora en Sociología por la UPV/EHU, Amaia Izaola ejerce en la actualidad una doble labor docente e investigadora en la universidad vasca, a caballo entre el campus vizcaíno de Leioa y la Escuela de Trabajo Social de Gasteiz. La publicación, editada por la catalana Bellaterra, parte de la tesis recientemente concluida por la profesional tras cinco duros años de trabajo y “muchos altibajos”. Para elaborar su investigación, Izaola se ha valido de datos estadísticos procedentes de la Universidad Complutense de Madrid y del Observatorio vasco de la Inmigración (Ikuspegi), y de 32 entrevistas a personas inmigrantes que viven en su Bizkaia natal y también en la propia capital alavesa, lo que le ha aportado un perfil humano. Una de sus conclusiones es que la cultura, y no tanto la religión, constituye “uno de los factores determinantes” para establecer la lejanía o la cercanía respecto al otro.

Tomando como base su investigación, ¿los inmigrantes que llegan a esta tierra se sienten por lo general bien acogidos?

-Sí. Mirando a los datos que aporta Ikuspegi, aunque no todos son actuales, la población inmigrante en general siente que es bien acogida y tratada con amabilidad en Euskadi. Tanto cuando hablamos de colectivos en general como cuando lo hacemos de personas en particular. Cerca del 60% responde afirmativamente en el primer caso, y cuando hablamos a nivel individual, con cuestionarios más concretos, el porcentaje es todavía más elevado, del 70%. Por otra parte, tomando como referencia a las 32 personas con las que he estado para elaborar este trabajo, sí que es cierto que en alguna ocasión han tenido dificultades o se han sentido más observadas, pero en general se encuentran a gusto.

Sin embargo, en su estudio habla de la “categorización” que las personas autóctonas hacemos de las inmigrantes en función de dónde vengan. Por lógica, esto debería tener sus consecuencias...

-Aunque muchas veces no nos demos cuenta, esa categorización está ahí presente. Las personas nos encasillamos siempre unas a otras en unos determinados perfiles, y con la población inmigrante pasa lo mismo: En función de dónde vienen, de lo que percibimos de ellos... Es algo subjetivo pero que sí hacemos. Y eso hace que percibamos a algunas como más cercanas y a otras no tanto.

Llama la atención que la población autóctona vea como más cercanas a las personas latinas, mientras que percibe como las más lejanas a las rumanas y marroquíes, cuando geográficamente se encuentran mucho más cerca.

-Sí, porque con la población latinoamericana compartimos muchas cosas, empezando por el idioma. Precisamente, la posibilidad de comunicarnos es fundamental, y es un eje muy importante a tener en cuenta a la hora de relacionarnos. También compartimos raíces culturales. No influyen tanto la distancia geográfica o la religión, sino el acercamiento cultural. En los datos analizados, el aspecto que más afecta a las personas de otros países a la hora de integrarse en la sociedad son las diferencias culturales, las tradiciones o las costumbres distintas. Son los elementos más potente de distancia, no tanto la geográfica.

En este contexto, ¿cuáles son las principales barreras que se encuentran las personas extranjeras?

-Es difícil hablar de barreras. La principal está muchas veces en los prejuicios que pueden encontrarse a su alrededor, con discursos que poco favorecen al tipo de sociedad en la que nos queremos mover. Es difícil hablar de aspectos muy objetivos, porque hay otros matices que no se ven a través de los datos, sino de los discursos.

Hablando de discursos, la situación de crisis parece que ha empeorado la situación de las personas inmigrantes, en muchos aspectos.

-El proceso estructural de la crisis afecta, porque se ha entrado en una situación de conflictos por la ocupación del espacio laboral. Y a eso se suman esos discursos no muy acertados que ponen el foco, el blanco fácil, sobre determinados colectivos. Aunque no tengo datos actuales, sí que hay algunas percepciones más negativas hacia la población inmigrante, pero a pesar de eso, y esto lo quiero recalcar, su presencia afortunadamente no ha decrecido todo lo que los pronósticos vaticinaban hace tres o cuatro años. Y digo afortunadamente porque es un dato positivo, que nos viene muy bien a todos por muchos aspectos, la presencia de población inmigrante.

¿El establecimiento de redes antirrumores en todo el territorio ayudará a favorecer la convivencia?

-Creo que es una dinámica muy interesante, una forma de trabajo que me parece muy positiva. Tenemos muchos espacios en los que es importante destacar la importancia de acallar rumores negativos, formas de hablar, formar de mirar... Pero no sólo son importantes estos planes antirrumores, que son una pequeña lucha en favor de la integración y la convivencia, sino también otros trabajos como el Plan Vasco de Inmigración, que me parece fundamental. Hay municipios en los que se está trabajando con mucha fuerza y con mucho entusiasmo en todos estos proyectos.

¿Cómo ve desde la distancia la situación en Estados Unidos y otros países europeos con el auge de líderes anti-inmigración?

-Siendo consciente de que es algo que me pilla muy de lejos, pero me da miedo, me asusta un poquito. Es mucho más fácil de transmitir un rumor o un prejuicio que lo contrario. Es mucho más fácil de transmitir aspectos y mensajes negativos que los que inciden en lo bueno que las personas inmigrantes aportan a nuestra economía y a nuestra sociedad. Lo negativo y los sentimientos más radicales siempre se difunden mucho más rápido. Es mucho más fácil que un rumor corra que acallarlo después, cuando está extendido. Y se extiende como la pólvora.

El mensaje de que ciertas personas se aprovechan de las ayudas sociales ha vuelto a rebrotar en Vitoria, de nuevo de la mano del PP. Parecía una dinámica vieja, que tuvo sus consecuencias, pero ha vuelto.

-Eso es lo más fácil. Lo más populista es lanzar ese tipo de mensajes. Pero las ayudas están destinadas a toda la población que cumple una serie de requisitos, en igualdad de condiciones, con independencia de su lugar de procedencia o ideología. De la misma manera que si yo voy a Lanbide a pedir trabajo no me preguntan de qué partido político soy o cuál es mi religión, con las ayudas sociales pasa lo mismo. Si una persona acude a los servicios sociales es porque necesita un apoyo. Se agradece mucho cuando salen a la luz datos reales que demuestran que aunque puede haber casos puntuales eso no es así.