con la llegada del buen tiempo, las escapadas al monte vuelven a copar los planes de fin de semana de miles de alaveses. Una actividad que engancha y que además ha seducido con el paso de los años a numerosos deportistas inexpertos. Y que puede entrañar riesgos importantes si sus peligros se subestiman. El último susto del que han dado cuenta las autoridades tuvo lugar este pasado lunes de Pascua, una jornada idónea para salir a la montaña, cuando una pareja que descendía desde la cima del Gorbea se desorientó mientras ya estaba anocheciendo. El Centro de Coordinación de Emergencias 112 recibió su llamada de socorro sobre las 20.30 horas.

Por fortuna, la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza, coordinada por un técnico de Emergencias -Protección Civil-, logró encontrar mediante la aplicación móvil WhatsApp la posición exacta del hombre, que fue localizado pasadas las 22.30 horas. El equipo de rescate contactó también por teléfono con su compañera, que se había separado de él y caminaba hacia el aparcamiento de Urigoiti, cerca de Orozko (Bizkaia). Ambos sanos y salvos, aunque no siempre estas historias terminan con final feliz.

Lo sabe bien Kepa Gordo, miembro de la sección de Montaña de la DYA, integrada en Protección Civil, que esa misma jornada festiva protagonizó otro operativo de rescate a una joven cerca de la cumbre del Aizkorri que entró “en shock” cuando trataba de atravesar un paso muy estrecho. “Siempre se han cometido imprudencias, pero ahora ha habido un boom. Mucha gente piensa que la montaña es un paseo por la Avenida o la calle San Prudencio y hay problemas por la inexperiencia y la confianza”, advierte el profesional, que suma casi una década de experiencia en esta disciplina. “Cada vez se cometen más imprudencias y más gordas”, asegura sin titubear.

Según los datos recopilados por el Servicio de Intervención perteneciente a la Dirección de Atención de Emergencias, que depende a su vez del Departamento vasco de Seguridad, anualmente se atienden en Euskadi 1.400 emergencias por incidentes de todo tipo, no sólo en la montaña, sino también urbanas, en el litoral, industriales, forestales o como consecuencia de inundaciones o incendios.

En lo que va de 2015, y sólo en Álava, se han llevado a cabo ya siete operativos de rescate y nueve de búsqueda en sus montes y entornos rurales, 16 operativos en una temporada que puede considerarse baja debido a la difícil climatología, que frena a mucha gente a la hora de acercarse a la naturaleza. Un total de 76 operativos se consumaron en todo 2014, concretamente 49 búsquedas y 27 rescates. Las primeras suelen estar motivadas por los extravíos y las desorientaciones. Las segundas, por las caídas, más habituales entre los jóvenes y adultos hasta los 59 años. La mayoría de las operaciones tienen como escenario el macizo del Gorbea, que según advierte Emergencias, “tradicionalmente es la zona en la que se concentra el mayor número de búsquedas y rescates”.

Gordo también señala otro punto negro sobre el que él mismo ha tenido que trabajar en múltiples ocasiones, el parque natural Aizkorri-Aratz, que es “un referente en cuanto a caídas” debido a una señalización todavía a todas luces insuficiente, al menos en su tramo alavés. La cueva de La Leze también ha sido un lugar habitual de accidentes, uno de ellos bastante reciente que se saldó con un fallecido, debido a otro boom, el de la escalada. “Es una zona escarpada, con mucha roca y peligro de caída desde puntos muy altos”, advierte Gordo.

Otra zona “bastante complicada”, donde la DYA ha participado en numerosos operativos, es la Sierra Cantabria, con el vertiginoso pico Palomares como máximo exponente. Los Montes de Vitoria también destacaron el año pasado en las estadísticas, con un total de diez actuaciones. Por lo general, la época comprendida entre los meses de junio y octubre sobresale por el gran número de operativos de búsqueda y rescate que se llevan a cabo. “En la CAV hay una gran tradición montañera, por lo que más que hablar de imprudencias hablaríamos de accidentes”, matizan fuentes de Emergencias, aludiendo a la generalidad de los datos.

Para evitar problemas, el Gobierno Vasco incide en varios consejos básicos que pueden ayudar a cualquier mendizale, sea cual sea su experiencia, a salir indemne de una situación complicada. Informar previamente a dónde va y del itinerario a seguir y nunca ir solo, informarse antes de salir de la predicción meteorológica, utilizar siempre un material adecuado para la actividad que se va a desempeñar, llevar siempre el teléfono móvil encima y, en caso de que la visibilidad disminuya debido a la niebla, nunca seguir caminando, sino permanecer quieto en un lugar fijo y seguro hasta que ésta desaparezca. En caso de accidente, “lo primero que debe hacerse es avisar lo antes posible a los medios de socorro”, en concreto el teléfono 112.

Gordo añade a esta última recomendación un consejo que puede ser vital en muchos casos, “que debe llamarse cuando se está perdido, no sólo desorientado”. O lo que es lo mismo, que si un montañero se desorienta debe dejar de andar para informar mejor de su posición exacta. Gordo también recomienda llevar “siempre” agua y ropa de recambio encima e incluso una brújula y un pequeño botiquín. El profesional apunta al uso de calzado inadecuado en el monte como una de las causas fundamentales de las caídas y las “fracturas gordas”, como consecuencia de los resbalones. También, a “querer ver más de lo que puede ver la gente”, por ejemplo saliendo de las rutas marcadas o queriendo sacar fotografías desde lugares de riesgo, como las cumbres escarpadas.

Cabe recordar que desde el año 2011 la Ley vasca de Tasas recoge nuevas sanciones aplicables a los deportistas federados o aficionados que cometen imprudencias, ya sea en la montaña o en otros entornos, lo que puede provocar que una aventura mal resuelta puede tener un doble daño, tanto físico como económico. Desde que el Parlamento Vasco aprobó en medio de una gran polémica la modificación de esta norma, el Gobierno Vasco ha cobrado un total de 14.067 euros en tasas por negligencias de este tipo, fundamentalmente derivadas de accidentes de escalada y parapente.

Las mismas fuentes de Emergencias creen que estos datos “desmontan que esta Ley tenga un afán recaudatorio”. Están sujetos a esta tasa los deportes de riesgo, cuando se practica una actividad en una zona peligrosa o de acceso restringido, cuando los rastreos, rescates o salvamentos se llevan a cabo en situaciones de alerta naranja o roja por fenómenos meteorológicos adversos o cuando se solicite el servicio “sin que existan motivos objetivamente justificados”.

Kepa Gordo cree que el mayor número de accidentes que se producen en la montaña se debe a “ese boom del turismo y el senderismo”, que recuerda a “cuando se venden coches que llegan a los 200 kilómetros por hora”. “Se le pierde el respeto, porque hoy en día la montaña se vende de otra forma. Echo en falta más advertencias, avisos en los trípticos que se reparten de que ésta zona o la otra pueden ser peligrosas”, añade el profesional de la DYA. Ante todo, Gordo apela a “utilizar el sentido común y saber que la montaña no es un juego” para evitar problemas. “Los pilares de la seguridad son la formación y la información. Lo importante no es llegar a la cima, sino el camino que para ello se recorre y poder contarlo”, sentencia, por su parte, el Departamento de Seguridad.

En 2015. Sólo en Álava se han llevado a cabo ya siete operativos de rescate y nueve de búsqueda en sus montes y entornos rurales, fundamentalmente en el macizo del Gorbea. En todo el año pasado fueron 76.

Puntos negros. Junto al Gorbea, son habituales los rescates en el Parque Natural Aizkorri-Aratz, en la Sierra Cantabria y en los Montes de Vitoria.

Recomendaciones. Nunca ir solo, llevar encima un móvil, agua, calzado adecuado o “utilizar el sentido común”.