vitoria - El de ayer fue un Pleno sin sorpresas en lo fundamental: la ratificación del acuerdo entre el gabinete de Gorka Urtaran y EH Bildu para aprobar el IBI de 2017, que conllevará una bajada del impuesto para el 84% de las viviendas. El debate, eso sí, empezó tenso y terminó bronco. El PP salió de la trinchera que ha ido construyendo en los últimos meses con su artillería más pesada para desprestigiar la gestión del gobierno. Dijo reiteradamente que esto no ha sido un pacto sino la imposición de la coalición abertzale porque la fórmula es suya, y que hará daño al comercio, a la zona rural, a los pabellones industriales y las VPO. El PNV acusó al PP de populismo porque su enmienda a la totalidad -y una propuesta para reducir aún más el impacto del tributo- habría supuesto dejar de recaudar 7,4 millones en un momento delicadísimo. Y EH Bildu echó mano del edil que mejor se maneja en el barro, un especialmente agudo Antxon Belakortu, para evidenciar la “demagogia” de los populares y demostrar que la coalición abertzale es el salvavidas del barco municipal, si no su motor.

Interpretaciones aparte, el caso es que el IBI, gracias al apoyo del PNV, PSE y EH Bildu, las abstenciones de Podemos e Irabazi y el voto en contra del PP, quedará de la siguiente forma en 2017 una vez aplicada la actualización de los valores catastrales. Habrá dos tipos diferenciados, ambos superiores al 0,222 vigente. El más bajo es de un 0,320% y se aplicará a los bienes urbanos en general; esto es, el 90% de los inmuebles de la ciudad, más de 96.000. El otro, más alto, se situará en el 0,410% y afectará los bienes más caros, el 10% restante de propiedades inmuebles, unas 4.022. En esta categoría se encuentran pabellones industriales, grandes edificios de oficinas, bancos y centros comerciales, porque la idea es gravar a quien más tiene y viceversa en un intento de impulsar una fiscalidad progresiva más justa. Por eso mismo se ha realizado una reagrupación de los listados para no castigar demasiado a pequeños minoristas y hosteleros, aunque el PP insistió, sin más argumentos que su palabra, en que sí que sufrirán un importante vaparalo económico.

Los firmantes, por contra, no dejaron de mostrar su satisfacción. Grosso modo, todos estos porcentajes significan que el recibo del IBI se reducirá un 15% en 2017 para 96.114 pisos y más de un 20% en 63.718. Ahora bien, la fórmula de la coalición abertzale va a suponer que el Ayuntamiento ingrese un 5% menos que este año. Si el IBI de 2016 va a meter en las arcas 45,5 millones, el año que viene no llegará a los 43. Por eso, ahora hay que analizar la forma de equilibrar la balanza jugando con las tasas, los precios públicos, otros impuestos y muy especialmente el IAE. La idea de EH Bildu, que ya ha asumido su papel protagonista en los acuerdos cruciales de esta legislatura, es aumentar el tipo del impuesto a las grandes empresas “aún más del 10%” del que habló el equipo de gobierno, rebajando a un millón de euros de facturación la cantidad desde la que se empiece a girar.

El PP se revolvió ayer sólo de pensarlo. “Estamos en la segunda de las tres fases de imposición de EH Bildu. La primera fue la movilidad, la segunda ha sido el IBI y la tercera me temo que será el IAE”, advirtió el concejal popular Manu Uriarte, que aparcó su templanza habitual para mostrarse muy crítico con los movimientos dados por el equipo de gobierno, en un discurso dirigido en silencio por Javier Maroto, que luego daría rienda suelta a su indignación a través de las redes sociales. Uriarte lamentó que el gabinete de Urtaran no hubiera cambiado “ni una coma” de la propuesta de la coalición abertzale, aseguró que el IBI “no es una cantidad fija, sino que está vinculada a la riqueza de la ciudadanía y ésta depende de los valores catastrales, y si los valores catastrales bajan también tienen derecho a pagar menos del impuesto” y reprendió al PNV por haber “abandonado la moderación y la defensa de los intereses de la ciudadanía” para alinearse con la izquierda. Y por todo ello, lo tachó de “irresponsable”.

La concejal de Hacienda, Itziar Gonzalo, reaccionó a las acusaciones con evidente enojo. “Alcanzar un acuerdo no es aceptar una imposición. Es fruto de la capacidad de negociación, de avanzar, de querer tener un modelo de fiscalidad, de tener que responde a una necesidad. La propuesta más próxima a nuestro espíritu de gobierno era la de Bildu y se mejoró con las aportaciones de los demás grupos”, dijo en referencia a Irabazi, con sus bonificaciones energéticas, y Podemos, con su intento de acabar con los privilegios de la Iglesia y Defensa. Además, la edil devolvió la pelota a los populares y preguntó si la enmienda a la totalidad que habían presentado “es responsabilidad o populismo”. Ella misma se contestó para elegir la segunda alternativa poniendo de ejemplo el anuncio de subida de impuestos del ministro de Economía o los incrementos de la tarifa de la luz. “Cuando están en el gobierno envían los mensajes contrarios que cuando están en la oposición, y eso genera distensión en la ciudadanía”.

Belakortu le recordó a Gonzalo que pedir coherencia al PP “es imposible”, aunque él mismo puso otro ejemplo para avivar el fuego, parafraseando una intervención en una comisión anterior de Uriarte. “El IBI en 2016 son 222 euros. El IBI en 2017 serán 2000. Urtaran acuerda con Bildu una subida encubierta. ¡Hay que ser del PP hasta las cachas para creérselo! Es patético”, profirió el edil de la coalición abertzale. Uriarte hizo caso omiso e insistió en que el acuerdo “es malo” porque la subida de los tipos impositivos recae negativamente en “bares, VPO, comercios, industrias y entidades locales menores”, mientras Gonzalo mostraba su desacuerdo asegurando que la nueva agrupación por ámbitos y sectores “consigue que aporte más el que tiene las propiedades de más valor, y eso descarga a las pequeñas oficinas y a los comercios”.

Y así, entre ásperos tiras y aflojas, llegó el momento decisivo. Podemos e Irabazi se abstuvieron porque, aunque hubieran preferido un tipo impositivo para las familias del 0,30, la fórmula acordada no terminaba de disgustarles y además habían logrado incluir dos propuestas suyas. PNV, PSE y Bildu votaron a favor. Y el PP lo hizo en contra. Fue el final esperado, y aun así también le acompañó la tensión. Javier Maroto encendió el micrófono en el último segundo porque el orden de enmiendas y ordenanza le había suscitado dudas y Urtaran le mandó callar y le espetó a estar más atento durante las sesiones. - DNA