Bilbao - El lehendakari se hizo ayer un selfi político para despejar dudas y evitar muletillas de sus adversarios en la arena política sobre sus convicciones nacionalistas. Iñigo Urkullu se definió como un “soberanista pragmático” y un “independentista del siglo XXI”. Es la descripción que de sí mismo hace el candidato del PNV a la reelección en las elecciones autonómicas del 25 de septiembre.
Lo hizo en la radio, en una entrevista concedida a la Cadena Ser, a preguntas del periodista que le interrogaba constantemente sobre la gradación de su nacionalismo. Urkullu terminó respondiéndole que no pretende “vender humo” sobre esta cuestión y se sinceró para que sea bien entendido, si alguien no le ha entendido en los últimos cuatro años como lehendakari en los que no ha variado sus planteamientos en esta materia. De este modo, reiteró que cree en las soberanías compartidas, basadas en el acuerdo, la bilateralidad y con un sistema de garantías. Conceptos que, con más o menos éxito, ha repetido hasta el aburrimiento y que se esconden tras ese “soberanista pragmático” de su autorretrato.
“Yo creo más en las soberanías compartidas en este momento que no en las unidades indisolubles que nos llevan a pensar en una independencia absoluta”, precisó durante la conversación radiofónica. En este sentido, subrayó que Euskadi tiene la tarea que tienen los partidos de obediencia estatal es “reconocer y respetar que un estado plurinacional con dos autogobiernos singulares -en referencia a Euskadi y Catalunya- tiene que tener también una proyección exterior y a partir de ahí una definición de cuáles son las competencias exclusivas”.
En esta línea, se desmarcó del concepto de construir país de la izquierda abertzale, ya que a su juicio el planteamiento del PNV “no tiene nada que ver con el concepto de construcción nacional ni de soberanía” de EH Bildu.
Ya sin el palo selfi, y tras recordar que la prioridad para el PNV y el Gobierno Vasco ha sido y será la reactivación económica y la generación de más empleo y de mejor calidad, Urkullu aparcó las confesiones y entró en el barro de la política para defender la vigencia de la consulta sobre el nuevo estatus de Euskadi que esta legislatura no ha podido consumarse porque la Ponencia parlamentaria sobre Autogobierno no ha logrado el acuerdo previo necesario. A su juicio, esa consulta sería posterior a un acuerdo interno en el Parlamento Vasco entre las formaciones políticas sobre el autogobierno y el marco competencial vasco, que posteriormente sería llevado al Congreso de los Diputados con el apoyo del pacto parlamentario “y una ratificación pendiente por parte de la sociedad vasca”. Este acuerdo, señaló, debería contar con al menos el respaldo de un partido de representación estatal.
Desde luego no parece que PP y PSE/PSOE vayan a apoyarlo a tenor de lo que ayer mismo dijeron sobre esta cuestión unos y otros, por lo que el destinatario de este aserto debe ser Podemos, cuya fuerte irrupción en el Parlamento Vasco tras el 25-S ofrece pocas dudas a la luz de las últimas encuestas y de los resultados en Euskadi de la formación morada en las dos elecciones generales celebradas el último año.
Es por ello que Urkullu y el PNV no se cierran a ningún partido para pactar tras el 25 de septiembre. Dependerá en primer lugar de los resultados, de si como predicen los sondeos los jeltzales son la primera fuerza y, además, de la representación de sus potenciales aliados. Preguntado sobre pactos postelectorales, dijo que con los socialistas se han “entendido” bien durante esta legislatura. Así, recordó el acuerdo para la reactivación económica y generación de empleo alcanzado y las coaliciones de gobierno que mantienen PNV y PSE en diputaciones y ayuntamientos.