La catarata de ocho despidos en la contrata de la Unión Temporal de Empresas (UTE) que gestiona la recogida de basuras y limpieza viaria, aboca a Vitoria a adentrarse en un escenario poco habitual, y nada agradable, como es la previsión de huelga para el 6 de marzo, una huelga indefinida que sembrará de bolsas y desperdicios las calles. Esta drástica medida, en uno de los servicios básicos de una ciudad, es la respuesta por la que ha optado la plantilla de FCC y GMSM para defender su posición.

Hay que retroceder 25 años para encontrar en Vitoria, en 1992, un episodio similar como el que se puede afrontar el lunes próximo, si nada lo remedia esta última semana. En aquella ocasión, con José Ángel Cuerda en la Alcaldía, la entonces adjudicataria del servicio, CESPA, decidió en el mes de marzo no recoger las basuras de las calles durante las noches del fin de semana como reivindicación para tener mejores turnos de trabajo.

Un cuarto de siglo después la situación puede repetirse, a partir del 6 de marzo, cuando las bolsas de basura empiecen a poblar las calles y ensuciar la fotografía del paisaje urbano de Vitoria. Con respecto a la situación de hace 25 años el panorama ha cambiado de manera notable. La ciudad ha crecido hacia el este y oeste, con la consolidación de dos importantes barrios como Salburua y Zabalgana, que son el lugar de residencia de más de 42.000 gasteiztarras. “De confirmarse de manera definitiva el inicio de la huelga en el servicio de basura, será una muy mala noticia”, corroboran desde las asociaciones de vecinos de ambos barrios, sus portavoces, Ioseba Martínez de Guereñu, de Salburua Burdinbide, y Leila Martín, desde Zabalgana Batuz. Ambos se sitúan también en el lado de los convocantes y comprenden la decisión que ha adoptado la plantilla al optar por el “derecho a la huelga como una reivindicación y lograr mejores condiciones laborales en el futuro”, apuntala Martín. En el mismo sentido se muestran comprensivos con ese “bienestar de los trabajadores” en sus puestos de trabajo, aunque remarca Martínez de Guereñu, la necesidad de contar con un “servicio e idóneo y apropiado” que mantenga en perfectas condiciones la limpieza.

Se sitúan estos dos populosos barrios de Salburua y Zabalgana en un escenario desconocido como el desarrollo de una huelga de limpieza por primera vez desde su aparición en el mapa vecinal. Ante la previsible acumulación de residuos y de que los contenedores queden rápidamente saturados con la presencia de bolsas, papeles, cartones y envases, va a cobrar importancia el “comportamiento y la actuación de los ciudadanos”, indica Martín, a la hora de poder “contener en las terrazas de los domicilios aquellos restos como cartones o envases que pueden almacenarse durante algún tiempo sin generar ningún tipo de olor o molestia a los residentes del domicilio.

La situación no va a ser nueva para todo un veterano del movimiento vecinal como César Caño, al frente de Errota Zaharra, y que ya estaba en la primera línea de los colectivos vecinales hace un cuarto de siglo cuando se dio la última huelga. “Ha pasado mucho tiempo y tengo pocos recuerdos en mente sobre cómo discurrieron aquellas jornadas en las que no se prestó el servicio de recogida de basuras”, narra Caño.

En la misma línea se ubica el representante vecinal de Arana, Javier Fernández de Betoño. “Hace mucho tiempo que no se había llegado a una posición de este tipo. Ya ni nos acordamos de cómo fue la anterior”. Si finalmente sale adelante y se inicia, “habrá que esperar para ver la repercusión”, aunque en cualquier caso esta asociación tiene previsto abordar el martes la afectación y consecuencias que se pueden generar.

quejas habituales Desde que la UTE formada por las firmas FCC y GMSM, empezó a realizar las labores de este segundo contrato de limpieza de la ciudad y recogida de residuos, el 1 de julio del año 2015, han sido múltiples las quejas sobre la deficiencia de los servicios.

La acumulación de desperdicios junto a los contenedores y la escasa regularidad a la hora de su retirada han sido dos de las denuncias más habituales surgidas desde estos focos y otros barrios de la geografía vitoriana. “Ya sufrimos con regularidad problemas de acumulación de restos de papel y cartón y de vaciado de los contenedores en sitios concretos del barrio”, relata la cabeza visible de la asociación Zabalgana Batuz. En el gran barrio del oeste de la ciudad uno de los puntos negros radica en las torres de la plaza porticada de Mariturri, donde la numerosa acumulación de vecinos lleva a que los contenedores próximos “se llenen cada poco tiempo y sea necesario una mayor frecuencia para su recogida”, desea Martín.

Un simple paseo por el espacio virtual del buzón ciudadano, en la página web del Ayuntamiento, ya permite contemplar la variada gama de reclamaciones y quejas que genera el funcionamiento habitual del servicio en las calles de la ciudad.

También el Casco Medieval es otra de las zonas que contempla con temor la llegada de las 22.00 horas del próximo domingo día 5 de marzo para dar comienzo a la reivindicación laboral. “Es evidente el problema que se va a generar en esta zona de la ciudad”, incide Manu Arakama, representante de la asociación Gasteiz Txiki. Además, se sumará esta problemática al “muy deficiente funcionamiento” en cuanto a la limpieza de las calles, y también en la “recogida de los enseres que se amontonan por las esquinas de nuestras calles, debido a que no hay unos criterios bien establecidos sobre ello”, termina Arakama.