Donostia - Fátima Hacine-Bacha García, la madre de Santi, el menor de 17 años fallecido el domingo como consecuencia de una paliza propinada por varios jóvenes el viernes en Donostia, lanzó ayer un mensaje contra el “odio” y pidió que no se culpabilice a los inmigrantes. Fátima Hacine-Bacha García consideró que, tras la muerte de su hijo, “los que han realizado este horror, esta masacre, tienen que tener unas consecuencias”, pero rechazó los mensajes de odio difundidos a través de las redes sociales a raíz de lo sucedido el pasado viernes en Donostia.
A su entender, “tampoco nos sirve de mucho estar apuntando e insultando”. “Yo entiendo la rabia que tiene la gente y comprendo porque, al final, somos seres humanos emocionales y a veces nos sentimos impotentes y es una manera también de expresar esto y también lo respeto”, aseguró Hacine-Bacha García, quien, no obstante, incidió en que “tampoco es la forma”.
“Podemos hacer entre todos un cambio, que yo no quiero que sea este impacto social para que luego en una semana nos olvidemos y ya está”, destacó, al tiempo que relató que su hijo Santi tenía “amigos en todo el mundo marroquíes, argelinos”. “Hemos ido durante años a un orfanato a Marruecos y tiene una conciencia social al igual que su hermano, que es lo que le hemos inculcado tanto el padre como yo y la familia”, resaltó.
De esta manera, subrayó que no están “en esa línea de buscar culpables y odio”, sino de lograr “una solución real” para que “esta gente cuando salga de la cárcel no vuelva a entrar y salir, y que no se normalice el que estén fuera o el que estén dentro, sino que haya una reinserción social saludable para que no ocurra más”.
Tras incidir en que “el hecho de insultar, faltar al respeto, lo que genera es más guerra y la guerra llama a la guerra”, Hacine-Bacha García abogó por que tanto la sociedad como la clase política actúen. En ese sentido, consideró que “hay que pensar en cambiar la educación, los valores, que es verdad que los chavales lo tienen difícil, hay una pérdida de valores muy fuerte y además con las redes también”.
Asimismo, señaló que “hay personas que vienen de fuera que no tienen nada que perder y que tampoco han tenido esta educación que hemos tenido aquí”, al tiempo que afirmó que “uno no puede dar lo que no tiene, si no han tenido ese cariño, esa educación. Si no tienen un horizonte, unos estudios, un trabajo, es complicado”.
“Tienen ese odio también porque de alguna manera se comparan y ven que otros chavales sí que tienen y ahí es cuando las peleas son tan radicales y tan extremas. Antes los chavales se peleaban y ya está, y se iban con una hinchazón en la cara y punto, pero ahora es extremo porque ellos también han vivido esa extremidad y no han recibido lo que hemos recibido aquí”, concluyó.
prisión para 6 de los 7 acusados Mientras, el titular del juzgado de instrucción número 1 de Donostia dejó en libertad con medidas cautelares a uno de los siete jóvenes detenidos por la paliza que costó la vida al menor, pero decretó el ingreso en prisión de los demás. Con su decisión, el juez asume la petición de la Fiscalía de Gipuzkoa que había solicitado el internamiento de estos seis jóvenes, cuyas defensas habían pedido su puesta en libertad con medidas cautelares, al igual que había sucedido previamente con el séptimo investigado.
Por otra parte, más de medio millar de personas tomaron parte ayer en la concentración convocada por el Ayuntamiento de Donostia en repulsa por esta muerte. La concentración, convocada por unanimidad por la Corporación municipal, estuvo encabezada por el alcalde, Eneko Goia, y los portavoces de los grupos municipales. En la misma también han tomado parte la presidenta del Parlamento vasco, Bakartxo Tejería. A la muestra de repulsa, en la que se guardó unos minutos de silencio que concluyó con un aplauso, también se sumó el hermano de la víctima, no así la madre, que se reunió por la tarde con el regidor donostiarra, pero prefirió no acudir a ninguna de las dos concentraciones convocadas. Los funerales por el joven tendrán lugar en el barrio donostiarra de Gros, donde residía tras vivir una temporada con su padre en Reocín (Cantabria). - DNA