Bilbao - La clave de este libro reside en la verdad vivida entre 1936 y 1960: los nacionalistas vascos que espiaron para los aliados en la Segunda Guerra Mundial y en los comienzos de la Guerra Fría.

El libro tiene un protagonista más que curioso, el espía Pat Dyer.

-El propio Pat llamó a Iñaki Anasagasti tras un programa de televisión entre él y Vázquez Montalbán, moderado por Manuel Campo Vidal para hablar de su libro Galindez en 1991. Le dijo: “Soy Pat Dyer, responsable del servicio secreto inglés MI-6 durante 20 años y quiero contar la historia de los vascos que trabajaron altruistamente al servicio del consulado británico de Bilbao durante la Segunda Guerra Mundial y cuyo trabajo nunca ha sido reconocido”. No fuimos donde él, sino él donde nosotros, algo inédito en un espía, aunque ellos se llamaban “observadores”. De ahí el gran valor del libro.

¿Quién fue Pat Dyer?

-Un inglés nacido en Bilbao en 1916, educado en Inglaterra, jugador de rugby, al que la Guerra Civil le coge en Bilbao. Fue evacuado a San Juan de Luz, se ofreció como voluntario y fue destinado por el Ministerio de la Guerra Económica al consulado británico de Bilbao para el control de los buques y sus cargas en el puerto. Hizo un curso de contraespionaje y le nombraron responsable del MI-6 en esta ciudad.

Fue además hijo de un fundador del Athletic.

-Sí, su padre William Llewellyn Dyer tenía una excelente reputación en Bilbao. Fue uno de los fundadores del Athletic, formando parte del equipo que ganó la Copa en dos ocasiones. Jugó entre 1901 y 1905 y creó la Unión Ciclista Bilbaina, era regatista, jugador de cricket y tenis, le gustaba el boxeo y además los negocios le iban muy bien con sus cargamentos de hierro y carbón.

¿Y cómo era en persona Dyer hijo, al que entrevistaron?

-Muy amigo de los vascos nacionalistas porque los vio trabajar y conoció su entrega por la causa aliada. Tenía casa en Mungia y en Murgia y estaba casado con Lolita Eguidazu, cuyo hermano fue presidente del Athletic. Era entrañable, socarrón, con su clásica flema inglesa y hablando maravillas de los hermanos Ajuriaguerra. ¡Ojalá los ingleses traduzcan este libro y John Le Carré haga una novela! Da para diez de ellas.

Su intención era, por tanto, dejar constancia de la colaboración del PNV en la lucha contra los nazis durante la II Guerra Mundial.

-Sí. En 1941 Flavio, el hermano de Juan de Ajuriaguerra, fue al consulado y se ofreció para trabajar con los ingleses. El cónsul Grahan no le hizo caso, pero el ordenanza le dijo a Pat Dyer que allí había un hombre interesante. Ahí comenzó una amistad muy provechosa pues Flavio le puso en contacto con antiguos gudaris, presos y gente comprometida para proporcionar las distintas informaciones en los hoteles, las fábricas, el puerto, y los seguimientos a los nazis que trabajaban en Bilbao y Neguri. Inglaterra necesitaba asimismo planos, fotografías y transmisores, además del paso de fronteras y contactos con Gibraltar y Tánger.

Exhuman “una historia de espías que cuenta aventuras reales de un grupo de hombres (y de algunas mujeres) que vivieron con intensidad aquellos días de plomo y fuego en la guerra de las sombras”.

-Sí, porque además del MI-6 existía la red Comete, de pases de aviadores por los Pirineos, los hermanos Mitxelena en Dax al servicio del Gobierno vasco con los Agesta, las informaciones de los vascos en Francia y todo el trabajo que se hizo en América. Decía Oteiza que los vascos tenemos dos personajes fundamentales: el secretario municipal, el hombre que hace al país, y el contrabandista, el que lo presenta al exterior. Pero falta el espía, y en cada vasco hay un espía.

En estos últimos tiempos se reivindica la figura del jeltzale Luis de Álava, primo de Ajuriaguerra y creador de una red de espionaje que atendía a presos.

-Mira, se ha creado Gogora para que estas cosas no se olviden pero atiende también a lo ocurrido con ETA y apenas se está haciendo nada con el 80 aniversario de aquella tragedia. A nosotros nos gustaría decirles dónde están los nudos de estos años, pero no sabemos nada de ellos. Y la tragedia de Luis de Álava es una de ellas. Lo fusilan en 1943.

¿Qué papel cumplió el lehendakari Aguirre entre 1936 y 1960, cuando el Gobierno de Euzkadi mantuvo activo el Servicio Información y Propaganda que colaboró con otros gobiernos?

-Ya siendo presidente del Gobierno vasco en Bilbao le encargó a Lasarte y a los hermanos Mitxelena la creación de un servicio de información. Luego, tras su huida vía Berlín, hablamos de cómo la Oficina de Servicios Secretos (OSS) norteamericana trabaja para sacarlo de Alemania. Es la verdadera versión de aquella huida, su viaje de tres meses por once países americanos, que tuvo como fondo el apoyo de la Oficina de Servicios Secretos norteamericana para ayudar a los aliados y romper el mito de la Cruzada de Franco.

Incluso hubo un pacto con el FBI.

-Sí, un pacto previo con el FBI que se ocupaba de todo lo que ocurría en América. Además se creó el BIS (Basque Information Service) que era quien negociaba con los yanquis para que estos no escogieran sus espías preferidos.

¿La embajada en Madrid ayudaba o entorpecía este trabajo?

-Al principio entorpecía porque todos los informes eran de los vascos y esto creaba malestar. Hasta que Pat Dyer fue a Madrid y le dijo al embajador que los informes hechos por republicanos y sus agentes eran solo recortes de periódicos. Al final se convenció, se hicieron amigos y una vez vino a Lekeitio a pescar atunes.

¿Cómo y por qué se puso final a estos servicios?

-Porque acabó la Guerra Mundial, cambió el enemigo de los nazis a los comunistas, los aliados y el Vaticano reconocieron a Franco y traicionaron todo este trabajo, y porque Aguirre murió en 1960 y Pat Dyer fue destinado a otro consulado.

¿Fue un trabajo en balde o tuvo consecuencias que han llegado hasta nuestros días?

-Fue un trabajo fantástico, de entrega total, de gran riesgo e inteligencia, de suplantación de personalidades, de ir como Dalmacio Langarika en bicicleta a Madrid a entregar una información, de esconderse como Zubillaga en un prostíbulo de la calle San Francisco de Bilbao de una madame que era del PNV? Hubo de todo, pero sobre todo entrega a la democracia y a la creencia de que tras la guerra los aliados iban a ayudar a los vascos. No fue así y esa es la historia a la que este libro trata de hacer justicia.