- “¡Sí, se puede; sí, se puede! Con estos gritos de aclamación procedentes de la bancada de Podemos -que fijó así su capacidad de influencia en la exitosa moción de censura contra Mariano Rajoy y marcó de paso territorio al líder de los socialistas- Pedro Sánchez culminó ayer su ejercicio de supervivencia erigiéndose en presidente del Gobierno español logrando que por vez primera en democracia fructificara una estrategia de estas características. Lo hizo recabando los apoyos de los 84 diputados de su grupo parlamentario, así como de los de Unidos Podemos, ERC, PNV, PDeCAT, Compromís, EH Bildu y Nueva Canarias para descabalgar al Ejecutivo del PP ocho días después de que la formación conservadora fuera condenada por la trama Gürtel.
Sánchez se comprometió a respetar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) aprobados a Rajoy en un claro guiño al acuerdo que alcanzaron los jeltzales con el partido de Génova, y a abrir un proceso de diálogo con el independentismo catalán, en principio siempre en el marco de la Constitución y el Estatut. El secretario general del PSOE, dispuesto a convocar elecciones pero sin precisar la fecha porque tampoco es descartable que agote la legislatura, consiguió cuatro votos más de los necesarios tras dos jornadas de debate donde el líder del PP rechazó dimitir tras el ofrecimiento del candidato para detener la iniciativa. Rajoy, que se ausentó en la tarde del jueves de la sesión y permaneció ocho horas en el reservado de un restaurante con varios de sus ministros, llegó al Congreso justo antes de la votación entre los aplausos de sus filas. Aceptó “como demócrata” el resultado de la moción pero no “lo que se ha hecho” mientras su portavoz, Rafael Hernando, le comparaba con Adolfo Suárez por dejar el Ejecutivo merced a un “acoso similar”.
El ya expresidente fue el primero en saludar a Sánchez, que hizo lo propio con los miembros de su grupo y los dirigentes de las fuerzas que le respaldaron. Tras echar además al traste los planes de Albert Rivera de asaltar la Moncloa, Sánchez abogó otra vez por la estabilidad, aunque los 84 diputados no parezcan suficientes como para sacar adelante leyes importantes como los Presupuestos de 2019 o derogar las normas y preceptos legales prometidos. El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, es consciente de ello y de que entrar en el Gabinete puede mejorar sus perspectivas electorales, de ahí su ofrecimiento a configurar un gobierno de coalición al que se niega el socialista.
Sánchez quiere demostrar galones y su capacidad de ser presidente, y para ello compondrá un equipo “enteramente socialista”, paritario, algo que solo hizo antes José Luis Rodríguez Zapatero en 2004. La propuesta de Ciudadanos de ir a las urnas cuanto antes sigue en pie, al tiempo que Iglesias alegó que “España necesita un Gobierno estable, por lo que quiero pensar que Sánchez será responsable y tratara de organizar un Ejecutivo integrador que asuma los retos de país en una época posterior a la corrupción”. A nadie se le escapa que el investido presidente encara la oportunidad de aupar a su partido, de desactivar las expectativas de Rivera y de presentar candidatura para continuar como jefe del Ejecutivo al término de la legislatura tras el refrendo de los sufragios. La empresa, desde hoy, día en que tomará posesión, no será fácil porque la oposición, principalmente PP y C’s, le atacará en tromba, amén de las exigencias del independentismo catalán.
En tono corrosivo, el popular Hernando le advirtió a Sánchez de que su partido será inflexible y de que cuenta con mayoría en el Senado para, por ejemplo, retrasar la tramitación presupuestaria, así como en la Mesa del Congreso. Por eso, el nuevo presidente español pidió al PP que se comporte con la misma lealtad que hizo el PSOE desde la oposición. Hernando utilizó toda la munición a su alcance para desacreditar la moción de censura, que considera basada “en una manipulación de la sentencia” del Gürtel. Igualmente, aludió a la tensión territorial mientras el Gobierno de Sánchez se echa en manos de la “izquierda irresponsable y temeraria”. Como Rajoy, recuperó todas las presuntas corruptelas que salpican al PSOE, y recalcó la falta de legitimidad de Sánchez para acceder al poder sin el aval de las urnas, criminalizando los apoyos “populistas”, “golpistas” y “los viejos amigos de ETA” que sustentará su “gobierno Frankenstein” y sus presuntas hipotecas. “¿Va a poder mirar a las víctimas de ETA a la cara?”, espetó Hernando. El diputado popular también se dirigió al PNV, partido con el que confesó que se equivocó: “Van ustedes por muy mal camino”. Y de paso acusó a Rivera de “colaborador necesario de esta moción”, por lo que “ahora no hiperventile”.
Completa Pedro Sánchez una trayectoria sorprendente: en mayo del año pasado recuperó el liderazgo del PSOE tras ganar unas primarias y meses después de verse defenestrado por una disputa interna. Ahora presidirá el Gobierno sin ganar en las urnas y con el exiguo apoyo de sus 84 escaños.