Bruselas - La Unión Europea, inmersa en su peor crisis existencial, medirá en las elecciones del próximo 26 de mayo la magnitud de la amenaza del populismo y de la extrema derecha para el futuro del proyecto común, una década después de la gran crisis económica.
Si hasta ahora la gran coalición de populares y socialdemócratas en la Eurocámara solo había sido contestada por grupos como los liberales o los ecologistas, en 2019 las opciones populistas, eurófobas y de extrema derecha, ya presentes en muchos gobiernos nacionales, amenazan con entrar como caballo de Troya en el hemiciclo de Estrasburgo.
El populismo no se estrenará sin embargo en las próximas elecciones europeas. En los comicios de 2014 Marine Le Pen (antiguo Frente Nacional) y Nigel Farage (UKIP) ya consiguieron incluso crear sendos grupos parlamentarios, aunque residuales. De cara a las elecciones de mayo de 2019, los analistas pronostican un aumento del número de opciones electorales euroescépticas, aunque no calculan que consigan más de 200 de los futuros 705 escaños.
“La clave no es el número exacto que consigan, sino si son capaces de unirse en grupo parlamentario. Si se dividen en al menos dos grupos no serán tan peligrosos como si forman uno solo y se consiguen posicionar como el segundo grupo del hemiciclo”, pusieron de relieve fuentes parlamentarias.
En los últimos años han aumentado los gobiernos, como el austríaco, formados total o parcialmente por partidos de extrema derecha favorables a restringir el papel de la UE. El caso más preocupante en los últimos tiempos es el de Italia que, hasta antes de las crisis económica y de la llegada masiva de inmigrantes a sus costas, era un país profundamente europeísta.
Aunque más alarmante para muchos en Bruselas por ser un fenómeno regional es el euroescepticismo emergente en los países del Este: Rumanía, Polonia y Hungría, especialmente. También en Francia volverá a medir su fuerza Le Pen (Agrupación Nacional) contra Emmanuel Macron (En Marche) y en Alemania la ascendente Alternativa por Alemania que ha engrosado sus filas de seguidores, tras la apertura de fronteras a los refugiados de la canciller Angela Merkel en 2015.
Por otro lado, serán las primeras elecciones europeas que no se celebren en el Reino Unido. Los Veintisiete miembros restantes se repartieron los 73 escaños británicos, lo que beneficiará especialmente a España que pasará de tener 54 escaños a 59 en 2019. El Brexit tiene su día clave, el 29 de marzo, a dos meses de las elecciones, un hecho que algunos analistas temen que pueda tener efecto contagio, mientras otros predicen que será positivo para que muchos ciudadanos acudan a votar porque “los derechos europeos no pueden darse por descontados y pueden perderse si no se movilizan”.
Entre la creciente marea euroescéptica comunitaria resiste el islote europeísta español. España es el único país, como a menudo destacan los mandatarios en Bruselas, que no tiene un partido con agenda política eurófoba. A la ascensión de la extrema derecha, como en otros países europeos, sí puede contribuir en España el partido Vox, aunque no de forma relevante. Las encuestas por ahora solo prevén que consiga un eurodiputado, previsión similar a la de 2014, cuando se quedaron a 10.000 votos del escaño.
Clave serán también en estas elecciones la lucha contra las noticias falsas y las injerencias que pudieran venir de Rusia, algo que ya ocurrió en 2014, pero también esta vez de Estados Unidos, con el movimiento antieuropeo que intenta aglutinar el antiguo jefe de estrategia de Donald Trump en su ascenso a la Casa Blanca, Steve Bannon.
El portavoz del Parlamento Europeo, Jaume Duch, dijo que es un fenómeno que se percibe con “extrañeza”, aunque llamó la atención sobre el escaso éxito por ahora de la iniciativa después de que el “enfant terrible” del Partido Popular Europeo, Viktor Orbán, haya rechazado unirse a sus filas.
Participación, la clave Por su parte, el comisario europeo para los Presupuestos, el alemán Günther Oettinger, llamó a los partidos establecidos a cerrar filas contra la ultraderecha populista en Europa de cara a las elecciones europeas de mayo próximo.
El candidato del Partido Popular Europeo (PPE), Manfred Weber, puede lograr restarle apoyos a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), “pero no solo”, dijo el eurocomisario en una entrevista que adelanta hoy el semanario Der Spiegel.
Para ello, agregó, “el requisito es sobre todo una mayor participación electoral”, y apeló en este sentido a socialdemócratas y verdes. “Sólo si batallamos fervientemente por definir qué Europa queremos, podemos llevar a los ciudadanos a votar por fuerzas proeuropeas”, dijo.
Por otra lado, Oettinger instó a tomar una decisión ya en 2019 sobre el próximo presupuesto europeo a largo plazo y advirtió en contra de “una decisión a última hora, es decir, durante la presidencia alemana del Consejo en la segunda mitad de 2020”. “Si sólo nos ponemos de acuerdo entonces, no habrá a disposición en el año 2021 millones de euros para infraestructuras, proyectos sociales y promoción a la investigación, por ejemplo en materia de inteligencia artificial”, dijo.