La pequeña villa de Pipaón, a los pies del pico Cervera y a la sombra del Monte Cantabria, celebró ayer el Día del Museo, su Jornada Etnográfica, con las calles decoradas al estilo de los años 1800 y con un número importante de visitantes que no quisieron perderse la fiesta que se había preparado para promocionar la cultura popular de la zona. La iniciativa había partido de la asociación cultural Usatxi, que preside Marisol Badía. Una entidad que llegó a tener más de 400 socios, aunque en la actualidad son 140 las personas que forman el grupo más activo impulsor de actividades. Una cifra importante, ya que en Pipaón solo viven, y no de continuo, unas treinta personas.

La fiesta arrancó con una llamada a la concentración de vecinos y visitantes con el fin de dar comienzo a las manifestaciones culturales. Para abrir boca, lo primero que se llevó a cabo fue una vuelta por la localidad para disfrutar de sus cuidadas calles y sus edificios bien conservados. En ese recorrido se pudo contemplar la impresionante parroquia de la Exaltación de la Santa Cruz, un edificio del siglo XVI que guarda algunas joyas, como su retablo rococó, un precioso púlpito y los retablos laterales de los siglos XVI al XVIII; o las antiguas Escuelas, hoy sede de la asociación.

Tras el desfile, para el que los vecinos se ataviaron con ropajes de los tiempos en los que alcanzaron su condición de villa, librándose de la dependencia de Lagrán -y anteriormente de Trebiño y de Peñacerrada-, los asistentes se congregaron en la plaza para escuchar el pregón de este año, que corrió a cargo de Apiñaniz, un nieto de hijos de Pipaón que rememoró recuerdos transmitidos por sus abuelos y padres. También elogió el trabajo de la asociación de mantener viva esta fiesta y las tradiciones de la villa.

Tras ello, vinieron los actos que en realidad fueron un recorrido por los antiguos oficios, algunos de los cuales perduran en estos pueblos de la Montaña. El amasado del pan para dejarlo listo para ser horneado y que quede mullido por dentro y crujiente por fuera. Los trabajos de la trilla, para separar la cáscara del grano, una tarea que se realizaba en el tiempo más tórrido del año y que recuperó recuerdos de crios subidos en el trillo mientras jaleaban al mulo -al macho, se decía antiguamente- para que diera vueltas por la era sobre el cereal.

Después, otras personas mostraron cómo se lavaba la ropa. La tradicional colada, con sus tablas de madera para poder refrotar bien la ropa con los jabones de antaño que se fabricaban en las casas con los aceites usados y sosa apagada.

El recorrido llevó también a la carbonera, donde una historiadora, Pilar Alonso, rememoró lo importante que era el carbón para las casas. Carbón que también se vendía en otros pueblos, incluso al otro lado de la Sierra, en Laguardia. Tras los recorridos, el grupo de danzas de Pipaón realizó una exhibición de bailes antiguos y, con ello, se dio paso a la comida popular. Esta consistió en ensalada, caldereta, goxua de postre y los típicos café y copa de la sobremesa.

La asociación Usatxi se creó en el año 1983 con la finalidad de organizar actividades y, también, ser guardiana de las numerosas tradiciones de la localidad. Hace 25 años, en las propias escuelas, pudieron reunir un buen número de piezas que formaban parte de la memoria histórica y cotidiana del pueblo. Con ellas conformaron un museo que abre sus puertas a petición de los visitantes.