Es un grupo dirigido a jóvenes, pero acaba de hacerse cuarentón. Es el caso de la asociación cultural eskaut de la parroquia Esperanza de Vitoria, fundada en 1976, que el próximo 2017 celebrará los 40 años que ha cumplido este 2016 con un completo programa de actos, que incluirá desde una fiesta con juegos en una “gran plaza” de la capital alavesa -preferentemente en Los Fueros- a un documental con entrevistas a los participantes de este movimiento, que actualmente cuenta con 120 integrantes, para que expliquen sus mejores recuerdos y anécdotas. A ello se añade un mural con las fotografías de sus socios en la cima de 40 montes diferentes, por eso del 40º aniversario y una eucaristía el 12 de marzo. Sin embargo, el plato fuerte de estas celebraciones será una gran comida popular prevista para el próximo 22 de abril, con un local aún por determinar, en espera del mayor aforo posible, ya que, como precisa la coordinadora del grupo gasteiztarra de eskaut Esperanza, Aiala García, “queremos reunir a todos los participantes de todos estos años”.
Dado que los festejos no serán precisamente baratos, los gastos los sufragarán a través de la venta de pulseras y sudaderas. No en vano, los únicos ingresos que obtienen son los obtenidos por las cuotas de los socios, “pero no nos da para tanto”, cuenta García, de 23 años, que lleva 14 dentro de este grupo, que busca educar a niños y jóvenes con base en valores y juego al aire libre, y que actualmente está presente en 165 países, con aproximadamente 40.000 miembros agrupados en diferentes organizaciones. “Intentamos dar una educación no formal, diferente a la de las aulas. Enseñamos de forma práctica valores humanos, al contrario de la formación teórica”, matiza la coordinadora de este grupo al que decidió apuntarse gracias a su hermano, que formaba parte de él antes que ella, “porque venía muy contento cada vez que iba a casa”.
El énfasis del escultismo recae en el ejemplo del monitor, el cargo de García desde hace cinco años. “Soy responsable de los de 17 y 18 años, de la rama que se llama Rutas”, agrega esta joven quien aún recuerda cómo hace dos años el grupo pasó por uno de sus peores momentos. “Se fueron siete responsables del grupo con mucha experiencia, pero nos ayudaron a recomponernos”, relata García. Otro batacazo fue el de hará unos siete años. “Durante dos años nos quedamos sin la rama de los más mayores (Trebeak). Te corta todo porque siempre tienes a otros mayores a los que mirar, pero salimos adelante”, aclara.
Actualmente, los eskaut de la Esperanza de Vitoria se componen de cinco ramas: Castores (de 6 a 8 años), Koskorrak/Lobatos (de 9 a 12 años), Oinarrinak (de 13 a 14), Azkarrak/Pioneros (de 15 a 17 años) y Trebeak/Rutas (de 17 a 18 años). Y, además, pasa por uno de sus mejores épocas. “Este año hemos introducido una rama nueva, la de los Castores, porque veíamos que había una demanda de los niños de 6 a 8 años”, especifica. Por eso, ahora son más en el grupo, 120 en total, cuando “antes la media solía ser 90”.
las actividades Todos los sábados, de 17.00 a 18.30 horas, se reúnen en el local de Los Herrán de la parroquia para hacer las dinámicas de grupo, ya que los eskaut son más que esa imagen hollywoodiense de niños que se reúnen en torno a la hoguera de un campamento a contar historias, pese a ser éste el origen del escultismo (del inglés scouting, que significa explorar). El movimiento que nació en la Inglaterra de principios del siglo XX, buscando el desarrollo espiritual y mental de los jóvenes para llegar a ser “buenos ciudadanos”, a través de un método específico inspirado en la vida militar y al aire libre. “Escultismo es de jóvenes para jóvenes, para que se conozcan ellos mismos y lo que quieran llegar a ser”, remarca Munia Etxaniz, de 21 años, que lleva ocho en el grupo y es monitora de la rama Azkarrak. Etxaniz también es la encargada de opción País, que pone el énfasis en las relaciones que cada miembro tiene con su entorno, uno de los tres pilares sobre los que se asienta esta asociación gasteiztarra, además de Persona (que hace hincapié en las ideas) y Fe (en la espiritualidad). “Cuatro o cinco fines de semana al año nos vamos a casas rurales o albergues del País Vasco para hacer dinámicas, gincanas o reflexionar, en función de la edad de los miembros”, añade esta chica que entró a formar parte de este colectivo porque sus amigas de toda la vida ya eran eskaut “y siempre las esperaba fuera de la puerta”. Una decisión de la que no se arrepiente: “Es una sorpresa porque desde fuera no te lo esperas. Ser eskaut te ayuda a madurar y a ser consciente de lo que tienes alrededor y creas amigos”.
Algo parecido le pareció a Mikel Maestre, de 22 años, monitor también de la rama Azkarrak y encargado de Fe. “Entré hace nueve años porque tenía un amigo que estaba ya dentro y me decía que nunca podía quedar, así que me apunté”, recuerda Maestre. Y tampoco lamenta el día que se inscribió. “Aquí encuentras un sitio para hablar de otras cosas, como política, que de normal no lo harías, además de ir al monte”, declara este joven que también ejerce de webmaster del grupo para colgar las fotos de las excursiones que hacen. Las próximas instantáneas que subirá serán las de la salida a Pradoluengo (Burgos) que hicieron esta misma semana. “Forma parte de los tres campamentos que hacemos a lo largo del año: Navidad, Semana Santa y verano”, matiza.
El de la época estival es el que más dura. Dos semanas que coinciden con la última quincena de julio. Y a los que se añaden los campos de trabajo. Una “muy buena experiencia”, según Maestre: “Hice uno sobre drogas en un barrio marginal de Madrid y fue ahí donde decidí ser monitor”.