amurrio - 15 de agosto de 1965. Amurrio vivía el día de su patrona con la tranquilidad y religiosidad propia de un tiempo en el que los bolsillos, con una dictadura de fondo, tenían poco dinero para gastar y en el que había que pedir permiso hasta para poder beber en la calle. Entonces, dos grupos de jóvenes -acompañados por un burro- aparecieron bailando y cantando proclamas reivindicativas que pedían la traída del agua al pueblo. Se hacían llamar Los Grajos y Los Cornúpetas, y no eran conscientes de la auténtica revolución que, con su acto, iban a dar a las fiestas de su pueblo, pero así fue. La simpática protesta no cayó en saco roto en las mentes de los por aquel entonces gobernantes municipales que, para el año siguiente, convocaron el primer concurso de cuadrillas, con la intención de revitalizar un programa festivo más acorde a los aires de cambio que comenzaban a soplar, aunque la democracia no se instauraría hasta una década después.
En aquel desfile de carrozas de 1966 tomaron parte Los Grajos, ya con el nombre de Euskotarrak, y Los Cornúpetas -hoy Trot-Art-, así como El Follón y Los Intocables. Las dos últimas ya no existen, pero las otras siguen dando guerra, y a ellas se les sumó al año siguiente Dantza Lagunak, germen del actual grupo de danzas Aiara Dantza Taldea y que entró con fuerza ganando el certamen del 16 de agosto de 1967 con un baserri sobre un viejo coche tirado por bueyes que, con el tiempo han sido sustituidos por potentes tractores. Después, en 1978 llegó Herriarenak y en 1988, El Boli. Por el camino se han quedado otros como los Aldunak que, debido a sus escasos integrantes, decidieron dedicarse a otra faceta festiva no menos importante: la de dar vida a la comparsa de gigantes y cabezudos.
Sea como fuere, este año se cumplen cincuenta años desde que Amurrio vio nacer a sus cuadrillas de las fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de la Asunción y San Roque, y desde el Ayuntamiento, en colaboración con la asociación de comerciantes Apymca, han decidido que la efemérides bien merece ser recordada entregando a estas agrupaciones el premio anual, y posiblemente más importante, del municipio: el Guk de oro; convirtiéndolas en las Amurrioarras del año y, por consiguiente, en las pregoneras de las fiestas patronales del próximo mes de agosto, tomando así el relevo a la asociación etnográfica Aztarna.
El galardón fue entregado el sábado en el Amurrio Antzokia, mediante una gala que se abrió con la actuación de la Escuela Municipal de música (pregonera festiva en 2010), dirigida por el profesor Felipe Ainz, y a la que siguió la intervención de la alcaldesa, Josune Irabien. Ésta reconoció “la labor de dinamización y animación llevada a cabo por multitud de personas de las diferentes cuadrillas a lo largo de estos cincuenta años, sin la cual las fiestas de nuestro pueblo perderían la singularidad que las caracteriza y que las hace diferentes a las de otros municipios. Además de los cambios generacionales que se han dado y que han propiciado la pervivencia de este colectivo”.
El momento emotivo llegó después, cuando en la pantalla de cine del teatro municipal se proyectó un audiovisual en el que representantes de todas las cuadrillas fueron relatando su historia y dejando claro que sin ellas las fiestas de Amurrio no serían lo que son. Imágenes de antiguas míticas presentaciones y masivos pasacalles se iban fundiendo con las palabras de agradecimiento por el nombramiento de los actuales Dantza Lagunak, El Boli, Euskotarrak, Herriarenak y Trot-Art, aunque también acudieron al acto miembros de las ya extintas El Follón o Aldunak. De hecho, el portavoz de esta última se dirigió al público para recordar que “hace ya diez años que sucumbimos, después de 30 años siendo parte activa de las fiestas, y esperamos de corazón ser los últimos en desaparecer”.
Y es que sobre el resto de las actuales cuadrillas, sobre todo las de menor número de miembros, sobrevuela el mismo drama. “A lo largo de la gala se ha alabado mucho el colorido que damos a las fiestas, pero para eso necesitamos gente. Las cuadrillas pequeñas no queremos desaparecer y necesitamos manos”, urgió la joven portavoz de El Boli. Otros rompieron una lanza por unas fiestas más participativas y con mayor presencia del euskera, pero todos coincidieron en animar a toda la población “a vivir la fiesta dentro de una cuadrilla, sea cual sea, porque son ejercicios de hermandad que hay que mantener”, exclamaron. No en vano, a todas ellas se las diferencia por su atuendo, pero las une el ánimo de participar en la fiesta e innovar, como bien demuestra la reciente creación del Puntazo Eguna, para reunirse en pleno invierno, que varias de ellas recordaron. A ver si el galardón les sirve de estímulo, y la edición 2015 renueva un guión, para muchos ya caduco, y un ambientazo con mayúsculas toma las calles.
Muestra. La insignia de este año pasará a ser parte de los fondos del museo de cerámica local de Félix Murga, por decisión unánime de las cuadrillas que, el mismo sábado, se la entregaron al guardián de la colección etnográfica, Jesús Guerra.
50
Son los años en los que las cuadrillas de Amurrio señorean durante las fiestas patronales de verano. Su mera presencia se ha convertido en seña de identidad del carácter alavés de los festejos del municipio.