- Los colegios electorales franceses cerraron ayer domingo sus puertas en la primera vuelta de las elecciones municipales con la que se prevé como la participación más baja de la historia en estos comicios, realizados en plena crisis del coronavirus, que no superará el 50%.

Las primeras proyecciones de voto difundidas por las televisiones francesas indicaban que la participación rondaría el 45%, muy por debajo del 63,55% registrado en 2014 y que hasta ahora marcaba el nivel más alto de la abstención en una primera vuelta de las locales.

Nada más cerrar las urnas, comenzaron los llamamientos públicos a cancelar la segunda vuelta, prevista para dentro de una semana, por la emergencia sanitaria causada por la epidemia del coronavirus, que ya ha contagiado a 5.400 personas y ha causado 120 muertes, según las últimas cifras oficiales.

Tanto el partido conservador Los Republicanos, el principal de la oposición parlamentaria, como los socialistas, la izquierda radical o los verdes reclamaron, con mayor o menor contundencia, la anulación de la segunda vuelta, lo que arroja muchas dudas sobre si los resultados de esta pasada noche seguirán siendo válidos.

El ministro de Sanidad, Olivier Véran, adelantó en la televisión pública France 2 que el comité científico que asesora al Gobierno sobre la epidemia del coronavirus será consultado mañana martes sobre la conveniencia de mantener la segunda ronda.

Las primeras estimaciones de voto, que se refieren sobre todo a ciudades medianas de Francia, apuntaban a que el ultraderechista Louis Aliot, expareja de Marine Le Pen, se impondrá con cerca de un 35% de los votos en Perpiñán, junto a la frontera catalana.

Otros resultados significativos son el triunfo holgado del primer ministro, Édouard Philippe, en Le Havre (norte) o de la baronesa socialista Martine Aubry en Lille (norte).

Los llamamientos a anular las elecciones municipales en Francia fueron creciendo en el país tras la apertura de las mesas electorales y pese a las garantías presentadas por el Ejecutivo. Diferentes Ayuntamientos indicaron, además, que habían tenido algunos problemas para constituir mesas electorales ante la baja de algunos de los que tenían que participar en ellas.

En París, por ejemplo, los responsables de la organización de las elecciones consideraron "milagroso" que se pudieran formar las casi 900 mesas de la capital, una tendencia observada en otros lugares del país.

Ocho horas después de que entrara en vigor la orden gubernamental de cerrar todo establecimiento no esencial, los centros de votación abrieron con extraordinarias medidas higiénicas para limitar el contagio del covid-19.

En ese contexto, acudieron a votar el primer ministro, Édouard Philippe, en su feudo de Le Havre, y la candidata macronista a la alcaldía de París, la exministra de Sanidad Agnès Buzyn.

A través de la red social Twitter se creó la etiqueta #jeniraipasvoter (no iré a votar) para recolectar el descontento de los franceses con el mantenimiento de la cita con las urnas en esas circunstancias.

También creció el número de responsables políticos que criticaron que el Ejecutivo mantuviera los comicios. "Si la situación se ha agravado tanto (...) las municipales no tienen sentido. Deben ser retrasadas porque van a ser falsas", aseguró el presidente de la región de Normandía, el centrista Hervé Morin.

Algo similar aseguraron sus homólogos de Occitania, Provenza-Alpes-Costa Azul y Córcega. "Como presidente de Córcega pido la anulación de escrutinio municipal. Porque mi deber es proteger a los corsos y para que el sufragio universal pueda, una vez la epidemia vencida, expresarse en condiciones normales", afirmó el nacionalista Gilles Simeoni.

El conservador Renaud Muselier, al frente de la región de Marsella, coincidió en que el voto en estas condiciones no será representativo, algo que también aseguró la socialista Carole Delga, presidenta de Occitania. El Gobierno se planteó el retraso electoral el pasado jueves, poco antes de que el presidente, Emmanuel Macron, se dirigiera a la nación en un discurso televisado.

Pero los líderes de los principales partidos se opusieron de forma rotunda e, incluso, llegaron a asegurar que hacerlo equivaldría a un golpe de Estado" institucional.

Es el caso del presidente de Los Republicanos, Christian Jacob, que aseguró que Macron pretendía retrasar los comicios para ocultar el revés que los sondeos auguraban a su partido en las municipales. -