araia - Un cielo completamente azul y los termómetros rondando los 30 grados acompañaron ayer a una de las citas ineludibles en el calendario festivo alavés de los últimos años: el Artzain Eguna de Araia. El buen tiempo reinó en una feria con trece años de existencia y en la que los asistentes respondieron en masa y abarrotaron desde primera hora de la mañana el recinto festivo de la localidad alavesa. El aroma dulzón de las rosquillas impregnaba el ambiente, aunque el gran protagonista fue el olor a queso de Idiazabal. Superado el trance del aparcamiento, labor ardua ya que todos los huecos aprovechables cotizaban al alza, las corrientes de peatones encaminaron sus pasos hacia el barrio de Andra Mari de la localidad, epicentro de la fiesta. Todos querían estar con ellos: los pastores y sus quesos.

Araia era el lugar de la cita ineludible con la tierra, el ganado y sus gentes, pero sobre todo con el queso. Un particular aroma que consiguió atraer a la pequeña localidad de la Llanada a más de 5.000 personas deseosas de no perder detalle alguno de los más de 60 puestos que ayer por la mañana llenaron de color Araia. El ansia por degustar un pedazo del preciado queso aumentaba a medida que los visitantes se acercaban a la ermita de Andra Mari, epicentro de la actividad matutina y donde se llegaron a repartir de manera gratuita hasta 60 kilos de quesos de los diferentes productores de la zona. Pedro Mari y María Jesús esperaron pacientemente a la cola para hacerse con su preciado bocado; un pedazo de queso que no dudaron en acompañar con vino él y con sidra, ella. Pero como no sólo de queso vive el hombre, los asistentes a la feria tuvieron la oportunidad de curiosear en los puestos que inundaban la calle principal de la localidad y que ofrecían exquisitos productos como chorizo, miel, rosquillas o vino. Otros visitantes como Félix Lecunberri aprovechó la ocasión para llenar su cesta con productos de factura casera, artesanía o abalorios varios, entre otros.

Otra de las que no salió de allí con las manos vacías fue Estíbaliz, que se hizo con un jabón natural “bueno para todo tipo de dolencias según me han dicho” y unos pequeños “adornos para un rinconcito de la casa que aún tengo sin decorar”. Ya con el estómago lleno, los amantes de la feria se acercaron hasta las inmediaciones de la plaza para asistir a un particular desafío. Dos equipos formados por un aizkolari, un harrijasotzaile, dos trontzalaris y un corredor pugnaron por ser los más rápidos en completar el desafío. Uno de los equipos estuvo formado por el aizkolari de Ilarduia Arkaitz Jauregi, el harrijasotzaile Xabier Aramburu Guzta y los tronzalaris Carlos Ruiz de Okina y la joven Amaia Jiménez de Bikuña, mientras que Aitor Arenaza fue el encargado de calzarse las zapatillas en este grupo. Todos ellos demostrarán su valía frente a Eloy Corchero (aizkolari), Jon Unanue Goenatxo (harrijasotzaile), Ramiro Llanos y Garbiñe Corchero (tronza) y Ángel Gordo (korrikalari). El reto comenzó con la actuación de los corredores que dieron dos vueltas al frontón y algunas calles aledañas. A su llegada pasaron el turno a los trontzalaris, formados por una pareja mixta cada una y que se enfrentaron a tres cortes de tronco en cada una de sus intervenciones. Tras ellos, los harrijasotzailes lidiaron con la piedra de 113 kilos con cuatro alzadas por turno. Los aizkolaris fueron los encargados de concluir el desafío cortando un tronco kanaerdi en cada uno de los turnos, hasta cuatro en total.

La competición estuvo muy reñida y aunque el equipo formado por Arkaitz, Aitor, Amaia y Carlos tomó ventaja los primeros minutos de la prueba, el otro quinteto supo recortar segundos al reloj y tan sólo perdieron finalmente por 24 segundos con un tiempo total de minutos, frente a los 22 minutos y 16 segundos de duración del equipo vencedor. Todos destacaron la intensidad y la dureza de la prueba agravada por el sofocante calor reinante en el frontón Iturbero de la localidad.

Al final, todos acabaron sudando y recibiendo el caluroso aplauso y las felicitaciones del cuantioso público que se reunió en la plaza. El gentío se fue agolpando entre los puestos y los bares de la localidad, uno de los lugares más socorridos para buscar la sombra y hacerse con algo fresco que llevarse a la boca con el que conseguir mitigar el sofocante calor reinante durante la mañana en Araia. A mantener el ánimo festivo contribuyeron también los txistularis locales y los bertsolaris congregados en el recinto: Jon Maia y Nerea Elustondo. Sin embargo, el plato fuerte de la jornada fue una nueva edición del concurso de quesos de pastor elaborado por el propio pastor en su explotación. Ya por la tarde, y cuando el calor era menos asfixiante, la fiesta continuó con otro de los platos fuertes de la jornada, el concurso de perros pastor que, un año más, demostraron su destreza en el manejo del rebaño y dieron buena cuenta de su obediencia para con sus amos. José María Jáuregui (Ilarduia) estuvo acompañado por Leze, de 8 años, y Sorgin de 6 años; Fernando Etxebarria (Aramaio) guió a su perrita de 5 años Argi; Fidel Alonso (Areta) acudió con Suit y Oker y Asier Bolíbar trató de dominar el rebaño con Kobi, un macho de tres años. Todos ellos hicieron las delicias del público, pero sobre todo de los más pequeños.

El Artzain Eguna de Araia se convirtió un año más en una cita imprescindible con la que se pretende “contribuir a la labor de potenciar el queso de nuestros pastores, que está demostrando que es, no sólo el mejor de Euskal Herria, sino de todo el Estado”. Además de “dar valor al trabajo de los pastores y que se sientan reconocidos”, explican desde Auzolan Andra Mariko Batzarra, asociación local encargada de la organización del evento.