El navarro Lucio Urtubia, histórico militante anarquista, ha fallecido en París a los 89 años donde vivía desde su exilio en 1954. Natural de Cascante, tal y como recuerda Osasunaren Memoria en un reportaje publicado en DIARIO DE NOTICIAS, era conocido como "El Robin Hood" vasco. Escritor y asiduo a eventos de memoria histórica, en 2014 publicó su segunda 'Mi utopía vivida', donde relata sus "increíbles" andanzas.
Urtubia nació en Cascante, pero desde mitades de los 50 se instaló en la capital francesa, ya que tras su deserción de la mili, además de una azarosa trayectoria, se le imposibilitó regularizar su situación hasta los años 80, periodo durante el cual regresó a Navarra en contadas ocasiones y de forma clandestina.
Instalado en París, no tardó en relacionarse con anarquistas, a través de quienes conoció a intelectuales como Albert Camus o André Bretón, entre otros. Comprometido con la lucha contra el poder establecido y con las causas justas, falsificó todo tipo de documentos y billetes siempre para distribuirlos entre quienes los necesitaran. Su mayor hito lo protagonizó a finales de la década de 1970 cuando inundó el mercado internacional de cheques de viajes falsificados que puso contra las cuerdas al First National City Bank.
Encarcelado por este motivo en 1980, en octubre del año siguiente recuperó la libertad después de que el todopoderoso banco estafado llegara a un acuerdo con el propio Urtubia, a quien entregó además una importante suma de dinero, a cambio de que le facilitara las perfectas planchas de grabación con las que había impreso cheques de viaje por valor de 20 millones de dólares.
Buena parte de esas "increíbles" andanzas quedaron recogidas en La revolución por el tejado, su primer libro autobiográfico, editado en 2008 y que hoy sigue presente en las librerías.
En 2014, Lucio se acercó hasta Pamplona para presentar Mi utopía vivida, su segunda obra, que complementa la anterior, quizá desde una visión algo más reflexiva. La presencia en la capital navarra de quien era una celebridad revolucionaria suscitó un notable interés, hasta el punto de que la presentación de este trabajo se convirtió en una charla.
Decenas de asistentes siguieron con enorme atención las desordenadas reflexiones de quien necesitaría estar varios días hablando ininterrumpidamente para narrar su novelesca existencia, que desde hace un tiempo tiene repercusión internacional. Ejemplo de ello es que este libro ya está siendo traducido al italiano.
De familia muy humilde, Luis vivió sus primeros años en Cascante, donde sufrió a un maestro de escuela "que era bobo" y le pegaba, y unas hermanas Carmelitas a quienes guarda "respeto e incluso cariño", pese a que "solo decían tonterías". Eran los años de la Guerra Civil y no tenía muchos motivos para ser feliz. "Hoy día quiero a Navarra, pero durante mucho tiempo yo no quería mi tierra porque de niño no viví más que injusticias, hambre y crímenes", dice quien creció "sin pan y sin alpargatas".
Su trayectoria vital dio un giro de 180 grados cuando tuvo que incorporarse al servicio militar. "Yo que ni tan siquiera había tenido camisa, vi miles de camisas y pantalones y empecé a robar y vender", rememoraba Lucio, quien tuvo tiempo de huir a Francia al ser descubierto. "Deserté de la mili por robar y si llegan a detenerme, me habrían aplicado la pena de muerte por robar a la Patria. ¡Pero qué cojones de Patria! Aquella no era la mía", se rebela quien en el país vecino no tuvo más remedio que buscarse la vida desde cero. Y vaya que se la buscó. Quizá porque una de las prioridades era hacerse con una documentación que no tenía, se inició en las falsificaciones.
"Hicimos miles de estafas y miles de documentos falsos porque los necesitábamos", relató quien llegó a instalar nueve imprentas en París. Él nunca dejó su oficio de albañil, pero supo rodearse de quienes manejaban con destreza las artes gráficas. De este modo hicieron la mencionada estafa al First National City Bank, el banco con el que alcanzó un acuerdo extrajudicial y que retiró casi todos los cargos contra Lucio para que este recuperara la libertad. "He llegado a pactar con el mayor banco del mundo y les llamé imbéciles", recordaba sin pestañear.
"Ellos saben contar el dinero, pero yo sé hacer casas, plantar viñas y hacer mil cosas, mientras ellos solos saben vivir entre ellos". el "placer" de robar y repartir A Lucio muchos le llamaban el Robin Hood moderno, porque nunca se lucró personalmente con estas estafas, que destinó a financiar distintos movimientos guerrilleros en Latinoamérica (tupamaros, montoneros, entre otros) y Europa.
"¡Qué placer robar, distribuir y ayudar a los presos!", comenta este revolucionario anarquista, que aseguraba que "cuanto más das, más recibes".
Lucio Urtubia Jiménez nació en Cascante el 18 de febrero de 1931 en el seno de una familia republicana con cinco hijos y escasos recursos económicos. Familia. Desde que en 1954 desertó del ejército español, fijó su residencia en París. Hasta hace un par de décadas, solo podía acercarse a Navarra de forma semiclandestina.