vitoria. Se define como una persona inquieta y su trayectoria profesional lo confirma. Durante años se dedicó a las traducciones, trabajó en EITB y tan sólo hace 14 años se inició en la escritura. "Cuando decidí escribir una novela lo hice para demostrarme a mí misma que podía hacerlo, que era capaz de comenzar y acabar una historia, capaz de emular a mis autores favoritos". Lo consiguió, ganó una apuesta y desde entonces no ha parado. Alrededor de veinte novelas, la serie infantil Nur -inspirada en su nieta- y varios títulos para jóvenes, entre otras publicaciones, conforman su currículo literario. Diciembre se presenta como un mes intenso -acaba de presentar en su última novela para adultos, Itahisa, la décima entrega de la serie Nur, y una colección de cuentos para contar a los niños que no saben leer, Bazen Behin...-, pero hoy dejamos a un lado su profesión para hablar de todo lo demás.
¿Ha cambiado mucho la ciudad desde que se marchó? A su juicio, ¿en qué ha mejorado y en qué ha empeorado?
Sí que ha cambiado, y mucho, sobre todo el extrarradio a partir del centro. Hay barrios que, desde luego, no conozco. Sin embargo el centro está igual, aunque mejorado con las calles peatonales y demás. Vitoria-Gasteiz siempre ha sido una ciudad bonita con calidad de vida, aunque me da la impresión de que esos barrios con edificios enormes y calles terriblemente anchas son algo impersonales, pero eso, claro, habría que preguntárselo a sus vecinos.
Actualmente vive en Larrabetzu, ¿qué le gusta de vivir en un pueblo?
Que todo el mundo se conoce. Vas por la calle saludando a unos y a otros, te paras para charlar, estás al corriente de lo que les ocurre a tus vecinos, ves crecer a los niños... También la tranquilidad, que no hay ruidos de tráfico y que estamos rodeados por la naturaleza, huele a madera quemada y a hierba recién cortada... Nos gusta mucho.
¿Qué echa de menos de la ciudad? Y concretamente, ¿de Vitoria?
Pues la verdad... Muy poco. Tal vez la posibilidad de acudir a espectáculos teatrales, conferencias, conciertos. Aquí estamos cerca de Bilbao, pero ¡nos da bastante pereza movernos!
Según escribe en su página web, tuvo la oportunidad de estudiar en Francia, Inglaterra y Alemania, ¿que le reportó esta experiencia?
Teniendo en cuenta que hace cerca de cincuenta años eran muy pocos los jóvenes que salían a estudiar al extranjero, la experiencia fue única. Pude conocer otros países, otras costumbres, mentalidades e idiomas. Nunca agradeceré suficiente a mis padres que me dieran tan magnífica oportunidad.
¿Qué opina del recorte en la beca Erasmus?
El gobierno que no invierte en sus estudiantes está abocando el país al retraso, y a hacer el ridículo como se ve en múltiples ocasiones en que nuestros representantes políticos demuestran una cultura absolutamente deficitaria que avergüenza a
cualquiera.
¿Y de los recortes en educación? ¿Es la 'ley Wert' una vuelta al pasado?
Es más de lo mismo. Cada gobierno decide el qué y el cómo en los programas de educación según su ideología y, supongo, que convencido de que de esa manera creará ciudadanos a su imagen y semejanza, pero no tiene por qué funcionar. A mí me tocó estudiar la asignatura de religión y también otra que se llamaba "formación del espíritu nacional" y, ya ves, ninguna de las dos me dejó huella.
Si le hubiera tocado vivir esta época como universitaria, ¿sería una estudiante guerrera o más bien conformista?
Sería una universitaria independiente e inconformista. Los estudios enseñan a manejar las herramientas necesarias para desarrollar unas determinadas capacidades, pero no son la piedra filosofal y tampoco son la solución para el futuro. El presente y el futuro te los tienes que trabajar tú misma día a día, con títulos o sin ellos.
¿Sirve de algo protestar y movilizarse?
A veces me lo pregunto visto los resultados, pero es cierto que las sociedades han avanzado porque, en algún momento, los pueblos se han rebelado. Si por algunos fuera, seguiríamos en el pasado, en el que la mayoría de la población trabajaba y pagaba sin ningún tipo de derechos a cambio, solo para beneficio de unos pocos. De hecho, la situación sigue siendo muy parecida, aunque algo hemos mejorado por supuesto. Avanzamos dos pasos y retrocedemos uno.
Otro de los temas que está suscitando polémica es la reforma de la ley del aborto, cuyo anteproyecto acaba de ser aprobado por el Gobierno central, ¿supone un retroceso en los derechos de las mujeres?
Más bien supone la obsesión de algunos por controlar a la sociedad. A mi entender, este tema atañe exclusivamente a la mujer embarazada y, en cierta medida, al hombre que ha engendrado en ella, siempre que él sea su pareja y que no haya habido violencia por medio. Hay quien cree que abortar es como, no sé, eliminar un quiste. Sin embargo es una decisión muy grave y dolorosa que en la mayoría de los casos deja huella tanto física como psíquicamente. Yo puedo o no estar de acuerdo, puedo aconsejar, ayudar, plantear otro tipo de salidas, pero no puedo ponerme en el lugar de una mujer que decide abortar y mucho menos decidir por ella.
A pesar de las medidas adoptadas contra la violencia de género, los casos de maltrato no cesan e incluso se incrementan entre adolescentes, ¿qué está fallando?
Nos venden un mundo de tipos estupendos y sobre todo mujeres perfectas, jóvenes y guapas; nos saturan con anuncios, series y programas televisivos, películas en las que priman la fuerza masculina y la belleza femenina; con libros en los que las protagonistas son sumisas, por cierto leídos por muchas mujeres. ¿Qué esperamos entonces? Los viejos proverbios suelen acertar a menudo y... ¡de lo que se mama se cría!
¿Cómo describiría el momento actual de crisis que vivimos?
La sociedad está en crisis de manera permanente. No hay más que repasar un poco la historia de cualquier época y lugar, el mismo hecho se repite una y otra vez. Lo que ocurre es que la actual nos está tocando vivirla. La base de cualquier crisis es la ambición y la avaricia sin escrúpulos de unos pocos en detrimento de la mayoría. Siempre ha sido así, pero soy optimista y saldremos de esta como nuestros padres y abuelos salieron de otras.
¿Qué le preocupa más: los desahucios, el paro, la pérdida de derechos laborales...?
Todo es parte del mismo engranaje, así que me preocupan por igual. El problema es que, desgraciadamente, no está en nuestras manos conseguir una solución a corto plazo.
¿Cree que la ciudadanía tiene fuerza para cambiar esta situación? ¿Qué es, entonces, lo que le impide actuar?
El miedo a perder lo poco que se tiene y, por supuesto, a las consecuencias. He leído que pretenden poner multas millonarias a quien proteste ante los políticos, quienes a fin de cuentas son meros administradores de la cosa pública, es decir servidores de todos, algo que olvidan en cuanto detentan el poder que nosotros les otorgamos.