que los robles de Izki tienen magia era algo sabido. Es la razón de la belleza del parque y de numerosos lugares de Montaña Alavesa. Pero que la madera de esos longevos árboles pudiera servir para criar los mejores vinos del mundo, los riojas, era algo menos conocido y que Enrique Echepare, al frente de Tonelería Quercus, se ha empeñado en dar a conocer a través de sus barricas bordelesas. Quintana, Urturi, Apellániz, Markina y Arrilucea son los lugares desde donde han llegado a la factoría de Lapuebla de Labarca unos enormes troncos de roble, menos perfectos que los tradicionales procedentes de Francia o Estados Unidos, con los que esta empresa fabrica tonelería.

Ronald Pérez, director técnico de Quercus, explica que los troncos "se dejan secar aquí, en el patio". "Los árboles se talan en invierno, para que haya bajado la savia y no dé sabores o amargor a la duela y en la primavera o verano ya se puede empezar a cortar para hacer duelas, las piezas de madera que conforman las barricas o toneles", subraya.

Esos trabajos se realizan con una impresionante maquinaria que primero corta en mitades los troncos y los convierte en quesitos, aunque mucho más grandes, y posteriormente en tiras de madera, Convertidas en duelas "se dejan secar en el patio del orden de dos o tres años". "Como mínimo los dejamos dos inviernos", apunta.

El secado será homogéneo, pero dar con formas para las duelas supone un ejercicio de imaginación y trabajo importantes. "En Francia se cuida mucho la silvicultura, por eso los troncos son más rectos y más anchos, y de ellos se extrae mucha más madera para hacer las duelas. Pero el roble autóctono que usamos, de Izki, es salvaje y tiene más densidad, es más duro, que los franceses y americanos", asegura. Una vez lista la madera, el proceso de construcción de los toneles es similar a los de otra tonelería, aunque en el proceso se dan varias particularidades. En el interior de la nave, en el complejo de Rivercap, se van juntando las piezas, evitando que coincidan las que son idénticas y se colocan los flejes, los aros, de trabajo, momento en el que el artesano usa el cello que golpea con un martillo de tonelero, de mango corto, para encajar el aro en su lugar y posteriormente ajustar las duelas a la misma altura.

De allí se pasa al proceso de tostado de la madera, que es uno de los procesos más delicados. Para ello se utiliza un sistema específico creado por Quercus y que consisten en unos braseros eléctricos, regulados a través de un ordenador, que tuesta el interior de la barrica de acuerdo con las especificaciones dadas por el cliente. La máquina es capaz, incluso, de inyectar vapor de agua, para equilibrar el quemado interior del recipiente y todo ello regulado por unas curvas de perfil gestionadas por ordenador. Terminado ese proceso llega el momento de colocar finalmente las tapas de madera de roble de Izki.