La acumulación de medidas para frenar la covid provoca en la infancia y adolescencia "cotas inasumibles" de "estrés tóxico" para un sistema nervioso en crecimiento, y produce "alteraciones o incluso daños a nivel de estructura y función cerebral" que pueden condicionar su salud física y mental.

Así lo advierte un grupo de especialistas de todo el Estado en la intervención en infancia y adolescencia de los ámbitos sanitario, social y educativo en un manifiesto que ya ha sido firmado por 2.000 profesionales y en el que consideran "especialmente perjudiciales" algunas medidas impuestas en las escuelas y en algunas instituciones sanitarias.

LAS MASCARILLAS COMO BARRERA EXPRESIVA

"Somos un grupo de profesionales que estamos preocupados", afirma el pedagogo y educador familiar Gorka Saitua, uno de los promotores de la iniciativa y cuyo blog (educacion-familiar.com) ha sido el paraguas en el que se ha gestado este movimiento, que pone como ejemplo el uso ininterrumpido de mascarillas por parte de las personas que son un referente de los menores en edades muy tempranas.

Los niños de 0 a 5 años, explica Saitua, necesitan "ver la cara" de sus figura de apego -padre, madre o docente- para "regular el estrés. Precisan captar las señales de seguridad que ofrecen porque sabemos que una cara inexpresiva reporta a esas edades unos niveles de estrés que no se pueden tolerar".

También tiene gran impacto en los menores la inexistencia de periodos de adaptación, las medidas de aislamiento en caso de enfermedad o la imposibilidad de mantener relación con otros niños o niñas afines que pertenecen a otro grupo burbuja, entre otras medidas.

EL IMPACTO PSICOLÓGICO EN NIÑOS Y JÓVENES

En el escrito "Por una educación y una sanidad libre de estrés tóxico para la infancia y la adolescencia", piden "reactivar el debate" acerca de algunas medidas sanitarias todavía vigentes como prevención de la covid-19 "atendiendo a su impacto, especialmente durante la primera infancia -de 0 a 6 años- aunque también en la segunda infancia y adolescencia".

Tras recordar que ha habido un repunte de la incidencia de trastornos de salud mental entre la población infanto-juvenil debido al estrés agudo o crónico que han sufrido desde el inicio de la pandemia, instan a las Administraciones competentes "a considerar, en sus decisiones, el impacto que estas medidas pueden tener en ellos a corto, medio o largo plazo".

Hacen esta petición "atendiendo a la actual prevalencia de la enfermedad ocasionada por el SARS-CoV-2 así como a la vacunación masiva de la población, que ha reducido significativamente los riesgos para la población".

Gorka Saitua aclara que no son "activistas antimascarillas" y que respetan "las medidas que se han tomado hasta ahora", pero creen que en el momento epidemiológico actual "quizá hay que revisar determinadas medidas porque están dañando a la infancia".

LOS PELIGROS DEL ESTRÉS TÓXICO EN MENORES

La idea de hacer este llamamiento surgió tras conocer la publicación de una compañera, orientadora en un centro educativo, en el que advertía de un incremento de menores que "estaban bloqueados" y no podían explorar ni en compañía de los profesores ni de sus padres.

"A partir de ahí se comentó, desde distintos ámbitos, que también observaban cosas muy preocupantes de sintomatología en niños, niñas y adolescentes" y que la acumulación de medidas para hacer frente a la covid les estaban "aportando unos niveles de estrés tóxico" importantes.

Saitua, que trabaja para el sistema de protección de la infancia en una empresa del tercer sector, explica que el concepto de "estrés tóxico" se refiere a los niveles de cortisol (hormona del estrés) que se acumulan en el cuerpo y acaban funcionando como veneno, con "complicaciones muy severas a nivel del desarrollo neurológico del menor".

"El daño que se sufre en la temprana infancia, sobre todo de 0 a 3 años, no es fácil luego de reparar -advierte- porque la plasticidad cerebral (la capacidad del cerebro para ordenarse y estructurarse) en función de algunas realidades se va perdiendo a lo largo de los años".

Según explica, los profesionales "estamos viendo que muchos niños y niñas de la población general, que muchas veces consideramos que no tienen problemas, ya están empezando a verse afectados por estos niveles de estrés tóxico y teniendo una sintomatología que a veces es compatible con la que los menores abandonados y maltratados tienen en procesos como el de protección a la infancia".

"Pero nos preocupan más lo que ya de por si tienen otro tipo de dificultades, como aquellos que han sufrido maltrato o abandono, que necesitan un trato especial", afirma Saitua.

A su juicio "tenemos que volver a situar el debate a nivel político, que se ponga encima de la mesa", y empezar a tomar medidas para "preservar a las personas más vulnerables de la sociedad, para que no se vean afectadas en su desarrollo, que luego no se va a poder corregir".