MADRID. Las zonas que tienen un mayor número de restaurantes de comida rápida registran más ataques cardiacos entre sus habitantes, según una investigación científica presentada en la 67ª Reunión Científica Anual de la Sociedad Cardiaca de Australia y Nueva Zelanda (CSANZ), que se ha celebrado en Adelaida (Australia).
Esta investigación ha estimado que por cada restaurante más de comida rápida, se producen otros cuatro ataques cardiacos más por cada 100.000 personas al año. Los hallazgos fueron consistentes en todas las áreas rurales y metropolitanas de Nueva Gales del Sur (Australia) y después de ajustar la edad, la obesidad, los lípidos sanguíneos elevados, la presión arterial alta, el hábito de fumar y la diabetes.
"La cardiopatía isquémica, incluido el ataque cardíaco, es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Se sabe que la comida rápida está relacionada con una mayor probabilidad de ataques cardíacos. A pesar de esto, hay un rápido crecimiento en la compra y disponibilidad de comida rápida. Esto resalta la necesidad de explorar el papel de la disponibilidad de alimentos en la probabilidad de tener un ataque al corazón", advierte Tarunpreet Saluja, el autor principal del trabajo.
Este estudio de cohorte retrospectivo incluyó a 3.070 pacientes ingresados en el hospital con un ataque cardíaco en la región de Hunter entre 2011 y 2013. La base de datos contenía el código postal de cada paciente, lo que permitía a los investigadores analizar el entorno en el que vivía y, así, el número de sitios de cómida rápida cercanos a su domicilio.
Los investigadores registraron el número total de puntos de venta dentro de cada área de gobierno y compararon diferentes zonas para analizar la asociación entre la densidad de los restaurantes de comida rápida y la incidencia de ataques cardiacos. Estudios anteriores han demostrado que el escaso valor nutricional, el alto contenido de sal y grasas saturadas de la comida rápida están relacionados con las enfermedades cardiacas, pero el papel de un mayor acceso a estos restaurantes ha sido menos claro.
"La presencia cercana de la comida rápida es una consideración importante para el desarrollo continuo de las áreas rurales y metropolitanas. El vínculo con la salud deficiente añade una visión política a la gestión de las enfermedades cardiovasculares y hace hincapié en la necesidad de abordar esta cuestión en futuras estrategias y legislación de promoción de la salud pública", apunta Saluja.
NO SOLO OBESIDAD Y PROBLEMAS CARDIACOS Diversos expertos han alertado de que la comida rápida también puede causar trastornos digestivos, renales y hepáticos, además de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, arteroesclerosis y dislipemias como hipercolesterolemia o hipertrigliceridema.
Si se consumen a menudo, además, crean malos hábitos alimenticios y situaciones de déficits nutricionales, como falta de vitaminas y minerales. En cambio, aportan alta densidad calórica. En España, alrededor del 61 por ciento de la población adulta sufre sobrepeso u obesidad. Concretamente, el 39 por ciento tienen sobrepeso y el 22 por ciento son obesas.
Pero el exceso de comida rápida en la dieta no solo da lugar a obesidad o mayores problemas cardiacos. Una revisión y análisis de estudios científicos publicada en junio de 2018 reveló un vínculo entre el consumo de comida basura y una mayor probabilidad de desarrollar asma, sibilancias y otras enfermedades alérgicas como la fiebre del heno (alergia al polen), el eccema y la rinoconjuntivitis.
Entre los diferentes tipos de consumo de comida rápida, la ingesta de hamburguesas tres o más veces a la semana se asociaó de manera más clara con el asma grave y las sibilancias, en comparación con el consumo una o dos veces cada siete días. Este patrón, según los investigadores, se repite en todos estos alimentos con abundantes grasas, altos en carbohidratos refinados, sal, azúcar, colesterol, aditivos como conservantes y colorantes, y grandes concentraciones de grasas saturadas.