Vitoria: de ciudad verde a natural
La vegetación siempre ha formado parte de la ciudad en espacios artificiosos, pero los huertos y la esencia del Anillo Verde irrumpen ahora en la trama urbana para revolucionar el diseño y ofrecer nuevos valores ecológicos y sociales.
La ciudad siempre crece a costa de campos, ríos, bosques. Es inevitable. Y la destrucción de esa tierra virgen, de esa flora salvaje, conlleva a su vez la recreación de un nuevo ecosistema. Un puzzle metódico de jardines, medianas, parques y árboles en el que la naturaleza encuentra su lugar a regañadientes, incapaz de desprenderse del artificio que dibuja la huella humana. Pero ahora que tanto se habla de sostenibilidad urbana, hay lugares en el mundo que han empezado a repensar los principios en los que se basa la planificación actual del espacio verde, convencidos de que el diseño de lo green debe abandonar las ataduras impuestas por todas esas convenciones estéticas que tienden a fomentar el despilfarro de recursos para el mantenimiento de la vegetación y a obviar la potencialidad ecológica de las zonas abiertas, que la dotan de una funcionalidad exclusivamente visual y ociosa. Y uno de esos sitios donde el concepto empieza a ser hecho es Vitoria.
La colaboración de asociaciones, ciudadanos particulares e instituciones ha sido clave para que solares de distintas zonas de Vitoria se hayan convertido en espacios de cultivo, de impulso a la agricultura ecológica y la alimentación saludable, de concienciación y encuentro, de relaciones con la comunidad. Los primeros pasos se dieron con la puesta en marcha de huertos urbanos en espacios vacíos de las costuras de la ciudad, inicialmente en Olarizu y poco después en Abetxuko, diseñados y liderados por el Centro de Estudios Ambientales, organismo dependiente del Ayuntamiento. Y no fue hasta hace poco cuando llegaron a Zabalgana, aunque con un modelo renovado donde el timón lo llevan los vecinos. Zabalortu, el grupo de gente que promovió la iniciativa y al que el Ayuntamiento de Vitoria acabó adjudicando la gestión general de los terrenos, disfruta del desafío mientras trata de ayudar a los aprendices de agricultor capear las dificultades propias de los inicios con actividades formativas para sacar lo mejor de las 53 parcelitas del solar, ubicado entre las calles Naciones Unidas, Salvador Dalí e Iruña Veleia.
Y mientras la fórmula del huerto urbano va adquiriendo nuevo color, hay quienes han empezado a probar con otra configuración del espacio verde: los bosques comestibles. Un grupo de vecinos de Salburua amante de la naturaleza se constituyó hace un año en asociación, Basalburu, para transformar una parcela en el cruce de las calles Varsovia y Budapest, con la plantación de árboles frutales, especies aromáticas y medicinales. Le echó una mano en el proceso el Colectivo Bosques Urbanos Comestibles Vitoria-Gasteiz, formado en 2012 por cinco expertos terriblemente sensibilizados con la problemática medioambiental. Los mismos que ahora van a a ayudar al Foro de Regeneración Urbana de Zaramaga, la asociación nacida para devolver el brío al abotargado barrio obrero del norte de Vitoria, a probar el mismo experimento.
Durante los próximos cuatro sábados, a contar desde éste, se llevarán a cabo las acciones formativas, la fabricación del embrión y su presentación a los medios. Para participar, basta con escribir a la dirección forozaramaga@gmail.com. “Queremos concienciar sobre la importancia de producir alimentos locales de manera respetuosa, además de demostrar que los espacios urbanos pueden tener otros usos poco conocidos. Los huertos frutales o los bosques comestibles son elementos que, además de producir alimentos, generan belleza y armonía y albergan un gran potencial para desarrollar iniciativas de participación ciudadana”, afirma el Foro. Y en ese contexto, la idea es que la gente se arremangue para plantar doce frutales, arbustos y plantas aromáticas en un parterre de 200 metros cuadrados de la calle Laguardia. Luego, tocará mantenerlo y recoger los frutos.
Pero no todo es transformar el césped en tomateras. El Ayuntamiento de Vitoria está embarcado en un plan que prevé aprovechar mejor los beneficios de los ecosistemas en el interior de la ciudad. La estrategia se llama Infraestructura Verde y empezó a fraguarse en el reinado green de Vitoria, con el respaldo de la UE, empeñada en sumar a todas sus ciudades en los conceptos ecológicos del siglo XXI para luchar contra las islas de calor y mejorar su calidad de vida. La idea es dejar atrás los criterios que sólo entendían la naturaleza urbana como zonas de recreo con siegas continuas, desbroces, riegos indiscriminados e iluminación excesiva, para aplicar a pie de calle la esencia del Anillo Verde.
Gracias a un ambicioso proyecto de restauración que pretendía acabar con los problemas de inundaciones de Vitoria, los parques que rodean la ciudad se han convertido en reductos de biodiversidad, en espacios de ocio y deporte, en herramientas que mejoran la calidad del agua gracias a sus filtros depuradores. Y todo ello con un bajo gasto de mantenimiento, porque el coste de conservación de cada metro cuadrado del Anillo Verde es veinte veces inferior al de la trama urbana. Y sí. La ventaja económica forma parte inequívoca de la estrategia europea y municipal. Si se pueden conseguir mayores beneficios climáticos, ambientales, para la mejora de la biodiversidad y la salud de las personas con menos euros, ¿cómo no ponerse manos a la obra?
Y así, el proyecto Infraestructura Verde dio el primer paso el año pasado con un plan piloto en Lakuabizkarra. Se eligió este barrio porque atesora numerosas zonas verdes de distintas tipologías -parques, parterres y jardines privados en interiores de manzana, medianas, rotondas con vegetación...- con escaso uso público y que, al tratarse de grandes superficies de césped, demandan un gran esfuerzo de mantenimiento. Además, hay muchas parcelas vacantes de propiedad municipal destinadas a equipamiento con bajísimas expectativas de desarrollo inmediato, que acumulan suciedad y regalan a los vecinos una imagen lamentable.
El Ayuntamiento escogió veinticuatro espacios, pero durante la plasmación del proyecto se han ido incorporando más zonas. Las actuaciones, que encaran ya la recta final, se han centrado en el refuerzo del arbolado viario, la implantación de especies más adaptadas al clima local, la creación de praderas naturales, la introducción de sistemas de jardinería de bajo mantenimiento y la creación de charcas y refugios para la fauna, que mejoran la estética, la conectividad con el Anillo Verde y la calidad del aire, fomentan la polinización y favorecen la infiltración del agua de escorrentía. La perfecta fusión, porque es posible, de paisaje y paisanaje.
Cultivos energéticos en Zabalgana. El plan Infraestructura Verde se fraguó durante la capitalidad green de Vitoria y, ahora que está a punto de finalizar la prueba piloto de Lakua, la idea del nuevo equipo de gobierno es continuar adelante. “Queremos seguir con este proyecto e incluso ampliarlo, con el foco puesto en los nuevos barrios y repensando la forma de actuar en las parcelas vacías, orientándolo sobre todo a cultivos energéticos”, explica el coordinador de Urbanismo y Medio Ambiente, Álvaro Iturritxa.