Bilbao - La cita anual de la dinámica Orain Presoak contra la dispersión, que ayer reunió a 85.000 personas en sendas manifestaciones celebradas a las dos lados de la muga, en Bilbao y Baiona, supuso una reclamación en favor de acelerar el proceso de acercamiento de presos emprendido, aunque tibiamente, por el Gobierno español de Pedro Sánchez. La cita de la capital vizcaína reclamó aprovechar el “nuevo tiempo” para modificar de raíz la política penitenciaria en favor del asentamiento “de la convivencia y la paz” en Euskal Herria y, sobre todo, apremió a que el recién abierto 2019 sea el año en el que se produzca “un salto cualitativo en clave de reconocimiento de derechos”.

Sare, impulsora de la dinámica Orain Presoak, aseguró que el Gobierno socialista de Madrid “no ha avanzado en lo que se anunció como nueva política penitenciaria”. Los “insuficientes” pasos dados estuvieron bien presentes en la manifestación de ayer, al igual que el llamamiento a la libertad de los presos políticos catalanes y los jóvenes de Altsasu. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha aprobado en cuatro meses una quincena de traslados de presos de la banda terrorista e Instituciones Penitenciarias ha derogado la instrucción de 2017, que en la práctica limitaba la libertad de los presos gravemente enfermos. Sin embargo, la red ciudadana apremió ayer a meter una marcha más a un proceso, sobre todo teniendo en cuenta que la dispersión se mantiene vigente y de que se mantiene la cifra de reclusos aquejados de males incurables.

La cabecera de la marcha partió de plaza de La Casilla con minutos de retraso para ir abriéndose paso por la calle Autonomía tras sendas pancartas. El paso por la céntrica avenida, atestada de personas, se hizo a ritmo lento hasta llegar a alcanzar Zabalburu. Desde allí, y bajo los aplausos de los asistentes y al grito constante de “¡Euskal Presoak, etxera! ¡Los presos vascos, a casa!”, las decenas de miles de personas reunidas pusieron rumbo a la escalinata del Ayuntamiento de Bilbao por la calle Hurtado de Amezaga, en la que la marcha tuvo que detenerse por momentos por la acumulación de asistentes. Ya en el edificio consitorial, el filósofo Javier Sádaba leyó un comunicado en castellano -Pili Kaltzada lo hizo en euskera- en la que se felicitó por que “esta sociedad vuelve a demostrar, que las distintas opiniones políticas de la sociedad no son obstáculo para la defensa unánime de los Derechos Humanos”. De la misma forma, censuró que “el nuevo Gobierno español pareció dispuesto a tomar algunas iniciativas de pacificación y convivencia que dieron esperanza a miles y miles de personas. Pero estamos decepcionados porque no hace sino dar largas, trasladando cínicamente la responsabilidad de la solución a los propios presos y presas, subiendo el listón de exigencias”.

“Estamos una vez más ante un escenario de promesas incumplidas”, profundizó el manifiesto de Orain Presoak . “Es verdad que el nuevo Gobierno solo tiene unos meses de vida, pero el riesgo de que el año electoral que se abre supedite la humanización de la política penitenciaria a la presión de las ultraderechas es total”, remarcó. “Reclamamos alto y claro simplemente la aplicación de la ley”, sostuvieron para, por último, instar al Parlamento Vasco que “dé un salto cualitativo” en clave de reconocimiento de derechos” en la redacción del nuevo estatus político incluyendo que los reclusos “cumplan sus condenas en el centro más cercano a su domicilio”.

Partidos como EH Bildu y Podemos de la CAV y el conjunto de los sindicatos vascos se sumaron ayer a la manifestación de Bilbao. La coalición abertzale envió una nutrida representación, con su coordinador Arnaldo Otegi a la cabeza. “La convivencia democrática exige que todos los presos, los deportados y refugiados vuelvan a casa, no contra nadie, sino para construir una convivencia realmente democrática”, sostuvo, para después insistir en que el exministro del PP Eduardo Zaplana “como preso con una enfermedad incurable tiene que estar en la calle y con su familia, pero con la misma rotundidad todos los presos políticos vascos enfermos tienen que estar con su familias y también los que tienen una cierta edad y la dispersión tiene que acabar”.

Los partidos catalanes también estuvieron representados, en este caso por el portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardá, la diputada de la CUP Natalia Sánchez, miembros de la Assamblea Nacional Catalana y Laura Masvidal, la mujer de Joaquim Forn, exconseller de la Generalitat encarcelado. Esta última tomó parte en una charla organizada por Sare previa a la manifestación.

En Baiona La cita de Orain Presoak tuvo resonancia también en Baiona. La concentración en la capital labortana reunió a 9.000 personas y a una importante representación de los alcaldes de Iparralde. Un 65% de los primeros ediles se unieron a un llamamiento en el que Mixel Behokoirigoin, miembro de los Artesanos de la Paz que convocó la cita, incidió en que “el proceso no ha acabado con el fin de ETA, sino que hay que ir más lejos y solucionar el tema de los presos acabando con la excepcionalidad que padecen”.