vitoria. Cuando una factura del agua se dispara, también lo puede hacer el corazón. El dueño de un taller de carpintería en la calle Arana fue víctima de esta relación causa-efecto el 29 de enero del año pasado tras abrir el recibo de Amvisa del cuarto trimestre de 2008: la lectura del periodo anterior se había modificado y, en vez de aparecer los 143 metros cúbicos que había consumido según la notificación previa, la cifra había ascendido hasta 506. Estaba clara la raíz del problema: había una fuga que él no había podido detectar porque la conducción desde el contador general a su pabellón es soterrada.

Sin embargo, Amvisa volvió a girarle el recibo del cuarto trimestre de 2008, esta vez con un consumo de 786 metros cúbicos. Y, pese a la petición del abonado, se negó a "cobrar exclusivamente las cuotas de servicio, ya que el consumo de agua en ese periodo ha sido cero". Un detalle: desde el 30 de octubre la sociedad municipal sabía de la fuga de agua.

El carpintero de Arana acudió al Síndico y sintonizaron. El defensor del vecino consideró que el afectado no debía asumir la negligencia cometida por Amvisa al "omitir una información tan importante como un consumo anómalo provocado por una fuga". Y, sobre esa base, exigió al Ayuntamiento que renunciara al cobro de la factura.