- Cuatro décadas después ha llegado a Euskadi la transferencia Prisiones. ¿Qué recorrido ofrece el nuevo modelo penitenciario vasco?

-Habrá que ver el desarrollo que tiene pero el modelo va a descansar mucho en el objetivo de la reinserción. Se anuncia una inversión fuerte en políticas públicas que favorezcan la reincorporación del victimario a la comunidad.

Por cierto, ¿ha visto la película 'Maixabel'?

-Sí

¿Qué le ha parecido?

-Refleja bastante bien lo que es un proceso de Justicia Restaurativa. Un modelo que busca la respuesta desde las necesidades de las víctimas, en primer lugar, y luego de los victimarios. Un modelo que no impone nada sino que se ofrece como opción para aquellas víctimas que desde sus necesidades quieran articular un proceso de comunicación. Si dan el paso, que el victimario decida si él también da el paso y desde ahí construir el proceso de comunicación.

¿En qué dirección?

-Hay que responder a necesidades victimales: ¿Por qué me rompiste la vida? ¿Te has planteado qué ha significado para mi y mi entorno todo lo ocurrido? Pasar de la abstracción, de los entes e instituciones, a lo concreto: personas que sufren y siguen sufriendo porque un ser querido fue asesinado, en este caso por ETA.

¿Maixabel Lasa es un ejemplo de que es posible ofrecer segundas oportunidades en los contextos más trágicos?

-Creo que hay víctimas que necesitan dar ese paso y reivindican una segunda oportunidad para la persona que cometió un asesinato. De la misma forma que hay víctimas que no quieren ningún proceso de comunicación con la persona que asesinó a su familiar. Todo responde a necesidades. Desde ahí, el modelo de Justicia Restaurativa trata de complementar el nivel de respuesta.

¿Le preocupa la impunidad con la que se lanzan discursos contra migrantes o personas racializadas?

-Hago varias reflexiones. Que me preocupa el discurso del odio, no me cabe ninguna duda, porque es un discurso profundamente antidemocrático, de discriminación y exclusión de colectivos que viven en contextos de alta vulnerabilidad. Pero una cosa es el discurso del odio, y otra los delitos de odio.

¿Qué quiere decir?

-Que no todo discurso del odio lo tenemos que enfocar desde el punto de vista del Código Penal. Tenemos que hacer una reflexión jurídica y comunitaria muy seria. Es un caso claro cuando hay una conducta lesiva respecto a alguien que es vulnerable. Y también, cuando ese discurso favorece de forma inequívoca el paso a la violencia. Pero no todo lo que es inasumible como discurso es un delito.

¿Jueces y fiscales están sabiendo interpretar adecuadamente estos delitos?

-Estamos en un momento de hacer análisis. Queremos evaluar todo el proceso. Ya se está llevando a cabo un análisis policial (recogida de atestados, denuncias), y se trata de ver la secuencia completa, con la valoración que tiene a nivel fiscal y judicial.

¿Está suficientemente despejado en Euskadi el itinerario judicial para las víctimas de la violencia machista?

-Hemos mejorado, pero todavía tenemos recorrido.

¿Qué falta?

-Continuar, por ejemplo, con la tarea iniciada en la Comisión Provincial de Gipuzkoa para que las víctimas tengan una información despojada de tecnicismos. Culminar, también, el ámbito de los espacios de seguridad dentro de los entornos judiciales. Como tercer elemento, lo relacionado con la protección cautelar y la calidad de la información al servicio de jueces y tribunales. Abordamos el reto de conectar los servicios sociales al sistema judicial, así como el protocolo de actuación de la Ertzaintza y Policías Locales.