PONERLE rostro, o fecha, al primer alavés es una tarea imposible, pero un grupo de arqueólogos e investigadores de la Universidad del País Vasco han logrado documentar que Álava tiene continuidad de población desde hace al menos 13.000 años. Ésta es la principal conclusión a la que ha llegado este equipo de personas que están dirigidas por el profesor Alfonso Alday, un investigador con un amplio historial en trabajos de campo y en publicaciones, tanto colectivas como personales, y que sin apoyos, tan solo con alguna bendición para poder realizar las excavaciones, llevan varios veranos trabajando en la localidad de Obécuri, en Trebiño, en el yacimiento de Martinarri. Un lugar que costó trabajo encontrar.
Alday cuenta que el yacimiento no se localizó por azar. El equipo ya venía trabajando desde hace años en Virgala o Saseta. Buscaban restos que demostrasen la presencia de gentes del Neolítico, y de los últimos cazadores-recolectores, por Álava. La clave era encontrar un abrigo, un lugar donde hubiera habido población y quedaran restos de su presencia. Con ese objetivo pasaron dos años pateando la zona, perdiéndose en ocasiones, ya que se trata de una zona, la cercana a Izki, con una gran abundancia de vegetación, sin caminos, de una gran pureza medioambiental y en marzo de 2007 arribaron a un lugar donde había una pared rocosa natural que sobresalía.
En aquellas búsquedas las informaciones orales y las referencias a algunas leyendas ancladas en la antigüedad daban pistas a los arqueólogos. Martinarri fue uno de aquellos lugares elegidos por los prehistóricos: contaban con la techumbre que les ofrecía la roca saliente, que les protegía de los vientos y la lluvia, y además había una campa que les daba espacio de estancia. No hubo dinero para trabajar. Al estar en territorio trebiñés, la Junta de Castilla y León dio los permisos necesarios para comenzar a excavar, pero ninguna ayuda económica. No obstante pudieron aprovechar recursos propios de la Universidad del País Vasco y, más recientemente, de un proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación en el que Martinarri tiene un protagonismo esencial.
No es sencilla la excavación del lugar, ya que al estar tan separado de cualquier núcleo urbano el equipo se tenía que desplazar todos los días desde Vitoria hasta Obécuri, aunque, eso sí, lograron un acuerdo con los responsables del restaurante de Izki que les acogieron a la hora de comer con afecto, atención y menú a precio especial. El trabajo en el yacimiento comenzó como se hace habitualmente este tipo de actividades: parcelando la superficie y cribando toda la tierra que se iba moviendo. De esa forma comenzaron a aparecer los perfiles de aquellas personas que llegaran a la zona hace unos 13.000 años.
"En esas fechas comenzaba el cambio climático y el deshielo hizo que llegaran a la zona gentes del norte, del Valle del Ebro o de ambas zonas", cuenta Alday. Además se dio la feliz circunstancia de que en la misma zona hay unos afloramientos de silex de gran calidad, que aquellos hombres utilizaron para configurar las puntas de flecha que han aparecido en el abrigo. Así comenzó el asentamiento de población en esa zona de Álava, dato de gran importancia ya que apenas se han encontrado datos contrastables de movimiento de población en esa zona del Alto Ebro.
más de 17.000 piezas El abrigo volvió a acoger otra población, ya más estable. Gentes que usaban el arco para cazar, y a ellos les siguió otra etapa de habitantes, más asentados en el territorio, que se dedicaban a la agricultura y la ganadería. Alfonso Alday explica que, siendo Martinarri importante, aún lo es más su relación con los otros yacimientos de la zona: "Martinarri forma parte del puzzle que era Álava hace 13.000 años, y el origen de la población asentada que se originó. Desde entonces no hemos abandonado Álava". Los arqueólogos tampoco han abandonado el lugar. Hasta la campaña del año pasado se habían localizado casi 17.000 piezas en Martinarri, cantidad ampliamente superada esta campaña.
Muchas de ellas son restos de la talla del sílex, así como las puntas de flechas, los raspadores o los buriles, sin que falte algún adorno y miles de fragmentos de fauna. La excavación de este año afectó también a la campa que existe delante del abrigo, y allí se vieron desbordados por la enorme cantidad de material lítico y óseo que han encontrado y que en estos momentos trabajan en el laboratorio de la Universidad del País Vasco. Es una pausa en el tiempo, porque la intención de las catorce personas que se encuentran implicadas en el proyecto es volver el año que viene para continuar la excavación y la documentación, aunque sea "como hasta ahora. Usando nuestros propios recursos económicos" para poder contar la historia de Álava.