laguardia. La Mesa del Olivo y del Aceite ha logrado aglutinar voluntades, ilusionar a quienes están implicados en el proyecto y frenar a los políticos en su ansia por salir en la foto. Cada entidad es un voto, incluso la Diputación alavesa y el Gobierno Vasco, y nadie está por encima de nadie. Sus integrantes son catorce más el presidente., Y éste, por su trayectoria personal y profesional, por su compromiso honesto con tantos proyectos, tiene el respeto de todos los que participan. Por eso fue a él a quienes reclamaron apoyo los pioneros de la iniciativa de convertir un cultivo casero, como era el olivo y el aceite, en un producto valorizado y complementario en las rentas de muchos agricultores de Rioja Alavesa

Alberto Alecha, todavía técnico de Adora, la Asociación del Olivo de Rioja Alavesa, nombre que evolucionó de Asociación Santa Eulalia para la Defensa, el Fomento y la Promoción del Olivar en Rioja Alavesa, reconoce que la entidad "nació con unas expectativas, unos objetivos que eran realizables, y ha habido momentos en los que se ha querido soñar demasiado y no ha habido dinero para lograr lo que se quería y hay proyectos que se han quedado en el camino". Ese panorama ha dejado al descubierto las debilidades financieras del proyecto y ahora, con la Mesa del Olivo ya funcionando, ha decidido desaparecer como colectivo, quedar integrado en la Mesa y aportar un bagaje de conocimientos que es muy importante en estos momentos. No obstante, como las cosas se deben hacer bien, desde la asociación se pidió la intermediación del presidente de la Mesa, Fernando Martínez Bujanda, para dejar cerradas las cuentas a cero.

La génesis de Adora hay que buscarla en los planes de desarrollo rural. "El técnico de Mendikoi, Isidro Urcelay, en su trabajo de desarrollo rural detectó que se estaba retomando el interés por el aceite de oliva, tanto por parte de los agricultores como de los bodegueros", explica Alecha, quien añade que el aceite de oliva siempre ha estado presente en la vida de los pueblos de Rioja Alavesa. "En la época del estraperlo, en Moreda de Álava, se cuenta que se vivía más del aceite que del vino, pero de todas formas en los registros de todos los pueblos hay datos de olivares y de aceite desde hace siglos".

Con todo esto, "viendo lo que se había hecho en el Priorato o en la Toscana", se planteó que el aceite podría ser un complemento para los agricultores, los bodegueros y el turismo. De ahí surgieron unas reuniones en las que se acordó saber "lo que hay y después qué se puede hacer con lo que hay". Para ello se creó una beca que se otorgó a Alberto Alecha, que por entonces estaba trabajando en tierras de Zamora.

Lo primero que se vio es que los olivares no estaban bien, que todo el esfuerzo de modernización y de aplicaciones tecnológicas se habían ido al viñedo. "Incluso las técnicas de poda se habían dirigido más a facilitar la recolección, en vez de a incrementar la producción y los beneficios. Así que los árboles estaban muy bonitos, pero poco productivos", explica. A ese estado del arbolado se añade que entonces, en el año 2002, no había comercialización, excepto lo que se daba entre familiares y vecinos, tampoco había criterios de calidad, ni nada de lo que ha dado nombre al vino de Rioja Alavesa.

Los primeros pasos fueron definir qué se quería hacer, dónde podría estar la diferenciación que valorizase el aceite de Rioja Alavesa. Así que se encargó un estudio a Neiker para conocer cuáles eran las variedades mayoritarias, que era la que se compartía con Navarra, y qué se podía hacer para mejorar la calidad.

Desde entonces, la asociación ha promovido la plantación de más de cien hectáreas, ha realizado varios cursos para mejorar la formación de los agricultores en las nuevas técnicas de cultivo y ha conseguido elaborar de forma continua desde 2005 un aceite de oliva virgen extra de una calidad excepcional. Como media se han estado elaborando unos 50.000 kilos, con un rendimiento del 20%, lo que deja un resultado en torno a los 11.000 litros de aceite virgen. A estos se deberían sumar los proyectos de las bodegas, ya que las de Loli Casado, Jesús Francisco Muro Nájera, Heredad de Ugarte y Casado Morales, entre otras, se han sumado a este valor añadido para sus negocios.

Por otra parte, Adora trató de implicar a los jóvenes agricultores en esta actividad, para lo que se contó con el apoyo de Gaztenek y la escuela de vitivinicultura de Itsamendokoi. Actualmente, tres proyectos de Gaztenek basados en explotaciones vitícolas y oleícolas se encuentran en fase avanzada de tutorización. La superficie concerniente al olivar en estas iniciativas es cercana a seis hectáreas, distribuidas en Kripan, Lanciego y Oion, contemplando alguno e ellos, incluso, la comercialización.

Pero no todo el mundo se quiso embarcar en el proyecto. Muchos agricultores que tenían terrenos yecos y con quienes se habló para plantar olivos no quisieron porque preferían esperar a que les cayera la lotería en forma de papel de viña. Y ahora lo lamentan. El tiempo fue marcando ritmos. Y así fueron apareciendo marcas de aceite, se logró el label y se llegó a "una situación en la que se había estado trabajando en la puesta en marcha de una Mesa que aglutinara a todos los que están implicados, porque Adora ya no llegaba a todos, a los socios y los no socios", explica Alecha. De ahí el que se planteara la desaparición-fusión de Adora en la Mesa. Además, estaba funcionando también el Proyecto Oleum, así que la mejor solución era la integración.

Uno de los proyectos que se quedaron en aguas de borraja fue la posibilidad de poner en marcha un trujal común, que abaratase costes. "Adora y La Equidad (el trujal de Moreda de Álava) estuvimos un años recorriendo toda la zona para anunciar esa nueva posibilidad", pero al final no se hizo mucho caso a esa propuesta". "Queremos que se hagan muchas cosas", afirma el presidente de Adora, José María Jalón, "pero la gente no se implica, espera que lo hagan los demás y lo que se necesita es que la gente se implique y aporte". Tampoco preocupó demasiado esa falta de ganas en los pueblos. La realidad es que con la infraestructura que hay ahora mismo es suficiente. Y se elimina el problema de en qué pueblo se instala el nuevo y la falta de aportaciones que se veía venir. "Hay mucho inmovilismo en Rioja Alavesa", sostiene.

Ahora Adora llega al final de su camino. Lo hace cuando se estima que hay 350 hectáreas produciendo olivas, de las que cien fueron aportadas o plantadas por los socios de Adora y cuando la Diputación se despachó poniendo en marcha otra marca de aceite. Alecha, eso sí, continuará con el trabajo de campo, como técnico.