El acuerdo para poner fin a la guerra del Alto Karabaj entre Armenia, Azerbaiyán y Rusia desencadenó duras protestas en Ereván, la capital armenia. El pacto, anunciado ayer, supone importantes logros de control territorial para Bakú, algo que los armenios han percibido como una capitulación a un conflicto que lleva fraguándose tres décadas y que en esta última escalada se ha cobrado más de 5.000 vidas. En la imagen, manifestantes contra el fin de la guerra en Nagorno-Karabaj asaltan la casa de gobierno en Ereván.