- Llegará septiembre y volverá el trajín a la entrada de los centros escolares. En algunos, con decenas de coches repanchingados en doble fila, subidos sin disimulo a la acera o parados en mitad de la calzada para que los críos se apeen. Los menos, no obstante, conforme llega una nueva vuelta al cole. Desde que el Ayuntamiento de Vitoria apostó hace dos años por impulsar la movilidad activa para que niños y niñas vayan a clase en bicicleta, patín o a pie, mejor solos que con compañía adulta si tienen edad para aprender a ser autónomos, los hábitos han comenzado a cambiar. Poco a poco, pero paso a paso, pedalada a pedalada. La encuesta realizada en este último curso, dentro de la Agenda 21 escolar, en la que han participado más de 20.500 alumnos, evidencia que las acciones impulsadas entre el Consistorio y las instituciones educativas para inculcar en los chavales la importancia de desplazarse de manera sostenible, formarles en conductas sin riesgos y reforzar la seguridad están funcionando.
Son datos objetivos ofrecidos por los propios estudiantes, más positivos en el caso de los que pegaron el estirón o están en ello. Ya son mayoría los alumnos de Secundaria, los que tienen entre doce y dieciséis veranos, que van a clase andando o sobre el sillín. Representan el 68% del total según las evaluaciones realizadas, un 3% por encima del curso anterior. En lo que respecta a Primaria, no se mejoraron resultados en un curso. Una vez más, salió que la mitad de los estudiantes de seis a doce años se traslada a su centro de forma activa. No obstante, poco a poco las familias con chavales en esa franja de edad están asimilando que se aproxima la hora de soltar amarras. Aunque muchos de ellos realizan el camino a las aulas acompañados de un adulto, el 74% en concreto, en este último curso han sido un 2% menos que en el anterior.
Los cambios paulatinos en las costumbres tienen muchas veces que ver con las demandas de los alumnos en casa. A través de los talleres y las actividades que han realizado en las aulas, han ido tomando conciencia de su capacidad para desplazarse sin ir de la mano de sus padres, de lo positivo que es para ellos y para la ciudad que les cobija hacerlo de manera sostenible, de la importancia de arrancarse miedos, de la necesidad de convertirse en actores del cambio. Y todo eso lo han ido transmitiendo a sus familias para que los progenitores, la mayoría de ellos sobreprotectores e hijos aún del culto cuasi religioso al coche, vayan asimilando a marchas más o menos forzadas que los polluelos pueden valerse por sí mismos. En un curso, el deseo de ir en el coche de los padres ha bajado un 3% tanto en Primaria como en Secundaria.
Y aunque todavía falte mucho para que haya una vuelta de tuerca definitiva en los modos de transporte utilizados para ir al colegio, eso es lo importante. Que se están produciendo en los chavales cambios importantes en el anhelo de usar medios de desplazamiento activos y de tener mayor independencia. Se nota especialmente en los estudiantes de Primaria, ya que se trata del grupo de alumnado menos autónomo, el que más es llevado al colegio en automóvil y al que los adultos suelen acompañar aun cuando van andando o en bicicleta.
Por eso es tan importante que el Ayuntamiento trabaje con las instituciones educativas para introducir mejoras en los trayectos de casa a las aulas, para que el recorrido sea realmente amable y el deseo de cubrirlo de forma activa e independiente se convierta en acción. Una labor en la que ya están embarcados y que, según los propios chavales, está dando resultados. Dos tercios de los alumnos considera que en este último curso se han realizado tanto en la ciudad como en los colegios intervenciones que han facilitado los desplazamientos andando, en patín o en bicicleta, mediante el diseño de recorridos más rápidos y seguros. Las suficientes como para convencerse de las ventajas que conllevan. Saben que mejora su salud, les hace sentirse más responsables y menos dependientes, les divierte, ayudan a la mejora del medio ambiente y contribuyen a construir una ciudad más segura para todas las personas.
La progresión ha sido posible en gran medida gracias a los planes de acción que han desarrollado los centros, entretenidos y prácticos como el circuito vial de Paula Montal, la ginkana en bici en la clase de Educación Física de Paula Montal, el taller de circulación peatonal segura de Nazareth, el pedibus de Marianistas o el proyecto Por Vitoria en bici de Urkide. También se celebró un foro de alumnado con técnicos municipales para debatir sobre espacio público, transporte urbano, seguridad vial, movilidad ciclista y tráfico. Y además, se revisaron las propuestas que los estudiantes de la Agenda 21 habían trasladado en el curso anterior al Ayuntamiento para identificar los puntos negros de los caminos escolares y mejorarlos. Una labor con desafíos cumplidos y otros que siguen pendientes. - DNA