VITORIA - La calle Barratxi, en el polígono industrial de Betoño, es el epicentro del Carnaval de Vitoria a falta de una semana para que las 24 carrozas y 6.500 integrantes del multicolor y sonoro desfile tomen las calles de la ciudad. Los preparativos se suceden a ritmo frenético en cada una de las carrozas para que, el sábado y domingo próximos, brillen y luzcan con su mejor esplendor. Es la recta final para ajustar todos los tornillos, grapar los tableros de madera, aplicar la última mano de pintura, ajustar los equipos de sonido y orientar los focos de luz, que van a conformar cada una de las diferentes estructuras. A medida que avanzan los días y se acercan las fechas marcadas en rojo se empiezan a apreciar los progresos, aunque algunas comparsas ya esperan con total tranquilidad el fin de semana al haber concluido la laboriosa fase del diseño. La carroza de Carpe Diem, la de Marianistas y San Viator, son parte de esa avanzadilla que ya tienen finiquitada toda la faena. Sin embargo en las 21 restantes toca redoblar esfuerzos para tenerlo todo en perfecto estado de revista ante la semana más esperada del año. “La actividad aquí es frenética durante los fines de semana con toda la gente que viene a echar una mano para terminar los diseños”, comenta Juan Carlos Gómez de Balugera, al pie de la carroza de San Viator, que este año va a recorrer las calles de Vitoria bajo la vigilante silueta de un esbelto Partenón griego. Los trabajos se suceden para pulir esos últimos detalles, aunque también hay momentos que son ya una tradición en este pabellón. “El almuerzo de los fines de semana, es sagrado”, apostilla Gómez de Balugera, como uno de los veteranos que desde hace años está metido de lleno en los preparativos de la carroza de San Viator.
Por tercer año, este amplio pabellón de la zona industrial de Vitoria es el escenario en el que las carrozas van tomando forma en las últimas semanas. La Comisión de Carnavales es la encargada de coordinar y encauzar el trabajo entre el amplio abanico de 24 agrupaciones. Cada una tiene su espacio bien definido y marcado en el pabellón, en el mismo orden en el que van a desfilar por las calles el fin de semana que viene. “Se colocan de esta forma para facilitar la salida de todas ellas y que no se produzca ningún embotellamiento”, comenta a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, Marta Garmendia, una de las responsables de la comisión y que también está al frente de la comparsa de Escolapios. Como si el Carnaval ya hubiera empezado, el pabellón es un continuo pulular de personas ataviadas con sus buzos de trabajo y gafas de seguridad que se afanan en rematar y pulir los mínimos detalles que restan en cada carroza en un ambiente en el que nada más acceder al interior del recinto ya se percibe un fuerte olor a pintura, esmalte y madera. Empiezan a ser visibles y reconocibles las temáticas de la mayoría de ellas, aunque prefieren no desvelar la sorpresa y que sean los propios vitorianos los que lo descubran a pie de calle, apostados en los laterales del desfile. Roberto Ramos contempla satisfecho su carroza de la agrupación Carpe Diem. “Ya la tenemos lista y nos quedan unos simples retoques como colocar unas cartulinas”, relata. Este colectivo es el más numeroso de los 24 con 650 integrantes, como fiel reflejo de la buena salud por la que atraviesa el Carnaval vitoriano. “Es una fiesta que ya está consolidada y que tiende al alza”, apunta Garmendia, con las cifras en la mano de las 6.495 personas que tomarán las calles este año.
En el interior del pabellón de diseño se toma conciencia del volumen de cada una de ellas y el desembolso económico al que deben hacer frente. “El precio de una carroza oscila entre los 6.000 y los 8.000 euros. Hay que tener en cuenta el precio de los materiales, la labor de unos graffiteros que lo pintan, los generadores de luz y el alquiler del equipo de música”, concreta Roberto Ramos. El sonido y la luz son parte esencial en el desfile y el alquiler de un potente equipo “suele rondar los 1.500 euros”, ilustra como mejor ejemplo del gasto que conlleva.
Desde la carroza de Marianistas, que este año será una recreación de los irreductibles galos, Asterix y Obelix, sus cabezas pensantes, Álvaro Tolosa y Pablo Gómez de Segura, se esmeran en los retoques finales a las figuras de los dos personajes y la conocida marmita. “La elección del tema siempre está muy relacionada a la temática infantil y familiar”, concreta. El año pasado recurrieron a los Minions “siempre teniendo en cuenta que llevamos a 420 personas con edades que oscilan entre los 7 y 13 años”. Coincide con el representante de Carpe Diem al ahondar en el desembolso económico que, desde Marianistas, tratan de paliar “con una venta de boletos y diferentes rifas que permiten reducir el coste que afronta cada participante”. También su compañero, Pablo Gómez de Segura, remarca otro factor como es el tiempo que el diseño de las carrozas “resta para estar con la familia en las semanas previas a la fecha de los Carnavales”, finaliza.