El Gobierno rojiverde en minoría del socialdemócrata Stefan Löfven perdió este lunes una moción de censura en el Parlamento sueco al votar 181 diputados a favor, seis más que la mitad de parlamentarios de la Cámara, el mínimo requerido.

La moción, la primera que pierde un jefe de Gobierno sueco en ejercicio en la historia, fue apoyada por las tres fuerzas de la oposición de derecha -conservadores, ultraderechistas y democristianos- y por el Partido de Izquierda, aliado externo de Löfven pero que había exigido la retirada de un proyecto de reforma de la ley de alquileres para mantener su respaldo al Ejecutivo.

El Partido de Izquierda había dado hace seis días un ultimátum de 48 horas al Gobierno para que retirase o cambiase el proyecto que desrregula los alquileres en nuevos edificios, una de las "líneas rojas" marcadas por esa fuerza cuando Löfven cerró un pacto con la centroderecha en enero de 2019.

Sus 27 diputados no llegaban para presentar la moción (hacen falta 35) por lo que el ultraderechista Demócratas de Suecia (SD) se apresuró a hacerlo en su lugar.

Tras perder la votación, el primer ministro sueco ha anunciado que usará el plazo de una semana para decidir si presenta la dimisión de su Gobierno rojiverde en minoría o convoca elecciones anticipadas.

"El Gobierno dispone ahora de una semana. Vamos a hablar con nuestros aliados y reflexionar sobre qué camino tomar", dijo en rueda de prensa Löfven, que reconoció una situación política "difícil".

Si decide dimitir, podría ser elegido de nuevo en unas semanas, ya que la mayoría de partidos lo apoyan, aunque la Izquierda condiciona su respaldo a la retirada del proyecto de reforma de los alquileres. Si convoca elecciones anticipadas, serían las primeras desde 1958.

El SD está en el origen de la difícil situación política que vive Suecia: el vacío que le hacen el resto de fuerzas, aunque conservadores y democristianos han modificado su postura en los últimos meses, provocó que la derecha no gobernara pese a ganar las elecciones generales en 2018.

Centristas y liberales, que se negaban entonces a negociar con el SD, optaron por firmar un pacto con socialdemócratas y ecologistas que tardó cuatro meses en cerrarse.

La Izquierda aceptó abstenerse para que Löfven saliese elegido, aunque anunció que dejaría de apoyarlo si reformaba el modelo de contratación laboral o de alquileres, puntos incluidos en el pacto.

Löfven y la líder centrista, Annie Lööf, ofrecieron ayer que las partes del sector inmobiliario pudiesen negociar por su cuenta hasta el 1 de septiembre: si llegaban a un acuerdo, se retiraría el proyecto de reforma; si no, este seguiría adelante.

Pero tanto la Izquierda como la Asociación Nacional de Inquilinos rechazaron la propuesta, al considerar que suponía negociar bajo amenaza y reclamaron la retirada del punto del acuerdo, algo que el Gobierno y sus aliados rechazaron.

El proyecto, exigencia de centristas y liberales, supone que el alquiler en nuevas propiedades deje de estar regulado y pueda ser acordado entre propietario y arrendador según el valor de mercado.

Una reforma menor que solo afecta a un mínimo porcentaje, dicen los socialdemócratas; un primer paso para la liberalización total de los precios de los alquileres, responden la Izquierda y los representantes de los inquilinos.