Bruselas - En Bruselas lo saben: cualquier medida que no sea una reforma común de asilo es solo un parche temporal. Pero ante el caos que impregna el mar Mediterráneo, la Comisión Europea prepara una propuesta migratoria para, al menos, capear el temporal durante el verano. Todo apunta a que será en base a una acogida voluntaria entre Estados miembros con mediación comunitaria. Pero todavía son muchos los interrogantes que despierta.

El Aquarius fue el primero. Poco después se multiplicaba el número de barcos con inmigrantes y refugiados a bordo que quedaban a la deriva en alta mar a esperas de la asignación de un puerto seguro. El Gobierno populista italiano, formado por el Movimiento 5 Stelle y la Lega Nord, impuso su mano de hierro migratoria nada más hacerse con el poder. Y los buques que patrullaban el Mediterráneo sufrieron sus consecuencias de forma inmediata.

El principal objetivo fue persuadir y amenazar a las ONG para que abandonasen un mar que se ha convertido en el mayor cementerio marítimo del mundo. Ahora les ha tocado el turno a los propios buques europeos que patrullan el Mediterráneo bajo la bandera de la Operación Sofía, creada en 2015 para frenar a los traficantes de personas y reducir las muertes en el mar.

Roma ha ayudado a consolidar una línea dura con la migración que no ceja de ganar adeptos entre los Estados miembros. No solo entre Visegrado, también entre los nórdicos. Pero su papel es fundamental: durante los últimos años ha sido la principal puerta de llegada de personas a las costas europeas. El mensaje del Ejecutivo que lidera Giuseppe Conte no admite concesiones: no quiere dejar atracar a ningún barco con migrantes. Para dolor de Bruselas.

Bruselas no tiene en este escenario un papel sencillo. Su marco de acción está limitado por sus competencias. No puede decidir sobre las operaciones de rescate ni asignar puertos seguros para el desembarco. Son competencias que pertenecen plenamente a los Estados miembros. Así, el equipo que capitanea Jean-Claude Juncker prepara una propuesta -que previsiblemente verá la luz la semana que viene- para salvar el tipo al menos este verano, ya que insiste en que la única solución a largo plazo pasa por fijar la Política de Asilo Común.

Esta semana ha habido un intercambio de cartas entre Bruselas y Roma. Filtradas a los medios italianos, que se está convirtiendo en una opción frecuente en el Ejecutivo italiano, las misivas piden a la Unión Europea la creación de “células de crisis” para coordinar la acción de los Estados miembros. La Comisión trabaja a contrarreloj para perfilar este grupo de crisis.

No han trascendido muchos detalles sobre qué forma tomará esta propuesta. Pero todo apunta a que será un espejo del marco de actuación que se llevó a cabo el pasado fin de semana: un barco europeo desembarcó en el puerto italiano Pozzallo. La Comisión Europea hizo entonces de interlocutor llamando a las capitales europeas para que recibiesen a las personas a bordo. Y finalmente los migrantes fueron repartidos entre Francia, Alemania, Malta, España, Portugal e Irlanda. Como bien reconoce Bruselas no sería más que otro parche en la gestión migratoria.