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La iglesia de Antezana florece

Estuvo amenazado por el derrumbe e incluso cerró durante cinco años, pero el templo alavés asiste a su particular renacimiento de la mano de Xabier Egaña. Tras la reforma de la cubierta concluida en 2010, el artista pinta ahora los enormes muros del interior.

La iglesia de Antezana florece

la iglesia de San Miguel de Antezana, levantada en el año 1550, se debilitaba sin remedio debido al paso del tiempo. El templo fue sometido a una importante restauración durante el siglo XVIII que incluyó la construcción de su pórtico, pero hace ahora una década, allá por 2005, dijo basta. El peligro de derrumbe por las grietas abiertas en el techo comenzaba a ser real y se procedió a su cierre para el culto. Un varapalo para este pequeño pueblo ubicado a 10 kilómetros de Gasteiz, a apenas unos metros de las pistas del aeropuerto de Foronda, que por fortuna fue solventado en apenas un lustro gracias a la reforma integral de toda su cubierta, un trabajo que implicó a varias instituciones.

El templo reabrió en 2010 y además de las misas empezó a acoger otro tipo de actividades como actuaciones musicales o teatrales. Pasaron por allí la coral Manuel Iradier, la de la ikastola Olabide... San Miguel había iniciado una segunda vida, con ilusiones renovadas, pero aun así el templo “se quedaba un tanto desnudo”, según reconoce en la actualidad el alcalde pedáneo de Antezana, José Luis Alonso. En este punto surgió la figura de Diego Bermejo, un catedrático de filosofía y ética en la Universidad de Deusto que reside en la localidad y que estableció contacto con el artista vizcaíno Xabier Egaña, de quien conocía su prolífica obra. ¿Por qué no decorar las paredes del templo para insuflarle más fuerza? El proyecto Pinturas para la vida daba así su primer paso.

Corría el mes de julio de 2013 cuando, tras un año de trabajo sobre los bocetos, el pintor afincado en Zarautz comenzó a decorar el pórtico y el atrio del templo con el beneplácito del párroco. Lo hizo con su estilo cercano al pueblo, colorista y luminoso, reconocible en los murales del camarín de la Virgen del Santuario de Arantzazu, el ábside de la parroquia de San Pelayo o el muro conmemorativo de Salbatore Mitxelena, ambos en Zarautz. El artista también ha expuesto sus obras en Alemania y Puerto Rico.

Nacido en Las Arenas, Egaña se hizo franciscano a los 17 años en Zarautz, donde estableció relación con Javier Álvarez de Eulate, autor de las vidrieras del Santuario de Arantzazu y quien le animó a introducirse en el mundo del arte. El artista trabajó en el año 1968 en el taller de Jorge Oteiza, una de sus grandes influencias, durante la realización del apostolado para la fachada de la Basílica. Su estilo recuerda a Pablo Picasso, a Marc Chagall, al propio Oteiza, al expresionismo en su conjunto.... “Como toda persona es hijo de sus padres, el parecido no te lo puedes quitar salvo que te pongas un sombrero”, bromea el artista.

Esta primera fase del proyecto, la que inundó el pórtico de colorido, concluyó en septiembre de 2013. El resultado fue un espacio que “invita al recibimiento, a la acogida, indicativo de lo que se puede encontrar dentro”, subraya Egaña. En sus cuatro muros domina el ambiente festivo, de celebración popular, pero no se olvidan ni los dramas ni las crisis.

El artista combina elementos tanto sacros como profanos, referencias a la juventud y a la ancianidad, pero trasladando en última instancia un mensaje de esperanza y el anuncio de una nueva creación. Aparecen en estas pinturas también múltiples aspectos de la vida de la localidad, como la torre de control del aeropuerto con un avión sobrevolándola, el crucero del pueblo o una figura de la Virgen que durante un tiempo descansó en el cercano pueblo de Foronda. Tampoco falta un cosmos geométrico que representa “una naturaleza que no existe, pero podría existir”.

salto al interior A la vista del éxito del proyecto y de su buena acogida entre los vecinos de Antezana, los impulsores de Pinturas para la vida exploraron la posibilidad de llevar la obra de Egaña también al interior de la iglesia. La Junta Administrativa logró el imprescindible apoyo del obispo Miguel Asurmendi y gracias a la colaboración de la Fundación Catedral Santa María, que cedió parte del andamiaje utilizado durante el exitoso Abierto por Obras, comenzó a fraguar esta segunda fase.

La financiación volvió a correr a cargo del Presupuesto del concejo, aunque cabe destacar que Egaña muy poco ha pedido a cambio de realizar su obra al margen de la pintura y un alojamiento en el pueblo, una casa cedida por la propia Junta. “Me siento tremendamente a gusto aquí, bien cuidado y bien tratado. El silencio que regala este pueblo es inmenso”, asegura el artista.

Los trámites para conseguir el visto bueno de la Iglesia fueron largos, pero finalmente el pasado enero dio el visto bueno para iniciar los trabajos dentro del templo. Muchos bocetos después, y debidamente colocados los andamios, Egaña comenzó a trabajar con sus nuevos murales el 8 de agosto. Un trabajo mucho más complicado que el que desarrolló en el pórtico al tratarse de unas paredes de cerca de 15 metros de alto y ocho de ancho que requieren una importante habilidad sobre el andamio.

Esta segunda fase se desarrollará a su vez en tres etapas que, según las previsiones de Alonso, podría estar concluida en el invierno de 2016. Egaña trabaja actualmente sobre la parte del coro, ubicado en el muro trasero de la iglesia, y de aquí a la llegada de la estación más fría del año lo hará también en una porción de las paredes laterales. Éste será su plan también durante los dos próximos años, aprovechar las estaciones más cálidas para trabajar y descansar durante el invierno. El año que viene se centrará en los muros centrales del templo y el siguiente, en los más cercanos al altar.

La pared trasera y los muros laterales comienzan a recoger ya dibujos repletos de mensajes, sentimientos y relatos que van desde lo religioso a lo espiritual, pero también a lo social. La primera, que recoge la soledad de Jesús de Nazareth, la Última Cena y la Resurrección, es la más avanzada y en ella trabaja actualmente Egaña. Pronto acometerá el pintado de las paredes laterales, donde podrá observarse una representación de las pateras que llegan desde África -todavía únicamente dibujadas- y el drama de sus ocupantes o los muros de Berlín y Palestina. Personajes “muy potentes” como Dante o San Juan también tendrán su espacio.

“La idea es que no sea un espacio religioso exclusivamente, sino que tenga una dimensión humana, poética”, remarca el artista. Mientras Egaña desarrolla su trabajo, las misas se ofician en una pequeña capilla a la que se accede desde el atrio, un lugar ocupado anteriormente por la sacristía del templo.