la aparición de varias pegatinas con simbología neonazi y consignas contra los inmigrantes sembró Gasteiz de indignación hace poco más de dos semanas. La sociedad vitoriana, ejemplo a seguir durante décadas para la integración entre diferentes, no se acostumbra a lamentables episodios como éste, que además señaló a un colectivo muy concreto como la Asociación de Residentes Afroamericanos, y en consecuencia las denuncias públicas no tardaron en sucederse. Empezando por la propia agrupación Afro, que presentó una demanda ante la Ertzain-tza después de encontrar hasta tres pegatinas en la puerta de su sede, y siguiendo por distintos representantes políticos o del ámbito social. Tres mensajes, No falta trabajo, sobran inmigrantes, Ayudas sociales para los nacionales y Stop hipocresía. Españoles primero, acompañaron a las esvásticas, que también fueron colocadas en otros puntos de la capital alavesa como el campus de la UPV o las oficinas de Lanbide. Una ubicación nada casual, ya que es ahí donde se tramita la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) que el alcalde popular Javier Maroto pretende endurecer.
Pese a que el primer edil vitoriano se apresuró en censurar la aparición de estas pegatinas y pidió públicamente a la Policía Local que colabore con la Ertzaintza en el esclarecimiento de los hechos, a nadie se le escapa que éstos han coincidido con el punto más álgido de su campaña contra el presunto fraude social masivo, una de sus principales bazas electorales. Su colaboración cada vez más activa con la plataforma Ayudas más Justas es sólo un claro ejemplo de ello. Representantes políticos como el portavoz del PNV en el Ayuntamiento y candidato a primer edil, Gorka Urtaran, y la también aspirante a la Alcaldía por EH Bildu, Miren Larrion, no pasaron por alto esta circunstancia y señalaron directamente a Maroto como “responsable de este tipo de hechos”, según la cabeza de lista de la coalición abertzale. Hechos, prosiguió Larrion, derivados de una ofensiva “para convertir a los sectores más desfavorecidos de la ciudad en chivos expiatorios”. A juicio de Urtaran, “estas acciones son fruto del discurso xenófobo” del alcalde, que cuando puso en marcha su campaña para restringir la RGI acusó al colectivo magrebí de “vivir de las ayudas sociales” y de no querer “trabajar ni integrarse”. “Por mucho que Maroto quiera desentenderse y condenar, es el principal responsable”, zanjó Urtaran.
Por desgracia, hechos como éste, que no dejan de ser “aislados” según certifican a este periódico fuentes de la Ertzaintza, no es la primera vez que se producen en Vitoria. Basta con echar un rápido vistazo a la hemeroteca para comprobar que la aparición de mensajes neonazis y xenófobos a través de pintadas u con otro tipo de soportes ha sido más o menos habitual en la ciudad durante los últimos cuatro años, coincidiendo además con las andanadas más célebres del primer edil contra los inmigrantes.
La oposición de Maroto a la apertura de una nueva mezquita en Zaramaga destinada al culto del colectivo pakistaní, de la mano de un colectivo vecinal afín al PP, vino acompañada de la aparición de varias pintadas insultantes en el exterior del local, entre las que no faltaron las esvásticas, las cruces celtas o consignas como Stop Islam, Moros no o España no es un zoo. La lonja ubicada en la calle Martín Olave, que nunca llegó a albergar el templo, fue atacada en varias ocasiones más, en una de los cuales se roció el interior con sangre de cerdo, un animal impuro para los musulmanes.
también en arriaga Apenas tres días después de que apareciesen estas pintadas, la ermita de San Juan de Arriaga fue el siguiente escenario elegido por uno o varios desconocidos para manchar unas paredes con mensajes de tinte neonazi. Corría el 26 de julio de 2011 cuando una cámara fotográfica de este diario captó sobre la fachada blanca de uno de los laterales del templo una esvástica, una cruz celta, el código 14/88 referido a la supremacía de la raza aria o las frases en alemán Heil Hitler -Viva Hitler- y Sieg Heil, que podría traducirse como Salve la victoria.
Fue en este punto cuando la oposición municipal en bloque ya comenzó a acusar abiertamente a Javier Maroto de “alimentar” actitudes racistas con su discurso, ya que también había comenzado a cuestionar el sistema de RGI y señalado a los inmigrantes, al tiempo que lo criticaron por no luchar de forma más decidida contra el fraude fiscal.
Como mínimo, la simbología neonazi regresó a las calles de Gasteiz poco más de un año después, concretamente a las paredes de la antigua Casa de los Pueblos, enclavada en pleno corazón del parque del Norte. Un lector de este periódico tomó varias instantáneas con su cámara personal de esvásticas acompañadas por el mensaje Sieg Heil y de otras consignas como Poder Blanco o Moros Fuera, en este caso realizadas con un troquel. Este vecino decidió llamar a la Policía Local de inmediato, pero los servicios de limpieza tardaron “unos diez días” en eliminar cualquier rastro de estas pintadas, quizá debido a la mala fecha, en pleno salto de agosto a septiembre del ejercicio 2012.
Justo un año después de este hecho, el mismo tipo de pintadas -realizadas con el molde- fueron captadas por un fotógrafo de DNA en otro punto cardinal de la ciudad, la entrada al parque de Salburua, en sus características letras. Aparecieron apenas unas semanas antes de desatarse una nueva polémica del alcalde con parte del colectivo inmigrante como protagonista. Javier Maroto, en concreto, situó a comienzos de aquel curso político -septiembre de 2013- en su punto de mira a los bazares chinos, kebabs y locutorios diseminados por la ciudad ante las “percepciones y evidencias” de que algunos de estos negocios incumplían la normativa municipal y, por tanto, constituían una competencia desleal para el resto de tiendas. Deficiencias en materia de seguridad, accesibilidad, incendios, etiquetado o exposición de artículos, entre otras, sobre las que Maroto prometió ser inflexible “para defender al comercio tradicional”. Tal y como sucedió en las ocasiones anteriores, no hubo noticias de ningún tipo de identificación o detención a los responsables de estas pintadas.
De vuelta al presente inicio de 2015, la investigación abierta por la Er-tzaintza para dar con los responsables de la colocación de las pegatinas neonazis “sigue su curso” mediante el “análisis de los hechos”, aunque la Policía Autonómica parece descartar que exista algún tipo de grupúsculo organizado de corte fascista en la ciudad, como sí los hay en otras localidades del entorno o en países vecinos como Francia y, especialmente, Grecia.
El Ararteko, otra de las instituciones que denunció públicamente la aparición de las pegatinas con esvásticas, advirtió hace unos días que el uso de simbología nazi “otorga a esta execrable acción una dimensión que la conecta con movimientos neonazis de diferentes países europeos, como el griego Amanecer Dorado”, y advirtió al mismo tiempo de que la ideología neonazi “atenta gravemente contra los derechos humanos y los principios elementales del estado democrático”.
Iñigo Lamarca también llamó a “combatir desde el principio con firmeza y contundencia” este tipo de sucesos porque “las ideas neonazis suponen un cáncer contra la democracia y contra la convivencia social” y, por ello, pidió a los poderes públicos que se marquen su erradicación como una “prioridad”. Un día después de la aparición de las esvásticas, varios colectivos feministas, homosexuales y antirracistas de Vitoria denunciaron también que la “irresponsabilidad” de “los máximos responsables institucionales del PP en Álava” ha propiciado “un rechazo a la diferencia y un clima de conflictividad cada vez más peligroso” hacia las personas inmigrantes.