dulantzi - Alegría madrugó a la hora de reivindicar su lugar en la fiesta de todos los alaveses. Quiso significarse en el cariño hacia San Prudencio y decidió, un año más, adelantar la tamborrada un día para festejar por todo lo alto la llegada del patrón. Así, el pasado sábado convirtió a esta villa de la Llanada en la adelantada de la celebración, justo unas horas por delante del tradicional programa preparado en la capital. Lo hizo con una jornada repleta de actos donde el sonido del tambor fue el gran protagonista y donde los dulantziarras derrocharon entusiasmo y buen humor desde el mediodía hasta bien entrada la noche a ritmo de percusión contagiando su alegría y ganas de saltar. Y, como la localidad ha sido la única de la Llanada que realiza algún acto festivo en torno al santo, la llegada de gentes de otros municipios contribuyó en dar lustre a la fiesta.
Por séptimo año consecutivo, la villa celebró su tamborrada para honrar a San Prudencio, demostrando que no sólo en Gasteiz saben vivir la fiesta. Por ello, la Herriko enparantza se tiñó de blanco obviando que en el cielo unas nubes plomizas amenazaban lluvia. Cerca de un centenar de tamborreros, barrileros y majorettes decidieron participar en un desfile que ya ha marcado época.
Allí estaban en lo alto de la furgoneta, Javi y Eduardo, los responsables de que la tropa desfilase con un mínimo de decoro. Desde su atalaya daban los últimos toques al megáfono y organizaban el repertorio de diez canciones en el CD. Mientras, pequeños y grandes calentaban los palillos para una sonata muy de la tierra. El silbato inicial alertó a todos. Tras él comenzó a atronar la música. Los tambores y barriles, que habían permanecido mudos desde el pasado año, comenzaron a redoblar. Unos, los de la mayoría de adultos, con más acierto; otros, los de los más txikis, con algún error que otro. Entre estos últimos, Izaro, Ane y Andrés, seguidos por sus padres, trataban de atinar en los cilindros perdiendo alguna nota por el camino. Sin embargo, en el estruendo, casi ni se notó.
El colorido, junto con los primeros tamborileros, lo pusieron las majorettes que, ataviadas con vistosos uniformes repletos de colores rojo, verde, blanco y negro, danzaron a ritmo de la música para regocijo de propios y extraños. Su toque colorido contrastaba con la tónica del resto de uniformados, que presentaban con decoro pantalón, gorro de cocina, camisa y delantal blancos y pañuelo de cuadros azul y blanco. Lógicamente, los alaveses conocen cómo se las gastan las inclemencias meteorológicas. Por ello, hubo quien no dudó en colocarse el abrigo para tratar de mitigar el frío reinante en la localidad desde por la mañana.
La comitiva festiva partió entonces en torno a las 12.20 horas para recorrer las principales calles de la localidad. "En fila de a cinco", comentaba micrófono en mano Eduardo tratando de organizar al personal. Con el fin de llevar a cabo un desfile como el santo manda, los organizadores del evento habían marcado nuevas normas y pautas a seguir por todos los participantes "de cara a que el resultado final sea lo más exitoso y vistoso posible". Así, este año, una de las principales novedades fue la separación de la tamborrada en dos actos completamente diferentes. Uno, por la mañana, "en el que pretendemos hacer una tamborrada más familiar", a la cual pudieron acudir niños. El otro acto se realizó por la tarde, "con una tamborrada exclusivamente de adultos". Para facilitar a padres, madres y abuelos encargados de los pequeños participar en la tamborrada vespertina, el Ayuntamiento ofreció un servicio gratuito de ludoteca.
Tras los primeros pasos, los tambores siguieron sonando por las calles de Dulantzi con éxitos de ayer y hoy como la Retreta de San Prudencio, Gasteiz, Deba, Paskuarena o Gau Bilera. Se repitieron hasta la saciedad a lo largo del día por las calles de la localidad, donde el nutrido grupo de espectadores, todos ellos conocidos de los participantes, no dudaron en ovacionar las interpretaciones de los músicos que, para entonces, ya había cogido confianza y comenzaba a mostrase más animado. Hubo quien no dudó en bailar y tocar el tambor a la vez.
En torno a las 14.45 horas comenzó una comida popular entre participantes y familiares. Tras el almuerzo, los dulantziarras, que han ensayado tres domingos por la tarde desde el mes de marzo, volvieron a atarse el tambor para participar en el desfile de adultos.
Otras tamborradas El sonido del tambor se coló por todos los rincones de la villa gracias a la labor de las sociedades organizadoras Okeluko, Toki Ametsa y Bi Mila. La idea de celebrar una tamborrada coincidiendo con la celebración de la festividad de San Prudencio surgió de la primera en 2008.
De hecho, Dulantzi era la única de las tres poblaciones de gran tamaño de la comarca de Agurain que no celebraba una tamborrada a lo largo del año, ya que en la capital de la Llanada (Agurain) se celebran dos -una de niños con motivo de la festividad de San Juan y otra, de adultos, el primer sábado de las fiestas patronales de octubre-. En Araia, por su parte, también se organizan dos desfiles. Uno para mayores y otros para pequeños, con motivo de la festividad de San Pedro, patrón de la localidad. En cualquier caso, un año más se ha demostrado que en la tamborrada de Dulantzi niños, niñas, hombres y mujeres disfrutan por igual, con el tambor, con el barril o de espectador. Lo importante es la fiesta, disfrutarla y compartirla.
Tamborradas. Dulantzi celebra la suya coincidiendo con la llegada de San Prudencio. En esta ocasión, un día antes que en Gasteiz. Las otras grandes villas de la Llanada también celebran sus tamborradas. Agurain celebra una de niños con motivo de la festividad de San Juan y otra, de adultos, el primer sábado de las fiestas patronales de octubre. En Araia, por su parte, también se organizan dos desfiles. Uno para mayores y otros para pequeños, con motivo de la festividad de San Pedro, patrón de la localidad.