vitoria. Ángel Morúa nació en Portugalete, su empresa -CiudadCity, de la que es director de proyectos- arrancó en Pamplona pero luego trasladó su sede a Bilbao, tiene vínculos con La Habana, ha retratado Manhattan y esta semana ha viajado a Montevideo. Este arquitecto e ingeniero también conoce de cerca Vitoria, después de trabajar, por ejemplo, en el diseño del Plan Especial de Rehabilitación Integral del Casco Viejo. Ahora, esa experiencia vital y profesional se vuelca en la organización del IX foro abierto de los patrimonios culturales. Vitoria reunirá esta próxima semana, entre el 1 y el 3 de diciembre, a representantes de tres capitales europeas, cuatro ciudades americanas y nueve españolas vinculadas a la revitalización de centros históricos. Morúa explica qué supone para la capital alavesa este evento, preparado por la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica y el Departamento municipal de Promoción Económica, durante el que se darán a conocer los avances de su Casco Medieval y se exhibirán proyectos internacionales. El patrimonio se luce en Gasteiz. Y Gasteiz con él.
Vitoria acoge un foro internacional sobre revitalización de centros históricos. Esa representación de diversos países del mundo todavía llama la atención en la ciudad...
Creo que fue en torno a 2001 cuando organizamos un taller de universidades estadounidenses con motivo del PERI del Casco Viejo, para hacer propuestas en el entorno de la Catedral, y vinieron de la Escuela de Miami, de San Juan de Puerto Rico... Entonces la sensación en Vitoria era que cualquier dimensión internacional nos sobrepasaba. Creo que eso ya no existe. El centro histórico ha superado esa barrera. El cambio me parece radical.
¿Vitoria se ha hecho un hueco?
El mundo asiste hoy a una competencia de marcas de ciudad. Las ciudades venden y atraen capital, tanto económico como humano. Y Vitoria está en esa liga, incluso de forma internacional. Cuando iniciamos estos foros, pensamos que Vitoria podía ser la puerta de conexión en Iberoamérica y Europa en materia de patrimonio. Y, ahora, si no lo es, bastará con darle un pequeño empujón.
¿Cómo puede contribuir a ello el foro que acogerá Vitoria desde el próximo miércoles?
Este tipo de iniciativas conecta a la ciudad con redes de trabajo institucionales en todo el mundo. Está claro, además, que los asistentes conocerán Vitoria y eso tiene tirón para la economía local. Hay mucha gente a la que le apetecía venir a esta ciudad. Hay conferenciantes, sobre todo de universidades estadounidenses, que vienen diciendo que desde siempre han utilizado diapositivas sobre la almendra de Vitoria como una referencia en el urbanismo medieval y de cómo luego se convierte en una ciudad contemporánea.
La idea del foro es conocer otras experiencias en regeneración de centros históricos pero, también, mostrar lo logrado en Vitoria. ¿En qué es un modelo la ciudad?
Nuestra gente. Por su entusiasmo con su centro histórico. Y eso no se consigue en dos días.
En su caso, viendo su paso por diferentes ciudades, desde La Habana a Manhattan o Montevideo, ¿ve coherencia con su trabajo en Vitoria?
Bueno... Es que soy vasco y prácticamente estuve diez años diseñando el Plan Especial del Centro Histórico. También lo hice con Pamplona. Y creo que tengo la suerte de vivir en un país fantástico. En cuanto a mis vínculos con América, creo que hay muchas personas con algún pariente que tuvo que emigrar en su día; en mi caso, mi tatarabuelo emigró a La Habana y de ahí mi conexión con América. La Habana me parece una ciudad distinta a cualquier otra, y fue en la primera en la que empezamos a trabajar.
De ahí salió la foto del Malecón de La Habana, que decoraba el despacho de Fidel Castro...
Está, está. Bueno, donde esté el despacho.
¿Por qué esa obsesión por aglutinar tantos elementos en una sola fotografía? Lo hizo con el Malecón, con Manhattan, con las plazas de Vitoria, que sirvió para realizar -junto a José Javier López de Ocáriz y Juan Adrián Bueno- el libro "Vitoria-Gasteiz, espacios y tiempos de la ciudad histórica"...
Fue un capricho en su día, al realizar trabajos de urbanismo, que en lugar de usar AutoCAD [un programa de diseño] recurriéramos a fotografías. Me dio pena que, por ejemplo, el Malecón de La Habana se quedara en un documento urbanístico y decidimos publicarla. Hay herramientas que utilizan los arquitectos que tienen una capacidad mediática potente.
¿A veces no valoramos lo suficiente lo que tenemos delante?
Sí. Eso suele pasar. Igual a los bilbaínos no nos ocurre (risas)... Pero que ha habido un cambio importante en los últimos años en los ciudadanos de Vitoria: se sienten orgullosos de su Centro Histórico. Y ese orgullo hay que cultivarlo.