arquitecta

vitoria. El estudio de Luis Ángel e Inés Apraiz es el encargado de diseñar el nuevo aspecto urbanístico de la plaza Amárica. Pero es ella, la hija, quien lleva el peso de este proyecto, e Inés Apraiz ha asumido el reto con entusiasmo. Pocas veces un arquitecto tiene "la oportunidad" de diseñar un espacio en pleno centro de su ciudad y con dos años de plazo. De ahí que, en ese tiempo, no haya parado de darle vueltas a la cabeza, de mover las piezas hasta colocarlas en el lugar adecuado, de aportar ideas para cuidar cada detalle en lo estrictamente necesario y de plantear nuevas soluciones para lo aparentemente superfluo. Es decir, Apraiz no ha dejado nada a la suerte.

¿Qué ha supuesto para usted trabajar en este proyecto?

Es una gran oportunidad. Por su situación y porque, además, es un solar con historia.

Ha convertido el proyecto en un homenaje a la figura de Fernando de Amárica...

Hubiera sido un delito no aprovechar esa historia. Cuando preparábamos el proyecto, la gente nos recordaba la historia de la casa, de lo exótico que era entonces para Vitoria que hubiera pavos reales en un patio. Así que decidimos incorporar eso, con guiños al artista que no todo el mundo tiene que entender, pero que quienes conocen la historia sabrán distinguir.

¿Cuáles eran sus prioridades al abordar el rediseño?

Quería huir de esa idea de que, al ser una plaza sobre un parking, fuera una solución fría, impersonal. De ahí la idea de crear un jardín urbano, donde la gente pase y donde pueda quedarse.

¿Por qué la idea de crear zonas ajardinadas sin vallas?

Porque el objetivo es que la plaza se use. Hay cierta tendencia a vallar la hierba, y nos cuesta hacernos a la idea, como ocurre en Europa, de que los jardines pueden ser un lugar para tumbarse. Aquí el objetivo es que, a quien le apetezca, pueda sentarse a leer un libro. De ahí que haya tantos rincones, donde los ciudadanos puedan desconectar.

Los vecinos se han movilizado contra la construcción del parking y en las casas todavía se ven mensajes contra el proyecto. ¿Eso añadió presión a su trabajo?

Sí, sí. Lo primero que hice fue interesarme por qué les preocupaba a los vecinos, y creo que, si ya veían que la plaza era fría, pensaban que al colocar un parking se volvería gélida, sin zonas verdes.

¿Cómo recibieron su propuesta cuando les presentó el proyecto en la Casa Consistorial?

Estaba nerviosa, porque era la primera vez que mostraba el proyecto al público, pero las reacciones fueron muy positivas. Antes parecía una plaza con un parking debajo y ahora será una plaza con aparcamiento que aparentará no tenerlo.

Pese a todo, ya sabe que en Vitoria siempre hay opiniones para todos los gustos.

Lo he hecho lo mejor que he sabido, así que estoy muy satisfecha. Espero que, a quien no le guste, sea por cuestiones estéticas. Que no puedan decir que no cumple su función.

¿Su función es seguir apostando por un centro de la ciudad para el peatón?

Ojalá el día de mañana se pueda enlazar aún mejor con la calle Dato, y sirva para lograr una Vitoria más peatonal.

¿Qué se ve haciendo el día de la inauguración?

Seguro que seré muy crítica con mi trabajo.

¿No lo va a celebrar?

Bueno, lo más reconfortante será volver a llevar a mis hijas a jugar a los columpios, que hace dos años que no los usan en esta plaza.