Reconoce que algunos lugares a los que siempre volvería serían Galicia y Valencia, "porque tengo a alguno de mis hijos allí". "Pero también guardo muy buenos recuerdos de los años en los que veraneé en Menorca". Según sus palabras, "me adapto fácilmente a otros lugares; cualquier sitio en el que se respire libertad sería un buen lugar para vivir".
La central de Garoña está en el ojo del huracán. La polémica instalación contempla la posibilidad de ampliar su vida útil. Los alaveses, por su parte, continúan haciendo numerosas manifestaciones para exigir el cierre inmediato. ¿La voz de los ciudadanos tendrá efecto?
Los intereses económicos de todo tipo que se dan en la producción de energía y su gestión me hacen ser poco optimista. No hay más que ver lo que ha pasado con las energías renovables, que las últimas disposiciones del Gobierno han llevado a la ruina a los pequeños productores que habían apostado por ellas, creyéndose las palabras de los gobernantes. O la subida desmesurada de la factura de la energía eléctrica forzada por la presión de las grandes empresas.
El paro golpea a muchos ciudadanos pero no todos los grupos de edad están en disposición de afrontar esta circunstancia en las mismas condiciones. Jóvenes menores de 25 años y los mayores de 55 son los más castigados. ¿Se está perdiendo una generación que ya está empezando a buscar fuera un futuro mejor?
Sí claro, en la pregunta está la respuesta. Es un verdadero desastre que una generación entera tenga que salir fuera del país para vivir después de los costos que su educación ha supuesto. Y lo más grave es que no buscan un futuro mejor, buscan simplemente un futuro que aquí no existe.
¿Qué es lo que más le saca de quicio en esta época de crisis? ¿La avaricia, los desahucios, casos infantiles donde falla la alimentación, Bárcenas y los sobres...?
Sí, sí. Todos esos y muchos otros, pero sobre todos la estulticia de una clase política que ha perdido el concepto de Estado como garante del bienestar de los ciudadanos, convirtiendo esto en un mercado regido por sus leyes sin cortapisa alguna. Y que dentro de poco, si no se remedia, será una selva en donde las redes de protección en las que el propio estado tiene su razón de ser, quedarán rotas produciéndose un retroceso de siglos.
El conocimiento del euskera crece en Álava pero su uso en la calle no crece al mismo ritmo. ¿Cómo cree que se podría superar esa barrera?
Convirtiendo el idioma en un medio de comunicación y de unión, que es para lo que sirven los idiomas, y no utilizarlo como arma política o diferenciadora.